Algunas cámaras empresariales están discutiendo la posibilidad de conformar una “confederación” para fortalecer la defensa de la propiedad privada, las instituciones democráticas, el Estado de derecho, entre otros principios que comparten. Según informó ayer el semanario Búsqueda, la idea es impulsada por ex presidentes de las cámaras de Industrias del Uruguay (CIU), de Comercio y Servicios (CNCS) y la Asociación Rural del Uruguay.

Las fuentes citadas por la publicación explicaron que la propuesta consiste en acordar una plataforma común que represente los intereses del empresariado para que “su voz sea más fuerte”. “No tenemos un PIT-CNT empresarial”, señalaron al semanario, en alusión al fortalecimiento de la central de trabajadores durante los gobiernos del Frente Amplio (FA). La nota hace referencia al antecedente que existió durante los años 90, cuando esas tres gremiales empresariales junto a la Asociación de Bancos del Uruguay, la Cámara de la Construcción, la Cámara Mercantil de Productos del País y la Federación Rural habían conformado el Consejo Superior Empresarial, coordinación que desapareció durante el gobierno de Jorge Batlle. Pero las fuentes aclararon que la propuesta tiene dificultades por la lucha interna entre empresarios con posiciones moderadas y los más radicales, contrarios al gobierno del FA.

En opinión del director del Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT, Milton Castellano, la iniciativa que se conoció ayer representa “el anhelo” de algunas cámaras “con una posición históricamente más conservadora y reaccionaria” para tratar de “conjugar el vasto escenario de la multiplicidad de organizaciones empresariales”. Según el dirigente, en la actualidad hay 24 gremiales patronales diferentes negociando en los consejos de salarios, lo que indica que “el arco de empresarios uruguayos es muy importante”.

Por otra parte, “a lo largo de los años y como producto de diferencias internas”, se produjeron importantes desprendimientos de algunas gremiales de las cámaras más grandes, agregó Castellano. Por ejemplo, la Asociación de Supermercados del Uruguay, que es “la organización comercial más importantes del país”, no integra la CNCS.

Castellano opina que lo más preocupante es la “visión retardataria de las relaciones laborales y del desarrollo estratégico y sustentable del país” que tienen las cámaras impulsoras de una confederación.

Divididos

El 13 de mayo el Consejo Superior Tripartito aprobó el reglamento interno de funcionamiento, pero la delegación empresarial votó dividida. La CIU y la CNCS votaron en contra, mientras que las cámaras de la Construcción, Mercantil, de la Alimentación y del Transporte levantaron la mano junto a los delegados del PIT-CNT y el gobierno. Castellano dijo que se trata de una división “nunca vista”, por lo menos desde la reinstalación de los consejos de salarios en 1985, y relacionada con un tema “menor”, pero que refleja “un cuestionamiento al ámbito” y a la Ley de Negociación Colectiva. Para el dirigente, quienes se están tratando de agrupar son los sectores “más conservadores” del empresariado uruguayo y eso “no le hace bien al país”. Por el contrario, “deberían generarse relaciones mucho más amplias, como la que se quiere establecer en la Concertación para el Desarrollo”, impulsada desde el PIT-CNT, concluyó Castellano.

El coordinador de la central de trabajadores Marcelo Abdala dijo que la convocatoria del PIT-CNT a que empresarios medianos y pequeños se sumen a la Concertación “tiene un corte”, ya que está dirigida a “sectores cuyos intereses y negocios puedan confluir con el desarrollo integral del país”. “Aquellos sectores que están en la lógica de ‘a mí me va bien y los demás que se manejen’, no están invitados”, agregó Abdala. Sin embargo, el dirigente dijo que no está seguro de que todos los integrantes de la CIU tengan la misma postura, ya que hay varias gremiales que la conforman que tienen una “actitud distinta” y con las cuales hay “puntos de confluencia”. Abdala también cuestionó que se llame a la creación de una nueva entidad empresarial para “defender las instituciones democráticas” desde algunas organizaciones que “acompañaron el golpe de Estado” de 1973.

Las propuestas de formar federaciones empresariales únicas enfrentan mayores dificultades que las de crear organizaciones de trabajadores. Eso es lo que establecen diversos trabajos sobre relaciones laborales realizados en la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar. Uno de los académicos de la institución, que prefirió no ser nombrado, explicó a la diaria que las dificultades de los empresarios para organizarse representan “un problema estructural histórico del mundo contemporáneo”. Si bien existen niveles de unidad, los empresarios tienen “poder por sí mismos”, y además “compiten entre sí por el mercado”, lo que implica una “tensión” que no existe entre las organizaciones de trabajadores. Según el investigador, “los niveles de acuerdo” entre patronales son “mucho menores” y en las asambleas de la principales cámaras empresariales participan “diez o 15 socios” cuando tienen “a veces cientos de afiliados”. También existen empresas que “no están afiliadas a la gremial de su propia rama” pero sí a la CIU. Los estudios académicos revelan que quienes “marcan la línea política” de las cámaras son las grandes empresas. Sin embargo, reconoce que después de la aprobación “de la Ley de Negociación Colectiva hubo un nuevo impulso” organizativo, pero “sin demasiado éxito”.