-Usted ha dicho que el FA necesita hacer una autocrítica sobre el caso Pluna. ¿En qué debería consistir?

-Algunas de estas cosas se podrían haber evitado si hubiera habido una colectivización mayor de las decisiones tomadas. Es una cuestión que trasciende totalmente este tema y tiene que ver con cómo se encara la gestión del gobierno de forma colectiva, algo que es una seña de identidad de la izquierda. No debe haber en el gobierno espacios cerrados o en los que haya escasa colectivización de la decisión.

-¿Y en qué momentos hubo falta de colectivización en las decisiones del caso de Pluna?

-Hubo un escaso debate durante todo el proceso, desde que se produjo la crisis de Varig. Éste es un problema heredado, como pasó con COFAC y con la crisis energética. Acá quedó una serie de bombas armadas desde antes de 2005, prontas para estallar, que lentamente se fueron desarmando una a una. Y todos esos temas tuvieron un nivel de colectivización entre la fuerza política, la bancada y el gobierno, que debe ser la impronta para mejorar la calidad de la gestión. Yo no lo vi especialmente [con Pluna]. Hubo escasa colectivización de la discusión y de las decisiones tomadas.

-¿Cree que fue correcta la renuncia de Fernando Lorenzo?

-Es una decisión personal que busca no comprometer al gobierno ni a la fuerza política. Es la actitud que debe tener todo secretario de Estado, porque está claro que, más allá de los hechos, los fusibles son los ministros. Cualquiera de ellos hubiera dado un paso en ese sentido, y habla muy bien de él como persona haberlo hecho.

-¿Y el presidente del Banco República, Fernando Calloia, debería haber hecho lo mismo?

-Es posible, sí. Desconozco los fundamentos por los cuales no ha dado un paso de características similares.

-¿Hay que hacer una autocrítica en materia de educación? ¿Al FA le falta más debate en este tema?

-Sí. Éste es uno de los temas centrales para Uruguay en sus próximos años. Si efectivamente el país pretende seguir creciendo de la forma en que lo viene haciendo, y transformando su matriz productiva, necesita recursos humanos calificados que estén a la altura de ese desafío. Es claro que nuestros recursos humanos no están a la altura de lo que requieren las propias obras de infraestructura que el gobierno impulsa y de lo que requerirá la inversión que está llegando al país. A veces hay una falsa oposición entre la cultura global, que permite a la gente ubicarse y comprender el desarrollo del mundo, y la formación y capacitación para el trabajo. Creo que no hay una contradicción. Pero hay, sobre todo en algunos sectores de la educación, una mirada antigua de los problemas de esta área. Todavía sigue existiendo el enfoque de no educar para el trabajo, porque eso sería educar para que te exploten. Y nosotros, en cambio, queremos educar para el trabajo, para que la gente se forme y acceda a empleos de calidad.

-¿Esa mirada es la misma que tuvo el FA cuando asumió en 2005?

-No. El FA en varios temas ha ido evolucionando en función del ejercicio de gobierno. Éste es un caso y la seguridad es otro. Llegamos con una visión bastante idílica de la seguridad, creyendo que bajando la pobreza y eliminando la indigencia resolvíamos el problema, y nos encontramos con que han aparecido fenómenos que antes no existían, como la pasta base, el narcotráfico y una serie de elementos que no estaban en nuestra agenda en 2005. El plebiscito que se va a desarrollar sobre la baja de la edad de imputabilidad no lo podemos encarar únicamente con el discurso político e ideológico. Además de eso, hay que hacer esfuerzos que incluyen aspectos represivos que no se pueden obviar.

-¿Cree que fue correcto el criterio de José Mujica a la hora de armar su 
gabinete?

-Hubiera sido mejor tener mayor equilibrio entre los pesos electorales de los sectores y las competencias de los compañeros. Históricamente el FA defendió que los mejores vayan a los mejores lugares, y los mejores no son exclusivamente los técnicos, sino también los políticos, o una combinación de ambas características. Aquí hubo una inclinación mayor hacia el respeto de los equilibrios electorales, principalmente al principio de la gestión. Después se fue aprendiendo en el camino, y cuando el presidente encontró que en determinadas áreas no se estaban llevando adelante las tareas de forma adecuada, no tuvo dificultad en remover a personas, incluso de su propio sector político, cosa que seguramente no le fue fácil.

