Dos horas antes de la manifestación, poca cosa alteraba la tarde dominical en Fray Bentos. Ni siquiera la segunda jornada del Día del Patrimonio pareció generar una movida: casi no había gente en las calles y, salvo unos negocios, todo estaba cerrado.

Además de la presencia de Luis Alberto Muhlethaler (o “el colorado de Omar Gutiérrez”) en pleno centro fraybentino, lo único llamativo era un tibio operativo policial, que con los minutos se hizo más fuerte. “Hoy es fin de semana y estamos vigilando la Intendencia y la Jefatura de Policía, algo que en general sólo hacemos de lunes a viernes”, explicó una funcionaria policial.

Entre los fraybentinos no había mucho interés por la manifestación. “La gente está cansada de esto”, dijo un vecino. Ese desinterés por la protesta se diluye cuando se pregunta sobre un eventual bloqueo del puente. “Estoy deseando que corten el puente, esto es un desastre”, dijo un comerciante, antes de explicar que el “bagayo” fomentado por la diferencia de precios entre los dos países les quita competitividad a los comercios locales.

En cambio, otra persona, que dijo trabajar en turismo, parecía más preocupada: “El perjuicio [que podría causar un bloqueo] es enorme. En la hotelería esto redunda en subsistir o dejar de hacerlo”. También se mostró de acuerdo con impedirle el ingreso a los manifestantes argentinos: “El gobierno tiene que tener soberanía y no permitir que no hagan lo que se les cante”.

Pocos metros más adelante de las oficinas de aduanas y migraciones, la entrada uruguaya al puente General San Martín estaba custodiada, al menos a simple vista, por unos 40 efectivos de la Prefectura Naval. Estaban divididos en cuatro filas que obstaculizaban la ruta y se perfilaban directamente frente al puente: una primera fila de efectivos vestidos con el uniforme típico de esta fuerza, sin más armas que una tonfa, mientras que los que integraban las otras tres parecían salidos de una película de Rambo: cascos, trajes camuflados, escopetas, cuchillos, escudos, rodillera, chalecos antibalas, canilleras especiales para piernas y pies y máscaras antigás que les colgaban del cuello.

Inquieto y movedizo, el vocero de la Armada, Gastón Jaunsolo, corría de un lado para otro y le explicaba una y otra vez a la prensa nacional y extranjera que si la cosa terminaba mal, los efectivos no iban a preguntar si eran periodistas antes de tirar una granada de gas lacrimógeno. Luego, Jaunsolo declaró que si bien estaba prohibido el ingreso de los ambientalistas en Fray Bentos, se iba a aceptar la entrada de una comitiva de 14 personas para tener una reunión con el intendente de Río Negro, Omar Lafluf (Partido Nacional, PN), y otros representantes gubernamentales.

A pedido

Cerca de las 17.00 la marcha de los asambleístas llegó al país. Era una interminable (pero no muy densa) caravana de autos y motos con banderas de Argentina, de la provincia de Entre Ríos y de Uruguay. Había otras pintadas de negro que decían “no a las papeleras”. Los primeros autos frenaron ante la presencia de los efectivos de prefectura, y desde un megáfono se escuchó: “Buenas tardes a las fuerzas de seguridad y a los ciudadanos presentes. Ésta es la caravana que se dirige a Fray Bentos a entregar un petitorio al gobierno uruguayo”.

La indiferencia del dispositivo de seguridad sacó de quicio al que manejaba el megáfono: “Están provocando violencia con esta actitud”, aseguraba. Luego, esta misma persona anunció que la Asamblea de Gualeguaychú deliberaría sobre si ingresaría una delegación de personas con el intendente de Gualeguaychú, como inicialmente estaba previsto, o en cambio optarían por leer la proclama en ese mismo lugar y luego retirarse. Entre los manifestantes la mayoría sostenía que la actitud del gobierno uruguayo de bloquear la entrada era una “vergüenza”, pero algunos otros ofrecieron un matiz. “Me parece bien que pasen sólo las autoridades”, dijo un joven manifestante, quien consideró que, si eso no sucedía, “la cosa daba para quilombo”.

