-El suyo es un perfil de embajadora de Estados Unidos un tanto particular: es amiga de figuras reconocidas de la cultura, baila salsa en boliches de barrio en Montevideo. ¿Hasta dónde es parte de su personalidad y hasta dónde es una buena forma de ejercer la diplomacia?

-Yo considero mi trabajo manejar la relación bilateral Uruguay-Estados Unidos, que abarca a todos los sectores de la sociedad. Es el gobierno, la sociedad civil, la oposición, la academia, y los uruguayos que conozco. Entonces es muy amplia la idea de quién es la contraparte mía para mover las relaciones. En términos de la relación bilateral, no me puedo quitar el gorro y decir: “Ahora soy embajadora y ahora no”. Siempre soy embajadora. Y en términos de función, siempre estoy funcionando como embajadora, en todos los contextos. Y siempre soy consistente en el mensaje, ya sea con el presidente o en una esquina, en un bar. También tengo que ser yo, porque si no, no hago bien el trabajo. Si no, me aburro y digo cosas en las que no creo, y no puedo hacer el trabajo bien porque no puedo convencer a nadie, porque no soy buena en mentir. Frecuento espacios que quizás no son tradicionales de un embajador norteamericano porque yo no tengo típico perfil de esa persona que ha venido acá históricamente.

-¿Cuál es el mensaje central que usted intenta transmitir?

-La amistad, cómo podemos conocernos y entendernos mejor, y por qué hacemos las cosas que hacemos. Y disfrutar un poco de la relación bilateral compleja que tenemos.

-La izquierda en los últimos años ha estado bastante alejada culturalmente de Estados Unidos. ¿Es una forma de acercarse a esa izquierda?

-Yo no creo eso. Muchos de los movimientos sociales importantes que se categorizan como izquierda han tenido vínculos muy estrechos con Estados Unidos, con universidades, con movimientos civiles en Estados Unidos. Entonces, la idea de que Estados Unidos es una cajita categorizada como de derecha -que para mí no tiene ningún sentido, pero bueno, hay personas que viven la vida muy fácil y les gusta decir que esto es derecha y esto es izquierda- es inconsistente con la realidad que vivimos nosotros en Estados Unidos. Es un país muy complejo y hay personas de diversas experiencias. Su historia, desde la independencia y la lucha por la libertad y la democracia, el republicanismo con “r” pequeña, hasta la liberación de los esclavos, la incorporación del voto de la mujer y la integración social de las minorías, tiene principios que muchas personas aquí incorporan en su política como de izquierda.

-Me refería a que quizás marcó un poco esa relación el papel que adoptó Estados Unidos de apoyo a las últimas dictaduras del continente.

-Hubo una experiencia complicada con las Américas en esos años, por razones geopolíticas de mi gobierno. Yo no estaba en esos años en Estados Unidos pero entiendo que no puedo decir: “Estos años no me pertenecen a mí”. Yo acepto y mi país acepta la realidad de que hemos tenido buenos y malos momentos en las Américas. Los buenos momentos han sido más que los malos. Y la historia es muchas veces más compleja que lo que los historiadores hoy hablan y categorizan.

-¿Qué visión tiene Estados Unidos de José Mujica?

-El presidente Mujica es una persona muy auténtica, con un nivel de respeto y de aprobación dentro de mi gobierno muy alto. Su palabra y sus posiciones reciben mucha atención, porque es reconocido como una persona que habla con integridad y con autoridad. Ésa es la imagen que tienen mi gobierno y muchos sectores de mi país.

-¿Qué imagen tienen de Tabaré Vázquez y de su desempeño como presidente?

-También una muy positiva. En términos de los cambios que se han dado sobre la integración social y el mejoramiento de las condiciones para los sectores que no tenían acceso a lo mínimo, ha sido un progreso muy importante para la sociedad uruguaya.

-¿El Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones (TIFA, por sus siglas en inglés) sigue operativo?

