César Rodríguez es una de las caras visibles del Sindicato de Peones de Estancias, que se conformó recientemente y que nuclea a trabajadores de Tacuarembó y zonas de influencia. En diciembre uno de sus integrantes fue despedido por haberse sindicalizado, lo que motivó una denuncia ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS). Tras varias audiencias, el estanciero lo reintegró. A pesar de eso, Rodríguez espera “más reacciones” de ese tipo contra la incipiente organización sindical.

-¿Cuándo se formó el Sindicato de Peones de Estancias?

-Se fundó el 28 de octubre en una asamblea de peones rurales en Pueblo del Barro, una localidad que está a unos 70 kilómetros de Tacuarembó capital, por la ruta 26. Asistieron unos 50 trabajadores entre peones, jornaleros, capataces, encargados de establecimientos, gente con y sin especialización y algunos con mucha antigüedad en el ramo. Muchos estaban hablando desde hace tiempo sobre la necesidad de juntarse y tener información de primera mano sobre los acuerdos salariales, estatutos y lo que el patrón tiene que hacer.

-¿Cuáles son los principales problemas que enfrentan?

-Se habló de la presencia de trabajadores brasileños indocumentados, y de situaciones como las que tenemos en Salto, donde hay establecimientos sin agua potable, sin energía de ningún tipo. El trabajador que fue despedido y retomado estaba a cargo de una estancia de 4.000 hectáreas, sólo con dos ayudantes. Reglamentariamente no existe nada que obligue a los patrones a tener un peón cada 500 hectáreas, por ejemplo. Hay un vacío legal en eso. Tenemos que empezar a hablar sobre la creación de categorías y cuáles herramientas de trabajo te tienen que dar. El estatuto dice que el trabajador tiene que recibir herramientas, pero no especifica cuáles. Los trabajadores rurales históricamente andan con su recado propio y armarte uno completo debe costar unos 8.000 pesos. Un recado tiene básicamente una jerga de lana tejida, una carona de suela gruesa sobre la que va el recado con estribera y estribos, y además cincha, pelegos, frenos, bozal y rebenque.

-¿El horario de trabajo sigue sin respetarse?

-Este trabajo es “el sin horario”. Incluso en el recibo de algunas estancias dice literalmente: sin horario. En algunos lugares se ha emprolijado, pero en otros se sigue trabajando de sol a sol. La gente pide que el MTSS llegue con inspecciones. También hay reclamos sobre liquidaciones de sueldos, aguinaldos, vacacionales, porque la gente no sabe si le están pagando bien o mal, o si están en blanco o en negro, y no tienen a quien recurrir, ni accesibilidad para un abogado.

-Las inspecciones no llegan…

-Es que son lugares sumamente aislados, donde los inspectores tienen dificultades para llegar y a veces la portera está cerrada con candado. Las inspecciones deberían ser combinadas, del MTSS con el Banco de Seguros.

-La Dirección General de Desarrollo Rural (DGDR) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca ha colaborado en este proceso.

-La DGDR tiene el proyecto de fortalecimiento de las organizaciones en formación brindando asesoramiento jurídico, técnico-social, etcétera. Hay un convenio con la Universidad de la República que puede aportar directamente técnicos y capacitación en oficios. Queremos que los trabajadores se empiecen a capacitar.

-¿Cómo es el tema de la alimentación?

-Hay un ficto por alimentación y vivienda, establecido por ley, y en cada laudo se reajusta. Dice que los trabajadores que no reciban comida y casa, conocidos en nuestra jerga como “secos”, tienen que recibir 1.909 pesos por mes o 76 pesos diarios. Se supone que eso cubre las cuatro comidas diarias y el estatuto es detallista en el tipo de comestibles; tiene que haber abundante fruta, por ejemplo. Pero en las estancias los surtidos son de elementos básicos y ahora le sacaron hasta la yerba. Hemos constatado que en algunos grandes establecimientos la gente no come bien.

-¿Cómo es la relación con los demás sindicatos rurales y con el PIT-CNT?

-Establecimos el vínculo formal con el PIT-CNT en Tacuarembó, al participar en los plenarios, y con la Unión Nacional de Trabajadores Rurales y Afines estamos en contacto permanente. La situación del trabajador despedido y reintegrado nos fortaleció e hizo que recibiéramos mucho apoyo. Pero prevemos que ese tipo de reacciones pueden llegar a ser más frecuentes. Ahora empezamos una campaña de afiliación fuerte que va a ir hasta el 30 de abril, que es el Día Nacional del Trabajador Rural, apuntando a ampliar la zona de influencia, el espectro de trabajo y fortalecer la organización.

-Es común que los asalariados rurales también trabajen en emprendimientos propios o familiares...

-Sí, en mi zona hay tres compañeros que son capataces, viven en el establecimiento donde trabajan y además accedieron a un predio que se explota en común, y ahora hay un rodeo que es propiedad del grupo. El predio está administrado por el Instituto Nacional de Colonización. Así logran un complemento del sueldo que ganan trabajando en las estancias. También hay pequeños productores familiares que explotan predios de su propiedad.