A veces, los gobernantes dicen cosas sin querer queriendo, de ésas que les confían a poquitos allegados pero que, por mala suerte, son escuchadas por terceros. A veces, registradas en video y divulgadas a escala masiva. Tras la sorpresa, el público apreciará el chiste, el interesante tema de conversación. Tomará partido a favor o en contra del boquiabierta. El tiempo diluirá el barullo político inicial y su aparente gracia.
En 1994, sin darse cuenta de que la cámara de la Red O Globo lo enfocaba, el ministro de Hacienda brasileño Rubens Ricupero le dijo a la audiencia que había falseado estadísticas sobre inflación y que la Policía reprimiría huelgas. El presidente Itamar Franco le aceptó la renuncia. A Ricupero no le fue mal: fue secretario general de la UNCTAD de 1995 a 2004.
En 2002, Jorge Batlle creyó terminada una entrevista para la cadena Bloomberg sobre la crisis regional. Pero todo el planeta lo oyó: “Los problemas argentinos... ¡una manga de ladrones del primero al último!”. A los dos días, Batlle lloraba ante su par argentino Eduardo Duhalde. Pero las lágrimas pasaron al olvido. La frase del último presidente colorado se reimprime con frecuencia y los periodistas acuden a él para que hable mal de Argentina. We are fantastic.
Ahora le tocó a Mujica, que se refirió a la presidenta argentina como “esta vieja” y a su fallecido marido y antecesor como “el tuerto”.
El incidente fue “sin querer”. ¿Cuál es el “queriendo”?
Mujica se limitó a ratificar lo que todos saben que siente después de dedicar sus primeros meses de gobierno a restaurar el vínculo con Argentina, casi roto por el conflicto ambiental en el río Uruguay y por la estrategia intransigente de su antecesor Tabaré Vázquez, quien llegó a fantasear (por suerte, sólo a eso) con una guerrita. Pero después resurgieron viejas diferencias relativas al transporte fluvial, a las trabas a las exportaciones y al turismo, etcétera, etcétera.
Sin querer queriendo, Uruguay vuelve a disfrazarse de “enano gruñón”, como lo resumió el ex presidente brasileño Luíz Inácio Lula da Silva. No es para tanto. Todos lo saben: Cristina es una linda veterana, Kirchner parecía tuerto y a Mujica le es imposible cerrar la boca.