La mayor victoria del capitalismo actual es ideológica, y consiste en haber borrado u opacado en la academia y en la política el concepto de lucha de clases. También apuesta a eliminar el concepto de imperialismo. Tabaré Vázquez es presidente del Consejo Latinoamericano de la Fundación Thomas Woodrow Wilson, formador de liderazgos a nivel global, basado en el ideario nefasto de ese ex presidente de Estados Unidos (1913-1921), quien sostenía la tesis de “apoyar” a los gobiernos “buenos”. Pero que si no lo eran, se ocupaban o intervenían, como sucedió en México, Haití, República Dominicana o Cuba.

Allí Vázquez sostiene juicios opuestos a los de la izquierda, y, después de hechos que agitan al mundo, ridículos. Se preocupa porque para Estados Unidos “pareciera que como no somos un problema, dejamos de ser una prioridad”. O peor, que la región dejó de ser un “patio trasero [y pasó a] ser terreno baldío o campo ajeno”. Y remata: “Creo que ya es tiempo de dejar de pasarnos cuentas”. Justifica las críticas por ser “imperialista”, pero eso ha cambiado. “¿Lo criticábamos por criticarlo o lo criticamos porque queríamos que cambiara de actitud? Entonces si criticábamos para que cambie de actitud y Estados Unidos cambia de actitud, puede haber la actitud de un nuevo relacionamiento” (Búsqueda, 27/6/2013).

La Cumbre del Mercosur ha tenido en cuenta el atropello europeo a Evo Morales tras la presión estadounidense, el espionaje de Estados Unidos en América Latina, en especial sobre Brasil, y el regreso de Paraguay al Mercosur tras el golpe defendido por Estados Unuidos y sus testaferros. Muy fresco, Vázquez resalta el concepto reafirmado por John Kerry, del Departamento de Estado de Estados Unidos, que caracterizó al Hemisferio Occidental (y no sólo a América Latina) como el patio trasero de su país.

La conducta imperialista se agrava con la crisis del sistema. Ya no sólo desconoce el derecho internacional y los derechos humanos básicos en el exterior, con prisioneros en Guantánamo sin procesar, o con muertes provocadas por los drones. Las revelaciones de Edward Snowden demuestran que Estados Unidos reencarna la novela 1984, de Orwell. El presupuesto de Inteligencia en 2009 es más de 21 veces superior al de 2001. El gobierno de Obama -como el de Bush- espía a su pueblo, a países “amigos” (Jordania, Alemania, Egipto, Brasil) y a posibles enemigos.

Mientras Uruguay comparte las resoluciones condenatorias del Mercosur, las declaraciones de Vázquez ofenden la trayectoria antiimperialista de la izquierda. Como presidente consideró que el entonces candidato del Frente Amplio (FA), José Mujica, decía “estupideces”. ¿Reconocerá ahora sus “estupideces”? No lo ha hecho y se ha convertido en portavoz de los sectores conciliadores (por no decir aliados) con el imperialismo y el gran capital trasnacional. Él manda al modo patronal (“yo mando, ustedes obedecen”), y no titubea constantemente como Mujica. Es que en el FA hay estilos, modos de obrar y pensar, que expresan enfoques de clase diferentes. El de los “empresarios” o burgueses medios (y no tan medios) que han comenzado a reunirse en sus eventos calificados, preocupados por sus negocios, la mayor tasa de ganancia y el incremento de la explotación obrera, de una parte, muy bien representados por Vázquez y el equipo económico. Y el de los trabajadores y clases populares que discuten, resuelven y defienden sus intereses. Los trabajadores (y los jubilados o estudiantes que en su mayoría se unen a ellos por sus raíces de clase) saben que Trías, Sendic o Arismendi veían en esa burguesía media o “nacional” el límite del bloque popular, límite que definía quiénes eran de un bloque o del otro, precisamente por su conducta ante el imperialismo. Por consiguiente, lo principal no es “ganar” el gobierno como sea, sino saber qué queremos y hacia dónde vamos. Los frenteamplistas defensores de los orígenes fundacionales antiimperialistas, antioligárquicos y contra el gran capital -que ya antes del nacimiento del FA eran valores de la izquierda- rechazan renunciar a ellos. Es hora de construir en el FA un espacio que se enfrente al de los “empresarios” y políticos comprometidos con el sistema. Construir conociendo el mensaje de las calles, campos, sindicatos y barrios. Construir sin aceptar un gobierno divorciado, con vallas, de la sociedad o “equipos económicos” que limiten los salarios pero no las prebendas al capital extranjero. Construir oponiéndose a “ganar” para aplicar políticas de derecha, pero dispuesto a ganar para ahondar la lucha antiimperialista y anticapitalista o -si no es posible- para convertirse en la oposición a gobiernos proimperialistas del color partidario que sean. En las últimas elecciones los partidarios de Astori (propuesto por Vázquez) compararon a Mujica con un “fitito” frente a su último modelo. Pongamos en carrera al nuevo “fitito”.