La convocatoria a la conferencia de prensa del candidato del sector mayoritario del Partido Colorado (PC), Pedro Bordaberry, prometía el anuncio de una “novedosa modalidad de trabajo” para la campaña electoral. Utilizando términos como “participación”, “empoderarse”, “gente común” y “responsabilidad social”, el candidato de Vamos Uruguay (VU) dio a conocer la puesta en práctica durante la campaña electoral del “programa de voluntariado”.

“Éste es un verdadero desafío para nosotros y para el Uruguay: fortalecer la participación y el poder del ciudadano común, de los que menos tienen, pero también del pequeño comerciante, del microempresario, del asalariado, del trabajador público, del trabajador rural”, contextualizó Bordaberry antes de que el coordinador de campaña, Hugo Fernández Faingold, ex vicepresidente durante el segundo gobierno de Julio María Sanguinetti, desarrollara la idea.

Tres para Hugo

-¿Si la pintada es de Propuesta Batllista...? -La vamos a borrar. Y si es de VU, también.

-¿A qué se refiere con voluntariado? ¿Qué tareas le corresponden? -Dentro de la campaña política, todas. No hay ninguna tarea vedada a los voluntarios. La idea es que organicen de acuerdo a sus preferencias; hay personas mayores que prefieren trabajar dentro de una oficina, otras que quieren trabajar en las calles, otras que quieren golpear puertas, hay gente que quiere estar dentro de los comités, gente que quiere estar en las comisiones de programa. Voluntariado es trabajo gratuito, de forma benévola, sin esperar ningún tipo de recompensa. Simplemente, participar.

-¿Eso no es militancia partidaria? -En parte sí. Lo que pasa es que esa palabra se ha degradado mucho, y por militancia se entienden cosas que en la militancia inicial de Batlle y Ordóñez no estaban.

El “cuerpo a cuerpo”, conversar con los vecinos, discutir con la gente y consultarle cuáles son sus problemas caracterizarán el programa de voluntariado. “Pero también preguntarle cuáles de esos problemas más inmediatos, más cercanos, se sienten con la capacidad de resolver, como resolvimos el otro día el problema de las pintadas en el Puente de las Américas”, señaló Fernández Faingold en referencia a la limpieza de las pintadas que el sábado realizaron “voluntarios” de VU.

Otra de las decisiones tomadas por el sector es que “no ensuciarán paredes” de construcciones privadas ni de edificios y espacios públicos. En su lugar, colocarán cartelería que sea “fácil de retirar” una vez culminada la campaña. Pero además, con ayuda de los voluntarios, van a “limpiar” la propaganda electoral de los demás sectores y partidos.

“Cada vez que ustedes vean un muro limpio, recién pintado, habrá sido nuestra acción con los vecinos. Cuando lo vean garabateado y pintado con consignas, fíjense bien quién lo hizo, y saquen sus propias conclusiones. Vamos a señalar también -lo vamos a poder hacer en las redes sociales- quién es el que lo ensucia, lo vamos a ir limpiar y vamos a seguir limpiando esas cosas. Si todos los partidos, en lugar de pintar consignas en los muros, usaran la energía en pintarlos, fíjense qué linda ciudad tendríamos para fin de año, qué ejemplo le daríamos al mundo. Nosotros, los políticos, con nuestra conducta y nuestro actuar tenemos que transmitir valores; no sólo hablar de valores, sino transmitirlos en nuestra forma de proceder”, advirtió Bordaberry.

La norma

En Montevideo, la propaganda en los espacios públicos está regulada por el decreto departamental 33.071, que prohíbe expresamente “toda publicidad” en árboles, pavimentos de aceras y calzadas, columnas de alumbrado público, contenedores de residuos, plazas, parques, playas, edificios públicos, cementerios, monumentos y obras de arte y en cualquier otro componente del mobiliario urbano y el ornato público, con excepción de aquellos lugares donde la Intendencia de Montevideo (IM) otorgue permiso expreso.

A esto se suma un apartado con disposiciones específicas para la propaganda política, sindical o religiosa que se autoriza por medio de anuncios en pantallas, banderas y telas, y para la distribución de volantes y hojas sueltas en la vía pública, que deben contener un “pie de imprenta” y una leyenda que recuerde que no se deben arrojar en la vía pública.

En el caso de la propaganda electoral propiamente dicha, está habilitada por la norma dentro de los 120 días anteriores a una elección nacional, departamental o municipal, “por medio de carteles colgantes a lo largo y a lo ancho de la vía pública, pudiendo utilizarse como soporte las columnas existentes, salvo las de señales de tránsito”. Los carteles deben ubicarse paralelos al eje de calzada, a una altura mínima de 2,5 metros; para los pasacalles se requiere una altura mínima de 4,5 metros.

Esta propaganda no está permitida en las avenidas 18 de Julio y Libertador, ni en la peatonal Sarandí. Tampoco en las plazas Constitución, Independencia, Cagancha, Fabini y de los Treinta y Tres, en el espacio libre delimitado por Bulevar Artigas y la avenida Luis Alberto de Herrera, en la explanada del edificio Libertad, en la explanada de la IM, ni en los espacios declarados Monumento Histórico Nacional o de interés departamental.

Asimismo, los carteles que anuncien actos deben colocarse con una anticipación máxima de tres días su celebración y deben ser retirados por los convocantes dentro de los 30 días posteriores.