Bajo el nombre “Radiografía del Uruguay rural”, la Comisión de Asuntos Agrarios del PIT-CNT y el Servicio de Extensión de la Universidad de la República (Udelar) organizaron ayer el primer seminario taller de una serie denominada “Hacia el bicentenario del Reglamento de Tierras artiguista”. La primera ponencia estuvo a cargo del ingeniero agrónomo Alfredo Hernández, director de Estadísticas Agropecuarias del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, quien destacó la importancia de “la producción agropecuaria y sus medios de producción”, que son responsables de más de 70% de las exportaciones.
Hernández explicó una serie de datos y gráficos comparativos, incluyendo los resultados del Censo General Agropecuario 2011 (el más reciente), en los que se constata que “entre las superficies que manejan explotaciones, los predios de más de 1.000 hectáreas van aumentando y los de menor tamaño van perdiendo importancia relativa”. Entre 2000 y 2011 se registran 12.241 explotaciones menos y 90% corresponde a predios que tienen menos de 100 hectáreas. Por su parte, 56% de las explotaciones acumulan 5% de la superficie y 9% acumulan más de 60%. Hernández destacó que solamente en la agricultura de secano, la que produce cereales, se registró un “aumento” del número de explotaciones, mientras que en todos los demás rubros, incluso en la forestación, hay una pérdida, y que “la mayor caída” es entre los ganaderos de carne.
Las sojitas son ajenas
Según la nacionalidad de los titulares de las explotaciones, Hernández comparó que en 1980 estaban en manos de uruguayos 92% de las explotaciones y 90% de la superficie, en 1990 estos números aumentaron a 97% y 93%, respectivamente, pero en 2012 se registró una caída de ambas cifras: las explotaciones en manos de uruguayos bajaron a 84% y la superficie a 54%.
Otro dato importante refiere a los propietarios “con nacionalidad no aplicable, ya que no son personas físicas”, como las sociedades anónimas. Mientras que en 2000 tenían 1% de las explotaciones y el mismo porcentaje de superficie, en 2011 crecieron y pasaron a poseer 14,5% de las explotaciones y 43,1% de la superficie.
Hernández hizo un listado de varios factores que influyeron en el período 1980-2011 sobre la tierra: la venta de ésta, la presencia de las sociedades anónimas innominadas, el dinamismo y la concentración en algunos rubros, la venta de agroindustrias y la importancia de la captación de inversiones.
Por ejemplo, en el caso de la agricultura de secano, entre 2001 y 2012 los cultivos pasaron de ocupar 341.000 hectáreas a 1.300.000. hectáreas. En superficies de menos de 100 hectáreas estos cultivos pasaron de abarcar 21% a 4%, mientras que en superficies de más de 1.000 hectáreas pasaron de 18% a 73%. Hernández explicó que el principal responsable de que por primera vez en la historia del país la agricultura haya superado a la ganadería en el Producto Interno Bruto es la expansión del cultivo de soja, que pasó, durante el mismo período, de 29.000 hectáreas a 1.050.000. Esta “sojización de la agricultura” implica un “desplazamiento de otros rubros” (cultivos o áreas de pastoreo), la aplicación “de un nuevo modelo de cultivo con glifosato”, la capacidad de “arrendar frente a otros rubros”, el ingreso de productores argentinos y una competencia de recursos con esos rubros “por la tierra y la mano de obra”, expresó Hernández. Pero el jerarca también mostró los aspectos positivos de estos cambios: mayor generación de divisas, una mejor dinámica como rubro, generación de más empleo del que genera la ganadería, mayor escala, que permite ventajas con el uso de tecnología, y mayor capacidad de captación de inversiones.
Volviendo a la primaria
Por su parte, Ignacio Narbondo, del Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio de la Udelar presentó una ponencia titulada “¿Acaparamiento de tierras en Uruguay? Un análisis sobre el proceso reciente de concentración y extranjerización de la tierra en Uruguay”, en la que trabajó junto con Pablo Areosa y Gabriel Oyhantçabal. En ésta se plantea que el fenómeno que sufre el campo en Uruguay tiene alcances globales y se caracteriza por un “contexto de descomposición de productores familiares, concentración y vaciamiento del campo, industrialización de la agricultura, dominio de las transnacionales, atracción del flujo de capitales financieros y reprimarización de las agroexportaciones”.
Narbondo dijo que “cada vez más, menos empresas controlan más áreas de la producción” y se nota “un retorno a una estructura productiva basada en las explotaciones primarias”. Explicó que existe un fenómeno que en inglés se denomina land grabbing, que se puede traducir como “acaparamiento de tierras”, que consiste en la adquisición de tierras por parte de capitales provenientes de potencias de Europa y Estados Unidos en países del tercer mundo, especialmente en África, América Latina y el sudeste asiático. Este fenómeno se explica porque el sector agropecuario se ha vuelto “muy rentable”, el sector privado “especula con la valorización de la tierra”, hay Estados “con poca tierra preocupados por los abastecimientos” y existe una “alta disponibilidad y menor precio relativo de la tierra en el tercer mundo”.