En la madrugada del miércoles 27 de junio de 1973, el Secretariado de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), presidido por José Pepe D’Elia, se reunió en el local de la Federación del Vidrio, en la esquina de Laureles y Carlos Tellier, en La Teja. La dirección de la CNT terminó de ejecutar una decisión que ya estaba tomada: decretar la huelga general con ocupación de los lugares de trabajo para manifestar el rechazo al golpe de Estado. Pocas horas después, la Mesa Representativa de la CNT ratificó la resolución en una asamblea realizada en la textil La Aurora, en Paso Molino. Todos los sindicalistas integrantes del comando de la huelga general pasaron rápidamente a la clandestinidad: el sábado 30 los medios de prensa publicaron la primera requisitoria y el domingo se divulgaron las fotos y los nombres de los 51 sindicalistas de la CNT requeridos.
Ayer, en ese local de la Federación del Vidrio, varios dirigentes sindicales que participaron en la huelga general fueron homenajeados, en el marco de un proyecto de Asociación Memoria de la Resistencia, que consiste en colocar “marcas” en 26 lugares que fueron claves en la oposición a la dictadura militar. Participaron, entre otros, el ex presidente Tabaré Vázquez -que estuvo un rato y se retiró sin hacer declaraciones-, los ministros Daniel Olesker y Liliam Kechichian, y la intendenta de Montevideo, Ana Olivera. Vázquez estuvo un rato y se retiró sin hacer declaraciones.
Olesker había sido designado por la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) en 1973 para integrar el comando de la huelga general, junto a Jorge Landinelli y Álvaro Jaume. “Fueron 17 días que vivimos con mucha intensidad. Había miles de estudiantes en las calles en esos días”, recordó Olesker. Según el ministro, con la llegada del Frente Amplio al gobierno en 2005 fue posible “reconstruir la cultura social y solidaria del movimiento obrero-estudiantil”.
Edgardo Oyenart, del Secretariado del PIT-CNT, dijo que la memoria es “un pedazo de presente”. “Si se transforma solamente en una marca le estamos errando. Esto tiene que servir para saber a dónde vamos”, dijo.
Agregó que la “organización política” tiene la responsabilidad de que sus acciones sirvan como herramientas contrahegemónicas. “La clase trabajadora es el destinatario principal de las acciones de cualquier gobierno de izquierda, o si no, no es un gobierno de izquierda. Es imposible transformar si no se es anticapitalista. Es imposible pensar en una sociedad en la que se pueda repartir el pan y las rosas si no se elimina la explotación del hombre por el hombre. Estamos acá porque estas marcas de la resistencia también forman parte de nuestra concepción ideológica”, señaló Oyenart, que homenajeó a uno de los impulsores de esta iniciativa, Universindo Rodríguez, que falleció en setiembre de 2012.
Olivera, en tanto, homenajeó a los dirigentes de la CNT que ya no están, en especial a D’Elía, y también a un “barrio de trabajadores” como La Teja, mientras que la ministra de Turismo planteó la importancia de que “las personas que llegan a Uruguay puedan conocer qué hizo el pueblo uruguayo contra la dictadura”. Consultado por la diaria, el dirigente Luis Iguini, uno de los que participaron en la reunión del 27 de junio, destacó la “gran conciencia democrática de los trabajadores”, al punto de que Uruguay fue el único país de la región en el que los procesos dictatoriales se enfrentaron con una huelga general. “La solidaridad siempre fue una seña de identidad del sindicalismo uruguayo”, señaló. En esos años, según Iguini, se forjó una “cultura de la convivencia” que todavía persiste: “Veníamos de una experiencia de enfrentamientos. Los dirigentes sindicales muchas veces ni nos hablábamos, por broncas que habíamos tenido. Sin embargo, empezamos a convivir, a aprender en los hechos qué cosas nos unían”.
Iguini subrayó definiciones que facilitaron ese proceso unitario y que se incluyeron en el primer estatuto de la CNT: ningún dirigente podía ocupar cargos políticos, se prohibió la filiación internacional y también que al frente de los sindicatos hubiera funcionarios. “Hubo una convergencia por la necesidad de la unidad: comunistas, socialistas, anarquistas, demócratacristianos, y también votantes blancos y colorados”, recordó. Según el ex dirigente de COFE, el aprendizaje de aquellos años permitió que hoy todavía exista una central única en Uruguay. “Hay diferencias pero se resuelven, porque al que quiere romper la unidad, su gremio al final se la cobra. El sentimiento de unidad es muy profundo, es hasta un consejo del viejo Vizcacha: unidos sean los hermanos, ésa es la ley primera; si no se unen los de adentro, los devoran los de afuera”, concluyó.