El director del diario El Heraldo, Álvaro Riva Rey, está en el foco de todos los medios de Florida desde la tarde del viernes, cuando quiso impedir violentamente que los trabajadores del matutino ocuparan el edificio. A poco más de un mes de formarse el comité de base del Sindicato de Artes Gráficas (SAG), sus afiliados comenzaron a hacer público que, además de “no cumplir con los laudos” establecidos en los Consejos de Salarios, Riva empezó a actuar con “amenazas, ataques al sindicato, un despido parcial y movimientos políticos en el intento de continuar burlando la ley y los derechos de sus trabajadores”.

Otros laudos

La llegada del SAG a Florida se había concretado tras el inicio, en mayo, de una acción judicial por parte de un empleado de los talleres del medio, que Riva había enviado al seguro de paro. “Nos abrieron los ojos”, comentó a la diaria Nicolás Segredo, explicando que allí notaron que había quienes, por ejemplo, estaban cobrando 9.000 pesos por debajo del laudo. La empresa, explicó, se aferró a los laudos de los diarios que no poseen taller y tienen menos de ocho funcionarios, lo que en el caso de El Heraldo no ocurre (el trabajador que inició la acción judicial trabaja en el taller e incluso en la plantilla que el diario publica se señala su existencia). Al prosperar la sindicalización de trabajadores, Riva decidió tapiar el ingreso al taller, que quedó con acceso sólo desde una empresa vecina, Servicolor, dirigida por su hermano.

Desde la formación del sindicato se registraron dos instancias en la Dirección Nacional de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pero Riva no participó en ninguna de ellas, “aduciendo que estaba de licencia”. Atento a que en una oportunidad fue un representante de la Organización de la Prensa del Interior y en otra un abogado enviado por Riva, “no hubo posibilidad de decidir nada”, explicó Segredo. El SAG manifestó su molestia por la “negación a negociar” mostrada por la patronal.

En ese marco, y frente a un escenario que definieron como de “persecución sindical”, los trabajadores se declararon en conflicto el 14 de noviembre. Riva, en un editorial del 21 de noviembre, apuntó directamente a Javier Arbelo, trabajador que había iniciado la acción judicial, a Antonia Alayón, sobre quien el SAG señaló que había sido víctima de un “despido parcial”, y a Nicolás Segredo y Laura Gil, a quienes un día después, el viernes 22 de mañana, les comunicó que iban a pasar al seguro de paro. Por la tarde del mismo día cerró el diario “por razones de fuerza mayor”, escenario frente al cual los trabajadores decidieron la ocupación.

Es mi empresa

Cuando ya había medios instalados frente al diario, incluso filmando, Riva llegó al lugar e intentó ingresar pasando por delante de los trabajadores que esperaban en la puerta la llegada del escribano que haría el acta de comprobación. Estaban allí cuatro trabajadores del medio y una dirigente sindical de la Asociación de Maestros del Uruguay, que había ido a acompañarlos. Riva se acercó, ante lo cual una trabajadora se aferró a la puerta para impedir su ingreso.

El dueño de El Heraldo se arrojó de espaldas a la puerta de vidrio, rompiéndola. Poco más tarde invitó a pelear a Segredo y zamarreó a Alayón, que luego efectuó la denuncia policial por violencia, mostrando los moretones que quedaron en sus brazos. Riva, que además de ser director de El Heraldo es funcionario de confianza de la Intendencia de Florida, afirmó que se trataba de una maniobra político partidaria y aseguró que cuando llegó a su empresa le impedían el ingreso, entre otros, el diputado Carlos Rodríguez Gálvez, la edila Gabriela Rodríguez y la dirigente Ilda Sironi, los tres frenteamplistas. Sin embargo, ninguno de ellos estaba allí.

Rodríguez Gálvez pasaba por la calle cuando ya todo había ocurrido y Sironi llegó minutos más tarde, miró y se marchó. Gabriela Rodríguez, por su parte, explicó que el viernes estuvo en Sarandí Grande.

La ocupación del diario sumó ayer a dirigentes de la Asociación de la Prensa Uruguaya. Hoy de mañana los trabajadores y la patronal irán ante la Justicia.