El martes, y recién llegado de Chile, el ex presidente de ANCAP y candidato a senador Raúl Sendic (Compromiso Frenteamplista) planteó en un acto su preocupación por la “indiferencia” que notó en el territorio trasandino durante las elecciones nacionales del domingo. “No había banderas, no había gente en la calle militando. A nosotros, que vivimos las elecciones como una fiesta, ese nivel de desmovilización fue algo que nos llamó la atención. Les preguntamos a nuestros amigos chilenos y nos dijeron que la gente lo mira por televisión y por las redes sociales, pero no participa”. Sendic estuvo el domingo en el hotel donde estaba instalado el comando de Nueva Mayoría, coalición que apoya a la ex presidenta y ganadora de la primera vuelta, Michelle Bachellet, cuya principal fuerza es la Concertación, el bloque político que ya había llevado a la candidata al mando en 2006.

Comparando

Desde el triunfo electoral de la Unidad Popular de Salvador Allende en 1970 -meses antes de la formación del Frente Amplio (FA)-, el proceso de la centroizquierda chilena y el “modelo” que aplicó desde el gobierno han sido mirados con atención por muchos dirigentes frenteamplistas.

Pese a eso, la diputada María Elena Laurnaga (Partido Socialista) consideró que existen “diferencias importantes” entre el FA y Nueva Mayoría. “Ellos después de años tuvieron que hacer una alianza electoral entre partidos con programas muy definidos”, por lo que el resultado es que hay “debilidades de tipo programático y con problemas de cultura institucional”. En cambio, Laurnaga sostuvo que el FA tiene “consistencia, tradición, liderazgo y compromisos programáticos”. “Tanto en Chile como en Brasil se mueren de envidia con el FA”, aseguró.

A pesar de estas diferencias, y respecto del balance que hizo Sendic, Laurnaga admitió que en Uruguay también hay un “desa-
pego de la política partidaria de mucha gente joven y adulta” que, según su punto de vista, “no es ideológico”, aunque sí 
“universal”.

La diputada socialista reconoce que hay jóvenes que “podrían no sentirse atraídos por un partido que va por un tercer gobierno nacional y que ya no es novedad. Es posible que se pierda aquel atractivo de tener una actitud contestataria, pero no creo que sea tan relevante ni tan significativo como para generar un desafío electoral”. De cualquier manera, entendió que existe una nueva agenda, “que no es sólo de derechos humanos sino también de reclamo de la calidad educativa, y es una agenda que cuesta incorporarla y comunicarla a la gente joven, para que pueda generar un sentimiento de credibilidad y adhesión”.

Por su parte, el senador Eduardo Lorier (Partido Comunista), dijo que el 50% de abstención en la elección de Chile es un número “preocupante”. “Si no tuviéramos el voto obligatorio [en Uruguay] no sabríamos cuál sería nuestro porcentaje de participación. Creo que no sería muy elevado”, supuso. En ese marco, sostuvo que aquí también puede haber “rasgos de desestímulo y desacumulación”.

Los “síntomas” que se diagnosticaron en estos comicios en Chile “nos tienen que preocupar a todos”, manifestó el legislador comunista, que también recordó “los procesos de protesta en Brasil”, en los que se reivindicó “el transporte, la educación y la vivienda”. “Estos temas hay que atenderlos si no se quiere generar desilusión y desánimo. No se puede perder la base social que permitió el triunfo [...] siempre hemos dicho que había luces amarillas en el horizonte. Era necesario adoptar medidas que apuntaran a problemas fundamentales como la educación, la vivienda y la salud, y que hubiera una traslación en la redistribución de la riqueza”, explicó el senador, que ejemplificó entre estas medidas la implantación de un Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas progresivo, que podría llegar a 33%.

Lorier considera que si estas políticas se hubieran aplicado en este período se habrían evitado “las huelgas en la educación y los conflictos en la salud”. “Si hubiéramos aplicado estas medidas estaríamos muy bien”, aseguró el senador, quien, como por si acaso y a la pasada, recordó algunas recientes encuestas que reflejaban un descenso en la intención de voto del FA.

Casos diferentes

Para Enrique Rubio, senador de la Vertiente Artiguista, los procesos de la izquierda uruguaya y chilena son “muy diferentes”, pero su desarrollo simultáneo sirve “para que cada uno aprenda del otro”. El legislador no cree que en Uruguay haya una situación de indiferencia similar a la de la izquierda chilena, “salvo en algunos ámbitos de militancia más cercanos al núcleo central de la base frenteamplista”.

“Hubo quienes se han expresado con votos en blanco para manifestar disconformidad. Eso fue lo que vimos en la última elección interna del FA”, planteó Rubio, que en esa ocasión se postuló a presidente de la fuerza política y quedó en tercer lugar.

El legislador vertientista sostuvo que esa situación se detectó con “más fuerza” en el área metropolitana que en el interior, fenómeno que atribuyó a una “desvinculación fuerte entre las estructuras políticas centrales del gobierno y de la fuerza política con la base de adhesión frenteamplista”. En ese marco, Rubio afirmó que la presidenta del FA, Mónica Xavier, “ha hecho algunas innovaciones y ha avanzado, pero [las autoridades del FA] deberán hacer una fuerza muy grande en este sentido”. En ese marco, Rubio sostuvo que la próxima campaña electoral significará una “oportunidad” para mejorar ese vínculo.

Para el senador Carlos Baráibar (Asamblea Uruguay), en tanto, los casos de Nueva Mayoría (lema que implica a la Concertación, el principal bloque que apoyó a Bachelet) y el FA son “profundamente diferentes”. “Lo que la Concertación debería hacer y no hace es justamente lo que hace el FA”, expresó. Según dijo, este bloque chileno “quedó absolutamente desmovilizado en sus años anteriores de gobierno, y ahora volverá a ganar gracias al pésimo gobierno de Sebastián Piñera”.

Según Baráibar, “la cúpula de la Concertación se tragó la pastilla de que gobernando con ese grupo de elite se iba a asegurar la continuidad y rotación del poder, prescindiendo de cualquier estructura de base”. De hecho, para el histórico legislador este bloque “es un acuerdo de cúpulas sin estructuras de base”. “A la Concertación nunca se le ocurriría hacer algo como lo que hará el FA este fin de semana en su Congreso. No hay ejemplos más antinómicos que la Concertación en Chile y el FA en Uruguay”.