No es novedad que el complejo pesquero uruguayo tiene problemas de sustentabilidad. La modalidad de uso de la fuerza de trabajo es una de las dimensiones de la problemática.

La forma de uso y explotación de la mano de obra no es casual: la participación del sector pesquero en el mercado internacional de forma dependiente basa sus condiciones de competencia en la sobreexplotación del trabajo como modalidad de reducción de costos e incremento de la tasa de ganancia. Este tipo de inserción determina una estrategia empresarial específica de incorporación y uso de medios de producción y de organización del trabajo.

Las estrategias empresariales están condicionadas por el mercado exportador y por la condición de tomadores de precios. La consigna “más producción en menos tiempo” es la guía de un sector que basa su competitividad en la disponibilidad del recurso y en la intensificación del trabajo.

Según estimaciones de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara), en 2010 el complejo pesquero empleó a 4.165 trabajadores: 1.165 en buques pesqueros industriales y 3.000 en plantas procesadoras. Existe una clara división de género por fase productiva: en la captura predominan los hombres, mientras que en la industria la mano de obra es mayoritariamente femenina, excepto en los cargos de mando y control. En general se trata de trabajadores y trabajadoras de niveles educativos bajos (secundaria incompleta) y con escasas posibilidades de desarrollo profesional.

El proceso de trabajo depende del tipo de pesquería y de su nivel de procesamiento (especies objetivo, artes de pesca, características del buque, proceso industrial posterior). El trabajo (tanto en captura como en procesamiento) se organiza en torno a una cadena de mando con clara división entre jerarquías y funciones.

En la industria el criterio de productividad basado en la velocidad de producción genera una fuerte intensificación del trabajo, concentrando horas en momentos de zafra, ya sea por la prolongación de la jornada laboral mediante horas extras o por la introducción de tecnología y el pago de primas por productividad.

El aumento de la productividad se da sobre un volumen menor de producción y de horas trabajadas en el mes. La consecuencia es la inestabilidad del trabajo, la pérdida de profesionalidad y el sobreesfuerzo en momentos de zafra para acceder a mayores ingresos que complementen la posterior falta de jornales.

La movilidad laboral es la consecuencia más evidente: junto a un sector de trabajadores estables hay otro contingente de trabajadores, con alta rotación, que amortiguan el exceso de trabajo en zafra y luego son expulsados del sector. La movilidad es una respuesta a los bajos salarios y a la búsqueda de mejores condiciones de trabajo.

La formación del salario está vinculada a la modalidad de producción. En la fase captura el salario “a la parte” (según el volumen de captura) y en la industria la remuneración por jornal pautan el bajo nivel salarial en un sector de alta zafralidad.

La pesca es considerada actividad de alto riesgo debido al grado de exposición a accidentes laborales, el desgaste físico, la velocidad de la producción y la exposición a factores climáticos. Estos elementos, junto a la edad de la flota y las deficientes condiciones de mantenimiento de los buques, afectan las condiciones de trabajo.

Según el Banco de Seguros del Estado (2011), entre tres y cuatro de cada diez tripulantes sufren un accidente laboral en el año. En la fase industrial el trabajo monótono, repetitivo, en ambientes húmedos y fríos expone a los trabajadores a factores de riesgo. En la principal empresa industrial del sector el disciplinamento de la fuerza de trabajo y la represión sindical han sido llevados a sus límites.

La merma en el número de unidades de pesca (113 en 1999 contra 84 en 2010) ha sido acompañada por la reducción del empleo en la fase de captura (1.502 empleos en 1999 contra 1.165 en 2010). En las plantas, desde 1980 se han reducido las horas trabajadas y el personal ocupado debido a la disminución del stock de producción, la incorporación de tecnologías de procesamiento industrial a bordo y la disminución del valor agregado incorporado al producto. Los procesos industriales (con excepción de pocas empresas) se han simplificado con la consiguiente pérdida de calificación y oficio.

Reducción de los empleos, mayor zafralidad, duras condiciones de trabajo, bajos salarios y escasas posibilidades de desarrollo profesional: expresiones de una modalidad de uso de la fuerza de trabajo que es condición y consecuencia del actual modelo pesquero. Otra de las razones para intentar un esfuerzo colectivo que permita diseñar un nuevo modelo de complejo pesquero, más sustentable también para sus trabajadores.