En la entrada de la fábrica hay 54 bicicletas colgadas y 76 motos estacionadas. Pertenecen a los trabajadores que ingresan en el turno de las 4.00 y salen al mediodía. Pocos minutos antes de las 12.00 arriban los del turno que se extiende hasta las 20.00, y hay otro -que completa las 24 horas- que finaliza a las 4.00 del día siguiente.

La planta no se detiene nunca porque los hornos no se pueden apagar y tiene líneas que fabrican vajilla, sanitaria y revestimiento.

Esta última está momentáneamente interrumpida y es la línea de producción más automatizada, ya que trabajan varios robots y es donde hay menos operarios, que ahora están distribuidos en los otros procesos. La fábrica abarca actualmente unas cinco hectáreas techadas y emplea a 360 trabajadores. Las últimas incorporaciones de personal no fueron en la planta industrial sino en los yacimientos de Blanquillos (Durazno) y en Florida, de los cuales se extrae materia prima para la elaboración de cerámica. “Calculamos que vamos a necesitar en breve unos 20 o 30 trabajadores más” que provienen de una “bolsa de trabajo” conformada por ex trabajadores, explicó Andrés Soca, secretario de CTC. El crecimiento de los mercados de exportación ha sido fundamental para mantener la producción desde la reapertura el 7 de junio de 2013, a la que concurrió el presidente, José Mujica.

Actualmente se exporta a Argentina, Bolivia, Paraguay, Chile y Estados Unidos, y se está estudiando la posibilidad de entrar a Venezuela y México. Pero para exportar a Argentina hay que sortear dificultades permanentes y en este momento hay cinco embarques de vajilla, por un valor de 350.000 dólares, “trancados” porque en la vecina orilla no firman las autorizaciones correspondientes.

Plato fuerte

La planta fue construida a principios del siglo XX. Primero fue propiedad de Metzen y Cía, luego pasó a ser Metzen y Sena SA y ahora es un emprendimiento autogestionado por los trabajadores por intermedio de CTC. Metzen y Sena cerró en diciembre de 2009 y fue a concurso. Los trabajadores se mantuvieron firmes para evitar que la planta fuera desguazada. De hecho, los anteriores dueños llegaron a alquilar varias casas para “sacar todo lo posible” previo a que tomara posesión de la fábrica la sindicatura designada por el juez de Concurso de 2° Turno, Álvaro González González, que recayó en la Liga de Defensa Comercial.

Posteriormente, los trabajadores comenzaron a realizar el mantenimiento de las máquinas y pidieron al juez, en cuatro oportunidades, el uso precario de la unidad productiva. Luego comenzaron a pensar en cómo conseguir financiamiento para poner a andar la planta.

En diciembre de 2010 montaron un campamento durante 19 días enfrente al Palacio Legislativo para “apurar” la modificación de la carta orgánica del Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU) que abrió la posibilidad para que el Poder Ejecutivo creara el Fondo de Desarrollo (Fondes). En noviembre de 2012, el juez les otorga el uso precario de la planta y de los yacimientos, pero no de los campos forestados, que también pertenecían a Metzen y Sena. Durante 2013, CTC recibió un préstamo del Fondes de 10.800.000 dólares para recuperar la planta y para capital de giro. La primera cuota de este préstamo la tienen que pagar en abril.

Antes de la reapertura, en los años 80, llegaron a trabajar 2.800 empleados y a fines de 2009 eran unos 700. La fábrica tuvo también una línea de producción de azulejos que luego quedó desmantelada. Uno de los principales cambios introducidos por CTC en la planta fue la instalación de una regasificadora. La producción cambió así su matriz energética, que pasó de ser de gasógeno, generado por la quema de árboles, a gas natural y ahora, ante la escasez de éste, a gas licuado de petróleo (GLP) que es “propanado” en la regasificadora para alimentar los hornos. Éstos tienen que llegar a temperaturas por encima de los 1.000 grados centígrados. Soca explicó que, además, la elaboración de gasógeno a partir de la quema de madera generó una enorme pileta de alquitrán como residuo, que aún hoy se mantiene dentro de la planta y no parece ser degradable. El 40% de los costos de producción está en la energía.

“Tenemos expectativas de que la planta regasificadora de Puntas de Sayago permita bajar ese costo a 20%. El problema es cómo llegar hasta que la regasificadora empiece a producir”, explicó Soca.

