Se presentó ayer en el Paraninfo de la Universidad de la República (Udelar) el libro Los sentidos del castigo: el debate uruguayo sobre la responsabilidad en la infracción adolescente, una obra coordinada por Carolina González Laurino, Sandra Leopold Costábile, Laura López Gallego y Pablo Martinis. Además de trabajos de ellos, la investigación contiene análisis de Daniel Fessler, Rafael Paternain, Carlos Uriarte, Clarisa Flous, Alejandra Padilla y una presentación de Luis Eduardo Morás, quien colaboró como asesor del proyecto. Se trata de otro libro de la colección Artículo 2, una iniciativa de la Udelar que, en cumplimiento de su Ley Orgánica, creó el Fondo Universitario para contribuir a la comprensión pública de temas de interés general, para financiar proyectos con esos contenidos que se presenten ante la Comisión Sectorial de Investigación Científica.

En el acto de presentación estuvieron presentes los decanos de las facultades de Psicología, Luis Leopold; de Ciencias Sociales, Susana Mallo; y de Humanidades y Ciencias de la Educación, Álvaro Rico, en representación de los servicios involucrados en el trabajo interdisciplinario, y Luis Eduardo Morás, director del Instituto de Sociología Jurídica de la Facultad de Derecho.

Morás señaló lo oportuno de la investigación “en un momento en el que se están discutiendo iniciativas que tienen que ver con el tema”, como la del Poder Ejecutivo que, por medio de la creación de un Código Penal Juvenil, plantea “duplicar las penas” para los menores de 18 años, así como “la realización de un plebiscito para bajar la edad de imputabilidad penal”. Morás dijo que el libro se puede dividir en “tres planos”: los sujetos, los contextos y los discursos y las políticas que se formulan acerca del tema.

El sociólogo se refirió a contenidos del libro que ubican la preocupación por los “adolescentes infractores” ya durante las dictaduras de Máximo Santos y Máximo Tajes, sobre fines del siglo XIX. Para Morás “es asombroso” que los discursos, “de ahora, con los de antes, podrían ser intercambiables”, a pesar de la distancia en el tiempo. Aparece en 1906, durante la primera presidencia de José Batlle y Ordóñez, la “preocupación por el aumento de los delitos cometidos por adolescentes”, agregó.

Entre las teorías que “se tejen para interpretar los actos” cometidos por los adolescentes infractores, Morás consideró que “ha desaparecido el tema de las condiciones sociales y aparece la teoría de la elección racional”, que se ejemplifica con la frase “robar es un boleto”.

“Las instituciones aparecen como puertas giratorias y se provoca la idea de que el costo de delinquir es muy bajo”, añadió. Sin embargo, explicó que los educadores y trabajadores sociales que trabajan con adolescentes y jóvenes en esta situación “no convalidan la teoría de la elección racional”. Luego mencionó también la “teoría de la marginalidad cultural”, que genera “afirmaciones tajantes y generalizadoras”, como “ahora no roban para comer” o “no trabajan porque no quieren”. Morás explicó que hay que tener en cuenta que hubo “procesos de larga data” en los que las personas “perdieron todo contacto con el mundo formal y se adaptaron a las situaciones sucesivas de crisis”.

Jóvenes sin-sin

Haciendo referencia al trabajo de Paternain denominado “Los laberintos de la responsabilidad”, Morás dijo que la noción de responsabilidad de los adolescentes no se puede pensar “sin una corresponsabilidad de los adultos”. Para Morás “estamos bombardeados por dos crisis, la de la familia y la de la educación”, y ambas representan una “crisis de la responsabilidad de los adultos sobre los adolescentes”. El sociólogo opinó que “los jóvenes ni-ni son los sin-sin, sin escuela y sin empleo”, y que en los últimos años las instituciones de rehabilitación se reforman y cambian de nombre, pero “vuelven a las prácticas de siempre”.

Luego se refirió al discurso hegemónico conservador, que sigue siendo “el mismo de siempre”, informó que desde el retorno de la democracia se plantearon “no menos de una docena” de proyectos de ley para bajar la edad de imputabilidad penal e invitó a leer la exposición de motivos de iniciativas de ese tipo presentadas en 1985 por el senador blanco Dardo Ortiz (Herrerismo) y en 1986 por el diputado colorado Pablo Millor (Unión Colorada y Batllista), porque presentan los mismos argumentos que se plantean actualmente.

Finalmente, Morás opinó que “el dolor de las víctimas se transforma en un motor político que fomenta el miedo y la búsqueda de soluciones extremas”, y señaló el “escalonamiento” de la victimización, que genera que parezca que “hay dolores más importantes que otros”; por ejemplo, el de un comerciante asaltado parece de mayor magnitud que el de una víctima de violencia doméstica. “Se construyen determinados dolores que luego impulsan políticas de seguridad que se focalizan en el adolescente infractor”, añadió. Morás dijo que la muerte en 1955 del estudiante de Medicina Gustavo Volpe, que persiguió a un delincuente que lo terminó asesinando, llevó a la formación del Movimiento Nacional Gustavo Volpe, cuyos objetivos son la promoción y atención a la infancia y adolescencia en desventajas socioeconómicas. “Ese grupo de víctimas del delito terminó haciendo algo mucho mayor que una marcha. Esas iniciativas ahora no existen”, concluyó Morás.