-El TIFA está muy vivo. Nosotros asumimos el diálogo comercial y de inversión dentro del marco del TIFA. Nos da cierto empuje a los dos países para seguir avanzando. Ahora estamos muy interesados y hemos avanzado en asuntos agropecuarios, y ése ha sido el enfoque de mi primer año, tratar de mover esos asuntos. Algunos tienen décadas. La carne ovina y los cítricos son los temas pendientes más importantes.

-¿Por qué cree que aún no se han podido solucionar?

-Hay partes técnicas de todos estos gestos de acceso a mercados que están fuera del control de las autoridades políticas. Los aspectos sanitarios son asuntos científicos: hay personas que tienen que verificar que no va a haber problemas de contagio para la población. Eso duró años. Sé también que, como en todo gobierno, hay burocracias, las cosas, si uno no les da un buen empuje, no pasan. Entonces es cuestión de estar encima de todo esto para que puedan darse. Yo tengo un plan para ver si podemos resolver esto durante mi tiempo como embajadora. Ojalá que sea este año, pero no puedo garantizarlo.

-¿Qué piensa de la decisión de la bancada del Frente Amplio de dejar en suspenso el acuerdo logístico en materia de defensa con Estados Unidos?

-Me sorprendió un poco que el acuerdo de suministro no fuera ratificado, porque se trata de un acuerdo muy particular, para poder autorizar a los países a compartir cosas técnicas cuando sea necesario. Por ejemplo, si hay un helicóptero en el Congo piloteado por uruguayos y le falta un tornillo, nosotros, dentro de ese marco, le podemos dar ese tornillo, sin precio, gratis. Ahora mismo, si le pasa algo en el Congo o en Haití a un soldado uruguayo, no podemos darle esa pieza. Es más para el interés de Uruguay, porque es muy difícil imaginar la situación de que un soldado norteamericano necesite una pieza de un uruguayo.

-Se habla de la posibilidad de la construcción de bases militares.

-Ay, las famosas bases. No tenemos ningún plan, ninguna intención y ninguna idea secreta de poner ninguna base militar en Uruguay. Ninguna, cero, ni una chiquita, ni mediana, ni grande. Nada. ¿De dónde sacan ustedes eso?

-Está en el anexo del acuerdo.

-El acuerdo de suministro es un acuerdo marco que usamos con quintales de países del mundo. No es particular para Uruguay. Y el gobierno lo firmó. Si no se sienten cómodos con esos términos, los pueden quitar. Pero tienen mi palabra de que no tenemos ningún plan, intención ni deseo de tener una base militar acá. Incluso quizás voy a hacer T-shirts para la embajada que digan eso para que no me pregunten, unos stickers.

-¿Ha habido avances en la negociación de un acuerdo marco de defensa que sustituya al de 1953?

-Estamos avanzando poco a poco. Es un acuerdo que trata de incorporar la nueva relación Uruguay-Estados Unidos en términos de cooperación de defensa. El acuerdo de 1953 es otro tipo de acuerdo, que instituye otro tipo de cooperación. Contiene en la introducción cosas que ya no tienen nada que ver, como que la defensa es contra los enemigos, por ejemplo. Nosotros hemos gastado en los últimos tres años unos diez millones de dólares de los norteamericanos en Uruguay en donaciones, apoyando las misiones de paz. Somos el principal socio de Uruguay en asuntos de defensa, y eso quiere decir dinero. La manera en que podemos usar ese dinero es mediante la cooperación establecida en el acuerdo de 1953.

-¿Qué balance hace Estados Unidos de los gobiernos “progresistas” en la región?

-Si definimos progresismo como políticas concretas para resolver los problemas de la gente, en particular la gente que no tiene poder ni recursos -vamos a imaginarnos que ésa sea la definición, y no puramente un blablablá-, creo que se puede ver que ha habido progreso en términos de la disminución de la pobreza en muchos países de América Latina en los últimos 15 o diez años.

-En términos de relación política, Estados Unidos está más cercano a algunos países de la región y más distante de otros.

