La Marcha del Silencio del lunes terminó con ruido. Un grupo de manifestantes, entre ellos algunos de Plenaria Memoria y Justicia, organizó un cacerolazo frente a la sede de la Suprema Corte de Justicia, que provocó repercusiones.

A varios militantes no les cayó bien la decisión de organizar una protesta que, en algún punto, se apartaba de la consigna de las ediciones anteriores.

El integrante de Familiares Óscar Urtazún delimita claramente dos momentos: la marcha y el cacerolazo.

La primera, según dijo, “estuvo impresionante” y se destacó por “la conducta de la gente”. En cuanto al cacerolazo, reconoció que integrantes de la organización tenían la información de que se iba a realizar. “Hicimos los acercamientos posibles para que no sucediera pero no teníamos la potestad de marcar lo que se puede y lo que no”, comentó. Agregó: “Siento respeto por lo que hacen los demás, pero hace falta más conversación, porque a veces los medios no son los mejores. Los objetivos fueron válidos, pero a nosotros nos molestó mucho”.

Urtazún se lamentó porque en este caso no quedó “debidamente delimitada la marcha del caceroleo”, que finalmente “desvirtuó el contenido de la marcha”. “Nosotros no renunciamos a los gritos, pero esta marcha tiene otro contenido, otra identidad”, matizó.

Integrantes del PIT-CNT también opinaron sobre este tema. El presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la central sindical, Washington Beltrán, hizo, en primer lugar, una evaluación “tremendamente positiva” de la marcha.

“El cacerolazo es parte de una expresión. Si hay otros que quieren manifestar de otra manera, bienvenido sea, si se hace sin agresión. En mis tiempos los niveles de confrontación eran mayores, llegábamos a darnos fierrazos en el medio de la calle, y pudimos ponernos de acuerdo”, rememoró.

De todas maneras, Beltrán comentó que “muchos creen tener la verdad y lo único que hacen es mirarse el ombligo y pretenden cambiar todo de ese modo”. “El movimiento sindical siempre intentó incidir en la realidad, pero no lo hicimos mirándonos el ombligo”, apuntó. El dirigente del sindicato del gas evaluó que “en estos últimos años hay muchos carroñeros desde el punto de vista político, hay mucho garrón”. Añadió: “Me gustaría saber si ese cacerolazo lo hubiesen convocado ellos, sin la convocatoria propiamente de la marcha, de los de siempre, si hubiera tenido tanta gente. Vieron que iba a haber una multitud y lo aprovecharon”.

Consultado por las críticas hacia el PIT-CNT, Beltrán remarcó que la central “ha sido uno de los protagonistas fundamentales de la lucha contra la impunidad. El que acusa al movimiento sindical de complicidad, o está desconociendo el conjunto de los hechos, o está desequilibrado”.

Los organizadores del cacerolazo rechazan las críticas y reafirman el derecho a manifestarse de ese modo. La integrante de Plenaria Memoria y Justicia Irma Leites explicó a la diaria que hay organizaciones que entienden “que no debe haber silencio sobre estos temas”. “Hemos entendido que es hora de romper esos silencios. Nosotros respetamos la resolución de los organizadores y fundamentalmente de los familiares, pero en esa marcha hay un grito contenido y yo creo que eso se expresó en el cacerolazo”, argumentó.

Leites añadió que “en este país se debe permitir el grito, la protesta, que estalle lo que se quiere decir. La gente estaba contenta. Tenía un grito ahogado en la garganta. Es momento de decir las cosas por su nombre”. Sobre el caceroleo dijo tres cosas: surgió en las redes sociales, Plenaria decidió no adherir y fueron militantes de “muchas organizaciones” quienes la avalaron.

“Hace 18 años que participamos en esa marcha con la discrepancia de que sea silenciosa y creemos que también tenemos el derecho a expresarnos. Así como yo acepto que piensen diferente, creo que se debe aceptar que hay mucha gente que nunca pensó esta marcha de este modo”, manifestó. “Puede haber distintos silencios, por ejemplo el silencio en la tortura es efectivo e imprescindible, pero este momento es de estallido”, expresó Leites y agregó: “No creo que hayamos violentado nada, porque respetamos hasta último momento la terminación del acto”.