La CTC quiere generar un fideicomiso que “absorba el precio del gas que hay ahora al que haya cuando se instale la regasificadora”, añadió.
Actualmente el GLP lo compran a Gasur, que cobra “al contado”. “En algún momento toda la planta va a ir a remate como parte del proceso de concurso. Cuando se concrete eso, la cooperativa va a pujar por los bienes que hoy está utilizando”, dijo Luis González, de la directiva de CTC.

Platos rotos

El impacto de la fábrica trabajando a pleno en el pueblo de Empalme Olmos es notorio. “Ahora los comercios tienen varios empleados. Estuvimos desde 2009 cobrando lo mismo, por el seguro de paro, sin aumentos. Ahora los compañeros duplicaron los ingresos que tenían”, expresó Soca. El 90% de los trabajadores vive en el pueblo, cuya estación de trenes se llama Víctor Sudriers. En la plantilla de personal, 30% son mujeres, que se desempeñan sobre todo en la línea de producción de vajilla. “Hay un trabajo de precisión, de finalización de las piezas, que es delicado y las mujeres lo han hecho tradicionalmente mejor que los hombres”, explicó González. Los hombres están vestidos con uniformes azules y las mujeres con túnicas celestes. El más joven de la planta tiene 20 años y el mayor 65. “Es un veterano, técnico ceramista que tiene 40 años acá adentro”, agregó.

Libre circulación

El viernes el PIT-CNT se reunió en su sede con delegaciones de la Central de Trabajadores de la Argentina y de la Confederación General del Trabajo, también de la vecina orilla. Una de las prioridades del PIT-CNT era tratar el tema de las trabas comerciales que afectan a las exportaciones de Uruguay, especialmente las de CTC. Al final del encuentro, las centrales sindicales emitieron una declaración conjunta en la que establecen que “tienen como eje fundamental en su accionar el avance y la consolidación del proceso de integración regional y continental” y que consideran “imprescindible” la construcción de una “agenda bilateral” entre los dos países en temas como “la producción, la matriz energética, el derecho laboral”, y la libre circulación de bienes y servicios. Manifiestan además la “voluntad irrenunciable” de propiciar “la construcción de un marco de diálogo franco y fraterno” entre los dos gobiernos, y que desean “que de una vez por todas, se superen las diferencias sobre la producción de pasta de celulosa”, exhortando a los gobiernos “a que agudicen los esfuerzos para encontrar el acuerdo necesario”.

El trabajo es por momentos muy monótono, en serie. En la línea de producción de vajilla se corta por un momento el trabajo para reunirse con el presidente de la cooperativa, Jorge González, y un técnico. Hay preocupación porque la productividad de la sección tiene que mejorar y por eso se tomaron algunas decisiones que se van a comunicar. “La preocupación es de todos, el colectivo está tratando de mejorar el proceso para evitar una cantidad excesiva de piezas rotas”, explicó Soca. Todo el material que se rompe, se puede reutilizar, volviéndose a convertir en arcilla, pero en cada vuelta el rendimiento se reduce, por lo que lo mejor es que las piezas se hagan “de una vez y para siempre”. En enero la planta facturó unos 700.000 dólares, monto que se espera superar 
este mes.

Sos el plato

El servicio de trenes de pasajeros que llegaba hasta Sudriers fue suspendido por la Admistración de Ferrocarriles del Estado (AFE) en mayo de 2012, por una decisión del entonces presidente del ente, Jorge Setelich. Las razones esgrimidas tuvieron que ver con el estado de los cochemotores Brill, 
con los cuales se hacía la ruta desde Estación Central a Empalme Olmos pasando por Sayago, Peñarol, Manga, Toledo, Suárez y Pando. Las inspecciones de seguridad de AFE revelaron que los viejos trenes, fabricados en 1937, carecían de condiciones mínimas de seguridad. Para los pobladores de Empalme Olmos era un servicio importante para ir y venir hacia Montevideo, ya que el viaje era más barato y más rápido que en ómnibus. “Había mucha gente que iba en tren a estudiar o trabajar en la capital”, dijo Soca, que se queja también por el cambio en dos líneas de ómnibus que pasan por la fábrica. “Fueron dos de las que le sacaron a Copsa, y ahora las hacen SATT y Rutas del Norte, pero con mucho menos frecuencias que antes”, agregó. Por esta razón, CTC tuvo que disponer de una camioneta para ir a buscar trabajadores a Pando, porque para el turno de las 4.00 no hay frecuencias.