En tierras paulistas se ha comenzado a hablar de “la osadía mundial uruguaya” para referirse a los últimos cambios legislativos en nuestro país: la interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio igualitario, la regulación del mercado de la marihuana y las políticas afirmativas hacia los afrodescendientes. Los deseos de declarar a Brasil “territorio autónomo y uruguayo” en relación a estos temas, llevaron a algunos grupos sociales de San Pablo, entre otros Colectivo Desentorpeciendo la Razón, Marcha de la Marihuana San Pablo y Fuzarca Feminista, a convocar ayer al acto “Uruguai é aquí!”. Bajo esa consigna, alrededor de 300 paulistas se reunieron de tarde en el centro de la ciudad.
La actividad tuvo lugar sobre un símbolo histórico de la ciudad: el “minhocão” (“gran gusano” en portugués) o “Elevado Presidente Costa e Silva”. Este viaducto, inaugurado en 1970, lleva el nombre de uno de los generales que presidió el país durante el último gobierno militar. Ubicado en pleno centro, los domingos su acceso se restringe a los peatones, quienes con algunas intervenciones de diversos colectivos aprovechan para alterar la marca gris del minhocão sobre San Pablo y su historia.
Contrariamente a lo que sucede los domingos, ayer, desde horas antes que comenzara la actividad, el espacio de encuentro se vio alterado por la presencia de la Policía Militar que patrullaba el lugar con sus camionetas y efectivos. Se trata de un hecho común para los activistas brasileños, ya que la presencia de fuerzas represivas se ha vuelto una constante desde las pasadas manifestaciones sociales de junio, y muy especialmente cuando uno de los temas convocantes es la legalización de la marihuana.
Sin embargo, para algunos de los participantes consultados por la diaria, esta vez llamaba la atención el número de efectivos, teniendo en cuenta la magnitud del evento y la convocatoria festiva. Su advertencia allí estaba. Se oía decir que “eso en Uruguay no pasaría” y menos “en similares circunstancias”. “Policía por toda parte, justicia por ningún lugar”, comentaba uno de los principales oradores del día, quien estuvo encargado de presidir el cierre del evento. Con toga y crucifijo, este pseudo-padre simuló con éxito el acento uruguayo y se encargó de realizar un casamiento simbólico e igualitario entre las parejas dispuestas.
La oratoria y debate, acompañados por danza y música, abordó las proclamas de cada movimiento y reconoció la necesidad de trabajar en conjunto por una misma lucha. En este sentido, se destacó la estrategia uruguaya que articuló a diversos movimientos sociales para unificar las demandas por más derechos. Entretanto, las conversaciones de los participantes mezclaban la esperanza de conquistar objetivos semejantes en Brasil, con la impotencia de estar ante un “sistema político corrompido” y “estructuralmente dependiente de la financiación empresarial”, pues las campañas políticas no cuentan con otros respaldos. Si bien las ganas de militar contra el conservadurismo político y social reinaron durante toda la jornada, más de uno expresó su deseo de fugarse inmediatamente a Uruguay, a “la tierra de libertad”.