-¿Qué le parece la idea de Tabaré Vázquez de declarar la esencialidad de los servicios educativos?

-A mi entender, las declaraciones de Tabaré sobre ese tema tienen que ver con el contenido que le asigna a la educación en la sociedad, como un agente esencial del cambio. No creo que haya hecho referencia a aspectos jurídicos ni vinculados a los convenios internacionales. Lo que transmitió políticamente es que en su gobierno pretende cumplir ciertos objetivos, y en ese marco comparto que la educación es esencial. Distinto es declarar la esencialidad en la educación, que es otra cosa y en eso no hay dos lecturas posibles.

-¿Cómo ha visto los últimos movimientos que han ocurrido en el PIT-CNT, con Richard Read alineado a la lista 41 de la central?

-En el movimiento sindical se ha ido conformando una importantísima alianza entre las dos corrientes mayoritarias del PIT-CNT, que tratan de darle una conducción racional al movimiento sindical sin abandonar ningún principio, ni valor, ni independencia respecto del gobierno. La frase “somos independientes pero no indiferentes” es un buen resumen de lo que estas dos corrientes, Articulación y el Partido Comunista, han llevado adelante. Hay en ellas una preocupación fundamental por hacerle jugar al movimiento sindical un rol importante en los grandes temas del país, más allá de las reivindicaciones. Esto es algo muy valioso que retoma lo mejor de la historia del movimiento sindical. Frente a estas dos corrientes hay orientaciones francamente minoritarias cuyos perfiles son básicamente reivindicativos. No he percibido, sobre todo por parte de la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado [COFE], más que reclamos de carácter corporativo, a excepción, quizá, de algunos planteos vinculados a la salud pública o a otras áreas en casos muy puntuales.

-Usted también recibió críticas de integrantes del PIT-CNT por decir que había que ajustar los crecimientos de salarios en función de la productividad. ¿Los últimos convenios colectivos tomaron ese rumbo?

-En general, no, y eso es un problema. No hoy, pero lo puede ser a mediano plazo. Uruguay tiene que mejorar el nivel de la productividad y allí tenemos otro mito. Mejorar la productividad no es aumentar la explotación. Aumentar la productividad tiene que significar una mejora de la calidad de empleo, de los salarios y de las condiciones de trabajo. Hay que capacitar a los trabajadores para que puedan ubicarse en los puestos de trabajo que el mercado comienza a ofrecer, que exigen mayor capacitación y formación. Si la economía uruguaya no mejora su productividad, el proceso de crecimiento y distribución no se sostiene. Esto no es responsabilidad exclusiva de los trabajadores, también implica la gestión del empresario: cuánto invierte en tecnología, en investigación y en formación de recursos humanos. Hoy algunos sectores trabajan con tecnología de hace 20 años, y los empresarios no invierten para mejorar la productividad, a veces porque no tienen la competencia necesaria.

-¿Cómo se explica que haya tantos diezmilpesistas?

-Una de mis últimas actividades de 2013 fue concurrir a la fiesta que organizó la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios [FUECYS] a fin de año. Escuché con mucha satisfacción al presidente de FUECYS decir que en el comercio no hay más diezmilpesistas. Cuando se procese toda la información de la última ronda de Consejos de Salarios seguramente se vea que son escasos los sectores que puedan tener salarios inferiores a 10.000 pesos. Además, el 1º de enero de 2015 el salario mínimo nacional ascenderá a ese monto y nadie va a ganar menos. El problema fundamental hoy es atacar la informalidad. Los trabajadores pobres son los que la sufren. No tienen sindicato ni cobertura social. Una de las tareas pendientes en lo que queda del proceso, y que seguramente será materia de análisis del próximo gobierno, será la elaboración de un estatuto del trabajador autónomo, como existe en algunos países de Europa, que le dé al trabajador autónomo el mismo estándar de nivel de cobertura que al trabajador dependiente.

-¿Es una señal de renovación de la VA que usted encabece la lista al Senado?

