Al llegar al Palacio Legislativo, el entorno poco tenía que ver con la anterior votación de la Ley de Matrimonio Igualitario, o incluso con el de otros debates parlamentarios, como la despenalización del aborto o la ley interpretativa de la Ley de Caducidad.

Poca gente y un cielo gris que presagiaba tormenta. Ni siquiera las barras estaban completas cuando empezó la discusión, a las 10.00. El estado de ánimo era de calma, quizás por la certeza de que se conseguiría el objetivo. Sólo había militantes partidarios de la ley y la información que manejaban ya tenía varios días: los votos para la media sanción estaban.

Abrió la oratoria el miembro informante, el senador Rafael Michelini, quien remarcó la importancia histórica del proyecto: “Estamos haciendo una reforma importante de nuestro código civil que estaba pendiente. Cuando dentro de 10, 20, 30 años podamos observar nuestra sociedad, seguro tengamos conciencia de que hemos hecho una modificación profunda de nuestras relaciones humanas y de cómo vemos la sociedad”. Michelini también planteó que ya es hora de que el Estado deje de “meterse en el dormitorio de la gente” y de dejar a los ciudadanos encargarse de las decisiones que les competen en lo personal.

De morales

Luego tomó la palabra el senador nacionalista Francisco Gallinal, quien defendió su voto negativo asegurando que no se estaba votando algo igualitario. Siguiendo con ese razonamiento preguntó “¿cuál es el límite para llamarlo igualitario? ¿Es éste? ¿Termina acá? ¿Y si mañana viene un sector de la sociedad y pide que exista la posibilidad de un matrimonio de más de dos personas? Entonces éste ya no es igualitario. No se pueden casar personas que tengan un parentesco dentro de determinado grado. Mañana lo pueden llegar a solicitar. En realidad el nuevo matrimonio no es igualitario, no es inclusivo, es excluyente”. Gallinal agregó que “no hay peor legislación que la que contradice la costumbre y se aparta de la realidad”.

La exposición más aplaudida por los presentes fue la del colorado Ope Pasquet, que ya había adelantado en los días previos que acompañaría el proyecto. El senador de Vamos Uruguay comenzó citando un fragmento de "Moral para intelectuales", de Carlos Vaz Ferreira. “Cuando en un problema de la vida actual se presenten dos soluciones, una de opresión, de prohibición, de imposición, y otra de libertad, tiendan a tener confianza en la última” y después continuó, “si oyen discutir, por ejemplo, sobre el divorcio y se emiten argumentos buenos a favor y otros fundamentan argumentos buenos en contra, y se argumenta hasta el infinito y todos parecen tener razón y no saben ustedes qué opinar ni qué decidir, díganse que éste es un problema de la misma fórmula y que posiblemente los que prevén como consecuencia del ejercicio de una libertad cualquiera grandes males y desórdenes sociales serán víctimas del mismo engaño de siempre y desmentidos como siempre una vez que la libertad se otorgue. Confianza en las soluciones de libertad y en las soluciones de piedad”. Fue la exposición más aplaudida, y la única, ya que el vicepresidente Danilo Astori advirtió que si el hecho se repetía, mandaría a desalojar las barras.

Hombre de partido

Después fue el turno del colorado José Amorín Batlle y del nacionalista Jorge Larrañaga, quienes también argumentaron a favor de la ley, aunque este último afirmó que no acompañaba los artículos relacionados a la filiación porque “Uruguay se merece una discusión más profunda sobre el tema reproducción”. El ex presidente Luis Alberto Lacalle, en tanto, votó en contra argumentando, entre otras cosas, que “el matrimonio igualitario vacía de contenido la palabra ‘matrimonio’”.

Constanza Moreira (Espacio 609) hizo un reconocimiento a las organizaciones encargadas de la iniciativa y celebró: “el origen de este proyecto emana de la sociedad civil”. “Estos proyectos que emanan de la sociedad civil y que llegan al Parlamento ponen de relieve que este lugar no es solamente un lugar donde se legisla según la iniciativa del gobierno, sino que se legisla de acuerdo al interés de la gente. Estudios politológicos muestran que los proyectos de ampliación de derechos que se han votado en la última década de este país tienen exactamente este origen, proceden de la sociedad civil, son apropiados por las bancadas parlamentarias y luego terminan modificando un estado de cosas”, manifestó Moreira, quien también saludó esta “alianza virtuosa entre Parlamento y sociedad civil”.

El momento de quiebre del debate se dio con la exposición del senador Carlos Baráibar, que despertó muestras de desaprobación entre los partidarios del matrimonio igualitario. Baráibar argumentó contra el proyecto y reconoció que se opuso “radicalmente” a la iniciativa. Entre otras cosas, criticó que se haya incluido el tema de la adopción, al que calificó como “un tema muy complejo”. Finalmente, como se había manejado en las horas previas, dejó su lugar a su suplente Milton Antognazza, argumentando que “por ser hombre de partido entrará mi suplente, que votará el proyecto”. Y añadió: “Lo que pido es que esto sirva de ejemplo para que cuando alguien tenga una discrepancia la plantee internamente y no se juegue en los medios de comunicación”.