-Creo que algunos países de la región están menos cerca de Estados Unidos. Nosotros estamos dispuestos a ser amigos de todo el mundo. Si algunos países no quieren, tampoco vamos a forzarlos. Y algunos países, y algunos personas dentro de esos países, viven de eso, de la retórica del otro, de buscar salirse de líos internos que tienen buscando un enemigo. Y nosotros ya no estamos para jugar esos juegos, hay muchas cosas más importantes en el mundo.

-El ex asesor de Barack Obama Dan Restrepo dijo la semana pasada que, en su opinión, Brasil era el gran indeciso de la región.

-Brasil es un socio muy importante de Estados Unidos, en todo. Comercialmente, políticamente, regionalmente. Tenemos tantos acuerdos con Brasil que no se pueden ni contar. Ahora va la presidenta Dilma Rousseff en una visita de Estado a Washington en octubre. Se puede contar quizás con dos manos el número de países a los que se los reciben de esa manera. Yo no lo categorizaría como indeciso. Es un país clave para nosotros.

-¿Cómo evalúa Estados Unidos el rol que está adoptando la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)?

-Hemos tenido buen contacto con la Unasur. Para nosotros es importante que los países se organicen como ellos creen.

-Pero existió la intención por parte de varios países de la Unasur de crear una organización regional sin la presencia de Estados Unidos.

-Si ésa es la razón detrás de la organización, para nosotros no tiene mucha lógica. Porque nosotros compartimos no solamente el continente sino los problemas que tenemos -desde el cambio climático hasta el crimen organizado- y también lo que nos une culturalmente y en materia de identidad. No se puede decir que Estados Unidos no es parte de las Américas en términos de identidad, cuando casi 20% de su población habla español. Y la relación con América Latina en términos comerciales es la más importante que tenemos.

-En cuanto a la visión en materia de política de defensa de los países de la Unasur, aparece el tema de la defensa de los recursos naturales, y allí se señala como potencial “adversario” a Estados Unidos.

-OK. No estoy de acuerdo con ese concepto, pero los países tienen derecho a organizarse como quieran.

-¿Qué piensa del hecho de que varios países quieran sacar a la sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA de Estados Unidos?

-Es un asunto de los miembros de la OEA. Los países de la región tienen el derecho de determinar por mayoría dónde les conviene tener oficinas.

-Uno de los argumentos para esta propuesta es que Estados Unidos no firmó el Pacto de San José de Costa Rica, así como otros tratados de derechos humanos. ¿Por qué Estados Unidos no los ha firmado?

-Nosotros somos miembros de la Comisión, somos los contribuidores financieros número uno del sistema interamericano.

-¿Y eso no es contradictorio?

-No, no es contradictorio. Es una manera de creer en el sistema. Tenemos un sistema de justicia muy particular. La Corte Suprema de Estados Unidos es muy particular en cómo maneja la autoridad externa, las decisiones judiciales externas. No somos miembros de la Corte Internacional de Justicia, tampoco. Es muy difícil para nosotros, por nuestra Constitución, integrar decisiones de cortes extranjeras en nuestra jurisprudencia.

-¿Pero es una cuestión de forma o de concepto? ¿Puede reformarse la Constitución? ¿O se considera que no es bueno tener organismos jurisdiccionales por encima de la Corte Suprema de Estados Unidos?

-Es muy difícil reformar nuestra Constitución. La última vez que la reformamos fue cuando sumamos a Alaska como Estado. Se precisan dos tercios del Congreso y dos tercios de todos los estados, pero ése es otro lío. En términos del rol internacional en asuntos domésticos, sí son importantes las normas internacionales. Pero de nuevo, nuestra Constitución hace imposible o muy raro que incorporemos normas de cortes que no son las nuestras. Es la manera en que siempre hemos vivido. Diferentes países lo manejan de diferente forma. No quiero decir que nosotros somos mejores o peores que ustedes. Las normas internacionales no son parte de nuestra ley y no se pueden aplicar internamente.

