“La memoria es el arma más destructiva de la muerte”, escribió Germán Tanco, el nieto de 13 años de Miguel Mato, militante de la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) y último desaparecido de la dictadura uruguaya. El verso surgió hace unos meses, en un momento en que escribir ayudó a Germán a resolver conflictos internos relacionados con la historia de su abuelo. Ayer el texto de Miguel fue citado de memoria por su madre, Verónica Mato, para cerrar su oratoria durante el acto en recuerdo de los 32 años de la desaparición del militante, realizado en el local central de la UJC, ubicado en la calle Batoví.
El 29 de enero de 1982, día de la desaparición de su padre, Verónica tenía cinco años. Recordó que Mato, de 29 años, salió apurado para no perder el 145, el primero de los ómnibus que lo conduciría a la fábrica de Funsa, donde trabajaba en aquel momento; nunca más lo vieron. Mato nació en La Teja, vivió en Villa Española y trabajó también en la empresa Lanza. Coordinó las movilizaciones sindicales con las otras curtiembres de Nuevo París y desempeñó actividades clandestinas en la UJC.
Los militantes comunistas detenidos entre diciembre de 1981 y junio de 1982 que fueron conducidos al centro clandestino La Tablada aseguran haberlo visto y haber escuchado a los represores decir que habría fallecido de un infarto durante la tortura. En cambio, la información que la Comisión para la Paz recabó de fuentes militares no identificadas señala que le dispararon cuando intentaba escapar mientras era trasladado en una camioneta -con el propósito de “marcar” a sus compañeros- al llegar a camino Corrales y Serratosa, y que falleció en el Hospital Militar.
Durante ese período, iniciado tras la asunción de la presidencia de la República de Gregorio Álvarez en 1981, hubo 500 comunistas detenidos, cuatro fallecidos durante la tortura y tres desaparecidos (Omar Paitta y Félix Ortiz, además de Mato), según la información aportada a la diaria por el dirigente Gabriel Mazzarovich.
El secretario general de la UJC, Gerardo Núñez, señaló como un “acto de justicia” la reciente declaración de la Seccional 20 del Partido Comunista del Uruguay como monumento histórico nacional por parte del Poder Ejecutivo. “Es un monumento a la resistencia y al nunca más”, valoró. En su intervención destacó la “vigencia” de la lucha comunista y “no sólo en Uruguay”. “Está en la lucha global, en los partidos comunistas de Brasil y de Chile, peleando por ministerios”, dijo. Entre los presentes, aunque no en primera fila, estaba el subsecretario del Ministerio de Educación y Cultura, Óscar Gómez.
Enseguida de la desaparición, la esposa de Mato, Irma Correa, denunció los hechos en dos seccionales policiales y posteriormente ante la Justicia, pero el caso quedaría amparado por la Ley de Caducidad que se aprobó cuatro años después, durante el primer gobierno democrático. No obstante, el caso quedó excluido de la norma con la resolución presidencial del 30 de junio de 2011, que dispuso la revocación de los actos administrativos por los cuales se había aplicado esa ley. El expediente, radicado en el Juzgado en lo Penal de 8° Turno, fue desarchivado a mediados de 2013 y en diciembre, justo antes de que comenzara la feria judicial, se celebró la primera audiencia, en la que Verónica e Irma contaron lo ocurrido ante un juez, por primera vez en 32 años. La mamá de Mato no estaba en el acto, pero Verónica la hizo presente: “Tiene 92 años y sigue esperando respuestas”.