El obispo de Salto, monseñor Pablo Galimberti, expresó que para la Iglesia católica éste ha sido un año “con algunos golpes”, ya que la aprobación de leyes como la de Matrimonio Igualitario o de regulación de la marihuana “golpean fuertemente a la sociedad”.

En declaraciones al diario El pueblo de Salto, Galimberti volvió a insistir con su crítica a que la unión entre personas del mismo sexo se llame matrimonio, y afirmó que “casi casi es una burla llamarle matrimonio, porque en definitiva le pegamos una patada al matrimonio establecido, que mal que bien, la pelea, trata de llevar adelante sus responsabilidades, que hoy están en una situación difícil. Es como decir que es todo lo mismo, pero lo seguimos manteniendo en la Carta Magna, donde se habla de la familia”.

Para el religioso, la aprobación de estas leyes demuestra “las limitaciones del sistema democrático”, y cuestionó que la regulación de la marihuana se aprobara “con votos únicamente del partido de gobierno, con lo cual uno dice, ‘bueno, salió’, pero salen endebles, salen rengueando, porque no incorporan elementos que los demás de alguna manera también observan, como el drama del consumo excesivo, adictivo, problemático”. En referencia a una manifestación realizada días atrás por familiares de víctimas del consumo de drogas, Galimberti dijo alegrarse “enormemente”: “Esa manifestación pública de gente, de familias con el dolor, sangrando con esta herida, algunos políticos no ven o no quieren ver. Refiriéndome a esta ley y en consonancia con lo que pasó en el vecino país, donde la verdad política está por encima de la verdad, donde el famoso INDEC [Instituto Nacional de Estadísticas y Censos] decía que la inflación era del 10% mientras el ama de casa sabía cuando iba al supermercado que era del 20 o 25%. Es decir, la verdad política, descaradamente, miente”.

Galimberti criticó también la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, aprobada en 2012: “Si hay otro derecho que está por encima de la vida, podemos matar a los viejos, a los inútiles, a los criminales, total… no hay lógica, es la pobreza de la democracia”.

El obispo de Salto se lamentó de la poca capacidad de la Iglesia católica para influir sobre las decisiones de sus fieles y expresó: “No tenemos una capacidad educativa de tantos cristianos. Incluso también se sientan en el Parlamento, de pronto se proclaman cristianos o católicos, pero no traducen en el campo de la política sus débiles convicciones. Sus pertenencias han quedado como vínculos sociológicos, pero no han arraigado en las manos, en la inteligencia y en las decisiones. O sea que la Iglesia hace una declaración o mensaje frente a esto pero sólo lo conoce la comunidad católica, los que vienen a la misa o a través de un periódico, pero no es nada más que una posición que se ve como una más entre otras. De modo que tenemos una capacidad limitada en cuanto a la transmisión de nuestro mensaje”.

Galimberti dedicó la última parte de la entrevista a hablar de la posibilidad de cambiar a través del voto en las próximas elecciones. “Es una linda oportunidad para escuchar”, dijo. “El mensaje es que cada uno con su voto, ponderado, vote también por un estilo de vida y de convivencia”, aseguró, y añadió: “Cada uno debe pensar que con su voto quiere este estilo, esta forma de convivencia, quiere el respeto del hogar, mejor educación para sus hijos, quiere que los impuestos se vuelquen debidamente a programas de auténtica educación, que sea socializadora de valores y no educadora de antivalores, de protestas, usando a los jóvenes como meros instrumentos de una protesta social”.