-Eso, de alguna manera, es no creer en el internacionalismo.

-Hay personas en Estados Unidos que no creen en el internacionalismo. Especialmente en los países grandes pasa eso. Pregúntale a China si van a aceptar las decisiones de las cortes internacionales. A nivel académico sí hay personas que dicen que estamos equivocados, que estamos buscando una manera de ser solitarios. Y es la realidad, muchas veces nos hemos quitado del mundo. Y en muchas partes de nuestro sistema se ve al mundo con cierta duda. Tienes extremos: líderes y gobiernos que han decidido no tocar el mundo, y otras personas que ven el rol de Estados Unidos en el mundo como muy importante, desde George W Bush a Barack Obama, por muy diferentes razones. En términos de jurisdicción es casi imposible decirte que nosotros vamos a aceptar [ratificar esos tratados], pero es una cosa que no solamente pasa en Estados Unidos. Muchos de los países grandes -Rusia, China, India- son muy importantes en términos geopolíticos, y no quieren engancharse.

-¿Se mantiene la visión de Estados Unidos como Policía del mundo? Porque en los discursos de Obama, si bien hay un cambio claro, permanece un tono en cierto sentido “aleccionador” hacia el resto del mundo.

-Nosotros somos Estados Unidos, para bien o para mal, somos líderes en el mundo, tenemos ciertas responsabilidades. Nos buscan. Somos necesarios, para muchos conflictos en el mundo Estados Unidos está presente por decisión de las partes. Cuando hay un problema, Estados Unidos está presente para buscar maneras de resolverlo. Quizás haya personas a las que no gusta la situación o la solución propuesta. Pero que es relevante, es obvio. Nosotros somos relevantes, somos líderes. Y con el liderazgo viene una responsabilidad enorme, y vienen errores. Pero tomamos decisiones. Porque el mundo nos mira a nosotros y nos dice: “¿Qué dicen ustedes sobre esto?”. Hay que tener cierto coraje, y lo hemos tenido.

-Se cuestiona que además de tomar una posición particular en el discurso, ha habido acciones concretas, por ejemplo en el caso de Siria y Libia, donde Estados Unidos proveyó de armas a la oposición.

-Nada lo hacemos solos. Ninguna de esas posiciones la hemos tomado solos y sin consultar a varias partes y tener mucha información y mucha evidencia.

-El canciller venezolano, Elías Jaua, anunció el lunes la voluntad de su gobierno de restaurar la relación con Estados Unidos. ¿Cómo se recibió?

-Hemos estado tratando de mejorar la relación con Venezuela durante mucho tiempo. En otoño del año pasado hubo un contacto muy importante entre el Departamento de Estado y Nicolás Maduro. Yo creo que ese interés todavía existe, es una cuestión de cómo podemos manejarlo.

-¿Cómo ven el consenso que se logró con los republicanos respecto de la reforma migratoria?

-El borrador todavía está negociándose y hay muchos intereses. Mis padres fueron resultado de la última reforma migratoria. Eran indocumentados, y Ronald Reagan fue el que le hizo el favor al país de normalizar a mis padres. Entonces tengo una postura muy directamente interesada en la reforma que está pendiente. El presidente tiene todo el deseo político de poder hacer esto ya. Creo que el grupo que se ha formado en el Senado de republicanos y demócratas ha sido clave para poder llegar a donde estamos ahora: a una reforma justa y que pueda manejar los intereses de todos los sectores.

-Se cuestiona el poder real que tiene Obama. No sólo por el contrapeso que ejerce el Congreso sino también por la actuación de algunas agencias, como la CIA, que a veces parece actuar en forma independiente de su mando.

-La CIA es una agencia federal que se reporta al Ejecutivo.

-Pero hubo acciones que dieron la pauta de que había un desconocimiento por parte de Obama; lo dicen algunos analistas.

-Ésa no ha sido mi experiencia. El gobierno federal es muy grande, con muchas personas, pero el presidente es el presidente. Y todo termina ahí.