-Sí. Aquí hubo una decisión clave del senador Enrique Rubio, uno de los principales referentes y teóricos de la izquierda, que ha optado por dedicar sus esfuerzos a esa área, por encima de la gestión político-partidaria. Eso abrió paso a dos cambios que la VA realizó: colocar a Daoiz Uriarte en su presidencia y sustituir el encabezamiento de la lista al Senado. Quizá seamos la única opción que no repita la misma fórmula que en el período anterior, porque los encabezamientos de las listas prácticamente van a ser los mismos.

-Y, en general, ¿los sectores no están postergando el proceso de renovación?

-Hay una generación que aportó muchísimo al FA y construyó el triunfo de 2004, y que en esta instancia va a hacer su aporte final en términos electorales. Me parece que quizá los sectores hayan optado por una actitud más conservadora, jugándose a candidatos que ya demostraron tener un buen desempeño, sin arriesgarse a proponer figuras nuevas. Nosotros hemos optado por el camino de arriesgar y veremos cómo nos va.

-¿El Frente Unido llevará una lista única al Senado?

-Nuestra idea es que en octubre haya una lista del Frente Unido, con acuerdos de integración en una lista común al Senado, o eventualmente con la generación de un sublema junto con otros sectores con los que hemos tenido afinidades.

-Ya resolvieron apoyar la candidatura de Raúl Sendic a la vicepresidencia, mientras que los demás sectores no han tomado una decisión, al menos no formalmente. ¿No es un poco apresurada su postura?

-He visto propuestas del compañero Danilo Astori respecto de Mónica Xavier; es bastante claro. También el MPP anunció que va a proponer un nombre, por lo que llego a la conclusión de que casi todo el mundo ha hecho propuestas, expresas o no, pero todos tienen sus candidatos. Nosotros hemos tenido durante todo este tiempo un proceso de sintonía con Raúl Sendic y el colectivo de compañeros que lo acompaña. Nos parece una figura joven con un buen nivel de respaldo y que puede ser adecuado en esa tarea de intermediación entre el Ejecutivo y el Legislativo. Pero va a ser una decisión del FA y también de él, personal, si es que efectivamente está dispuesto a asumir ese cargo.

-¿Qué le parece la candidatura de Constanza Moreira?

-Tiene todo el derecho de postularse. Es muy valiosa y respetable, y ha usado las herramientas que el FA le ha dado, por lo que no me parece nada mal su candidatura. Surge básicamente de un sector de frenteamplistas de los primeros círculos, más politizados, que sienten cierto nivel de decepción respecto de lo que el FA ha hecho en el gobierno. Con todo el respeto que merece Constanza, creo que sus votantes tienen más una actitud de marcar su descontento e insatisfacción con las dos gestiones del FA, que de apoyar a Moreira, porque no he visto todavía ninguna propuesta de ella que la diferencie sustancialmente de lo que el resto del FA ha planteado. Tampoco he visto en su actuación parlamentaria diferencias notorias, a excepción de algunos temas, como los vinculados a la defensa nacional. El otro día hizo un planteo sobre la necesidad de reformar la Caja Militar que comparto plenamente.

-¿Quién le gustaría que fuera candidato a intendente en Montevideo?

-La confirmación de la alianza blanquicolorada, que seguramente en 2019 sea a nivel nacional, implicará un esquema en el que la izquierda confronta con la derecha unida. Creo que tenemos que utilizar todas las herramientas y un menú de candidatos distintos que reflejen las expectativas de la gente de un recambio en la Intendencia. Hay cierto agotamiento del FA y se necesita una renovación programática y de sus figuras. Aparentemente, ya hay dos candidatos sobre la mesa: Daniel Martínez y Carlos Varela. Creo que falta un tercero y seguramente lo haya.

-¿Por qué tiene tan baja popularidad la administración de Ana Olivera?

-Porque se cometieron algunos errores. Lo del Corredor Garzón fue claramente uno de ellos. Los temas básicos de la gestión deberían estar resueltos a esta altura. También ha habido ciertas indefiniciones o falta de coordinación entre el gobierno municipal y el nacional. Otra cosa que ha sufrido la Intendencia desde el período de [Ricardo] Ehrlich es que una vez que el FA ganó las elecciones nacionales, los principales cuadros de la izquierda fueron a parar al gobierno nacional. Esto generó un vacío que no se repone de un día para el otro.