Son 14, todos hombres. El más joven tiene 28 años y el mayor 58. Visten de azul y en las remeras tienen grabados el nombre y el apellido de cada uno, el de la cooperativa y una bandera uruguaya. La planta industrial está ubicada en el corazón de los históricos talleres de AFE en el barrio Peñarol, en un sector de uno de los enormes galpones donde décadas atrás se fundía metal para reparar locomotoras y vagones.

Apenas interrumpida por la estridencia de la moladora o por el chisporroteo de la soldadura, la radio acompaña el trabajo y canta “Guantanamera”. El horno de fundición, alimentado con biocombustible, está apagado. Cuando se prende, quema todo tipo de chatarra de aluminio, que llega por convenio con la Intendencia de Montevideo (IM) o por recicladores, y el que trabaja en el calor “pierde entre tres y cinco kilos de peso” por jornada, cuenta Gustavo Fuentes, integrante de la Comisión de Planificación de la cooperativa. “Pero los recupera enseguida”, bromea, mientras se señala la boca con los dedos de una mano juntos. Además de haber construido una cabina para pintar, una oficina, un vestuario y dos depósitos, levantaron un comedor con parrillero. Almuerzan todos juntos y el menú de los viernes es asado. En la entrada del galpón, dos trabajadores acopian tierra en un espacio que se parece más a una huerta que a una metalúrgica. El moldeo de las piezas se hace con barro y se termina conformando cuando el aluminio es inyectado por precisos agujeros. Todos ganan el mismo sueldo, laudo de oficial metalúrgico, aunque unos estén con una pala en las manos y otros digitando en un teclado.

“Esto nace en la crisis de 2002, cuando estábamos todos sin trabajo. Nos empezamos a juntar trabajadores vinculados al oficio y nos acercamos a la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines [UNTMRA]. Ahí surgió la idea de generar un proyecto para hacer luminarias en el país”, explica Hugo Domínguez, actual presidente de la cooperativa.

A partir de unos talleres que se realizaron en la sede de la UNTMRA, en los que participaron trabajadores metalúrgicos, técnicos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Udelar) y funcionarios de la Unidad Técnica de Alumbrado Público (UTAP) de la IM, surgió la idea de crear luminarias adaptadas a las necesidades de Montevideo.

En 2004 se firmó un convenio marco entre la IM, la Udelar, por intermedio de la Facultad de Ingeniería, el Instituto Cuesta Duarte (ICD) del PIT-CNT y la UNTMRA, para la elaboración de un prototipo de luminarias.

El ICD trabajó en la viabilidad económica, la Facultad de Ingeniería analizó la parte técnica y la IM “trajo toda la luminaria que tenía en plaza” para estudiarla y “lograr un producto que cumpliera los requisitos técnicos y operativos”, cuenta Domínguez.

“Es importante que hayan participado los trabajadores de la UTAP, porque son los que cambian y reparan la luminaria. Eso fue muy fructífero, porque el que está allá arriba sabe un montón de detalles que los técnicos no”, agrega Fuentes.

“El modelo de luminaria lo desarrollaron en la UTU y cuando todo estuvo pronto se dio la discusión de quién lo podía hacer en Uruguay. En una asamblea que se hizo en una iglesia católica, en la que participaron diversos actores institucionales, germinó la idea de que se podía hacer en el país. Nosotros empezamos a buscar una herramienta jurídica para hacerlo, pero hasta la IM nos decía: ‘¿Dónde está el empresario, el inversor?’”, recuerda Domínguez.

Finalmente, los trabajadores que sabían cómo fabricar el prototipo de luminaria se deciden por armar una cooperativa y comienzan a establecer convenios con varios organismos públicos y a buscar un lugar para montar el taller. “Sabíamos que había funcionado una fundición en los talleres de AFE hasta 1992, que estaba clausurada por contaminación por plomo. Visitamos el lugar y nos pareció bien, pero hubo que tratar el piso con un producto que encapsula el plomo, poner otro piso y, arriba, levantar todo lo demás”, dice Domínguez.

Alumino

La cartelera sindical está bien visible, en la entrada de la planta. En ella hay un afiche del Departamento de Jóvenes del PIT-CNT que dice “No a la baja” y una hoja con los detalles de las finanzas del último mes. En el comedor abundan termos y mates, y en una pizarra se convoca a la elección de las comisiones de Planificación y Social. Como es viernes, crepita el fuego en el parrillero. La comisión de Planificación se encarga de designar a los cocineros.

Profuncoop trabaja, por ahora, sólo para la IM. Para poder presentarse a las licitaciones y competir con empresas multinacionales, solicitó apoyo al Fondo de Desarrollo (Fondes), un instrumento del Poder Ejecutivo que presta dinero a emprendimientos autogestionarios. Los acuerdos firmados con el Fondes implican que cuando la cooperativa recibe un pago de la IM, el fondo se cobra lo prestado.

Pero la idea de Profuncoop es poder competir a un nivel más alto. Ahora tiene una marca denominada Alumino. La cooperativa se asoció con una empresa del país vasco para introducir en Uruguay las luminarias led, una tecnología desconocida en este rubro en el país. “Lo primero que hicimos fueron faroles para el Prado, por convenio modal con la IM, pero después nos empezamos a presentar a licitaciones”, dice Domínguez. De 10.000 luminarias que se licitaron, Profuncoop ganó la fabricación de 3.000.

Dueño trabajando

Domínguez cuenta que es el presidente electo de la UNTMRA, pero está de “licencia”. “Todos estamos afiliados a la UNTMRA. La discusión sobre las cooperativas es nueva en el movimiento sindical. Nosotros somos parte de la clase trabajadora, pero dueños de nuestro trabajo. Durante la huelga de la UNTMRA, a fines de 2011, seguimos trabajando y apoyamos la medida haciendo pintadas y otras cosas. Fue la asamblea del sindicato la que aprobó que lo hiciéramos”, agrega.

Todos los trabajadores de la cooperativa aportan a un “fondo social” destinado a cubrir las necesidades de quienes “pudieran estar enfermos o complicados”, dice Domíguez.

Con el lanzamiento de Alumino, la cooperativa pretende dar un salto para posicionarse como la única marca que hace este tipo de trabajo en Uruguay. La idea es satisfacer el mercado de iluminación en diferentes niveles, “avanzando en el campo de la manufactura del aluminio y de su transformación como material”, según dice el volante que los presenta.