La intervención de Baráibar también marcó un quiebre en la discusión partidaria, ya que quienes argumentaban en contra de la ley usaban como ejemplo su argumentación y quienes votaban a favor del proyecto desde la oposición aprovechaban el hecho para criticar la lealtad partidaria del Frente Amplio (FA).

Con ese telón de fondo, le tocó tomar la palabra al senador comunista Eduardo Lorier, quien se refirió al objetivo de la igualdad de géneros afirmando que el proyecto no sólo incluye el matrimonio de personas del mismo sexo, sino que apuesta a lograr “la igualdad entre los géneros, una mayor libertad entre los futuros cónyuges al momento de definir los aspectos de filiación y los mecanismos de disolución de este contrato, en la medida en que se busca democratizar y establecer la igualdad entre la totalidad de ciudadanos”.

Lo siguió el nacionalista Carlos Moreira, quien empezó su intervención reconociendo cuánto lo inspiró y se identificó con el discurso de Baráibar. Por eso, también aprovechó para referirse al tema de la filiación y a la figura de la “progenitura jurídica”. Para Moreira esto no es más que “una ficción jurídica que se crea para hacerla pasar como legítima” y que “no hace más que reforzar la cosificación del niño, lo transforma en un objeto, ignora completamente el interés superior del niño”.

Posteriormente el colorado Alfredo Solari volvió a retomar el tema de no llamar “matrimonio” al tipo de unión entre dos personas del mismo sexo. “No puede igualarse lo que biológicamente es distinto”, opinó. También propuso fortalecer aquellas familias que “está comprobado que obtienen mejores resultados” en referencia al matrimonio heterosexual, y sostuvo que al apurar la votación “el FA les complicó la vida a aquéllos a los que dice defender, porque esta ley va a generar problemas de interpretación”.

Mármol natural

Los últimos cuatro oradores antes de la votación argumentaron a favor de la ley. Gustavo Penadés, de Unidad Nacional, celebró la naturalidad con la que el tema de la homosexualidad se discute en el Parlamento, algo que, a su entender, refleja que se están viviendo “tiempos de cambio”. Calificó la actitud de Baráibar de “antidemocrática” y criticó a quienes se sorprendieron al enterarse de que legisladores de la oposición iban a acompañar la ley. “Se comieron el discurso de que en un lado están los buenos y del otro los malos”, afirmó Penadés.

El socialista Eduardo Fernández afirmó que esta ley es “revolucionaria para el país” y que “hay que darle a la sociedad los instrumentos para combatir la discriminación”. Recordó las críticas de la Iglesia y lamentó que no hubiera representantes religiosos en las barras. “Ninguna ley es perfecta; si hay que mejorar ésta, la mejoraremos sobre la marcha”, agregó. Otra representante del oficialismo, Carmen Beramendi, respondió a las críticas que apuntaban que la aprobación del matrimonio igualitario pondría en crisis a la institución familia. “Si por “familia” entendemos este orden patriarcal y muchas veces violento que son nuestras familias tradicionales, por suerte la familia está en crisis; es tiempo de crear una nueva familia, más justa, más democrática”, enfatizó la senadora.

Para que sea abril

Cerró las intervenciones el senador blanco Luis Alberto Heber, quien festejó que el tema de la adopción comience a debatirse en el ámbito parlamentario y señaló que esta ley no va contra el orden natural porque “el orden natural es una construcción de los humanos”.

En cuanto a los anuncios del fin de la familia como tal o su crisis, afirmó que “hay muchas familias, y no tienen que ver con la capacidad de procrear. ¿No es familia aquella que no puede o que no decidió tener hijos? ¿Y quienes adoptan?”. Respecto de la adopción, el presidente del directorio nacionalista aseguró que lo fundamental para la crianza de un niño “es el amor, venga de donde venga” y que “hoy en día, ese amor no se los da el INAU”.

La votación fue un trámite. De los 31 senadores votaron a favor 23. Sólo se opusieron los nacionalistas Sergio Abreu, Juan Chiruchi, Eber da Rosa, Francisco Gallinal, Ana Lía Piñeyrúa, Carlos Moreira y Jorge Saravia y el colorado Alfredo Solari.

En las barras hubo festejos pero sin mucha alharaca. Entre otras cosas, porque saben que queda un paso más. El proyecto vuelve a Diputados -el compromiso del oficialismo era darle sanción definitiva en abril- porque en el Senado se le hicieron modificaciones.