Los asambleístas esperaban a un escribano para realizar un acta que dejara constancia de que no se los dejaba ingresar a Uruguay. Entre el tumulto apareció el intendente de Gualeguaychú, Juan José Bahillo, quien si bien tenía agendada una reunión con Lafluf dijo que esperaría a que la asamblea definiera su curso de acción. “Yo quiero que vos dejés en claro cuál es el criterio mío, que yo propuse seis y seis [se refería a los dirigentes políticos y de la Asamblea], pero si ustedes deciden que no van a pasar, yo no paso”, le dijo a un asambleísta. “Estoy acompañando la caravana. Si la asamblea no puede cruzar a Uruguay, yo tampoco voy a hacerlo. Voy a hacer llegar el petitorio [en el que se exige la relocalización de Botnia] a la brevedad a Lafluf, y tenía pensado entregarle la documentación que expusieron dos días atrás el canciller [Héctor Timerman] y el gobernador de Entre Ríos [Sergio Urribarri], que son las mediciones que se han hecho en la Comisión Administradora del Río Uruguay que demuestran el carácter contaminante de la planta de UPM”, expresó.

Los manifestantes habían anunciado la presencia de 900 autos, lo que finalmente no sucedió. Luego se supo que la propia gendarmería argentina había bloqueado el acceso al puente a muchos vehículos y que Bahillo se había trasladado hacia otro sector del puente a dialogar con los efectivos de su país. “¡Nos sacan a los nuestros!”, se quejó un hombre.

Leña al fuego

Los manifestantes que se iban acumulando sin mucho espacio en el lado uruguayo del río comenzaron a discutir la posibilidad de volver a bloquear la ruta de acceso a Argentina, que desemboca en el puente. Algunos plantearon que eso era necesario, pero otros consideraron que no era lo mejor. En general, los asambleístas fueron muy críticos con el gobierno argentino, principalmente por no haber “dado a conocer” antes los datos que denunciaban la contaminación de UPM, y por haber demandado penalmente a los propios ambientalistas que realizaron el bloqueo en 2010.

Entre los participantes de la caravana también había políticos argentinos. Hablando por celular en voz bastante alta se encontraba el diputado por Entre Ríos Atilio Benedetti (Unión Cívica Radical), que decía que la cancillería argentina debía ser convocada al Parlamento a explicar esta situación. “Si no hubieran aumentado la producción no hubiera saltado esto”, vociferaba.

También había llegado el dirigente rural argentino Alfredo de Angelis. “Lo que más me molesta es que no respetan al pueblo de Gualeguaychú”, sostuvo, visiblemente enojado. Dijo esperar que no se volviera a cortar la ruta y opinó que la actitud de Uruguay de habilitar una tercera pastera es “echar más leña al fuego a un problema que no está solucionado”. Aunque finalmente no hubo sesión de asamblea, los asambleístas decidieron volver a Argentina, por lo que Bahillo decidió no reunirse con Lafluf, que lo esperaba en un parador junto a algunas figuras políticas departamentales, entre ellos los diputados Daniel Mañana (PN) y Graciela Cáceres (Frente Amplio). Bahillo sostuvo que la decisión de pasar, junto con una delegación, “nunca fue una decisión final, la decisión fue la manifestación”.

Un periodista le dijo a Bahillo que Lafluf estaba muy enojado, y aquél contestó: “Lo lamento. Nosotros estamos muy enojados por la autorización del incremento de la producción a UPM”. Luego comentó que le hubiera gustado “hablar con los vecinos de las autoridades uruguayas”, pero sostuvo que “el diálogo y la posibilidad de reunirse” son caminos posibles “si es para trabajar sobre la relocalización de Botnia”. “Reunirnos para generar expectativas y complicarle la vida a la gente, no”, resumió.

Antes de finalizar la protesta, los ambientalistas leyeron la proclama en la entrada del puente. Plantearon que Mujica había reconocido “en forma pública” la contaminación, al afirmar que “si se disminuye la cantidad de fósforo que emite la planta será menor la contaminación producida”. Tras despejarse la caravana, Lafluf hizo una breve conferencia en el parador donde se iba a reunir con Bahillo. Allí dijo que lo que él había pretendido había sido “una reunión de vecinos, para ver cómo se seguía con esto” y añadió que “al río Uruguay no se lo puede seguir midiendo de a pedacitos, sino hacer un enfoque global de sus 1.800 kilómetros”. Respecto de la frustrada reunión con Bahillo, mostró un listado de personas con los “nombres” que este jerarca le había mandado de las personas que participarían en el encuentro, “con sus documentos y matrículas de los autos”. “Siento que me debe una reunión”, afirmó. En cuanto a la decisión del gobierno uruguayo de no permitir el ingreso de los ambientalistas al país, dijo: “Esto me retrotrae a que nosotros pasamos cinco años sin que la Asamblea de Gualeguaychú nos dejara pasar”. Concluyó afirmando que “si hay un amigo de la Argentina, ése es el presidente Mujica. No se puede pensar que hay mala intención de su parte”.