-¿Por qué decidiste ser candidata?
-La primera decisión fue aceptar representar a un colectivo que creo que tiene muchísimo para aportar a la política, al Frente Amplio [FA] y al país. La decisión, más que la de ser candidata, es la de aceptar el desafío de representar a Ir.
-¿Por qué a Ir?
-Si bien el interés mío por la política fue acrecentándose con lo que pasó en estos últimos años de mi vida, no había encontrado un espacio político partidario que me motivara. La idea de que fuera un grupo nuevo, que se pudiera participar en su creación, me llamó la atención, además, por supuesto, de que en ideas estábamos afines, y yo a algunos compañeros ya los conocía de la militancia estudiantil. Me interesaron la diversidad de gente, la mirada sobre los distintos temas, la energía, las ganas de comprometerse.
-Los integrantes de Ir provienen de sectores diversos, desde Asamblea Uruguay hasta el Partido Comunista. Los miembros de su directiva no superan los 40 años. ¿El elemento que aglutina es, en parte, la cuestión generacional?
-Creo que la cuestión generacional es muy importante, pero no es todo. Cuando se habla de renovación la idea que viene primero es la edad, y no es sólo eso; es la renovación de ideas, de enfoques, la disposición a mirar los problemas como multidimensionales. El hecho de fomentar la participación de la mujer en política también es una idea renovadora. Sin duda hay un componente generacional importante porque se dio así, no porque sea mejor o peor.
-¿El componente generacional incide en los temas que se priorizan? Hubo hace poco, a la interna del FA, una discusión sobre la importancia de la agenda de derechos que pareció darse en clave generacional.
-Creo que las nuevas generaciones están menos condicionadas. La gente que creció con este enfoque en los derechos tiene una formación diferente por el aprendizaje que se ha dado en el correr de estos años. Sin duda, vamos a ser más sensibles a determinados planteos.
-¿Cuáles son los temas centrales de agenda para Ir en un eventual próximo gobierno del FA?
-Todo lo que tiene que ver con la nueva agenda de derechos nos interesa mucho. Sin duda se han hecho muchos avances, pero también hay que profundizar: ley de interrupción voluntaria del embarazo, regulación del mercado de la marihuana, diversidad, no discriminación. También el derecho al voto de los uruguayos en el exterior, y la cuestión del cuidado ambiental y de cómo se analizan los proyectos -Aratirí, UPM, por ejemplo- en el marco de un modelo de desarrollo. Las cosas no pueden ser a cualquier costo. No alcanza con ver únicamente los beneficios que nos puede proporcionar un proyecto de esa naturaleza, sino contrastarlo con el modelo productivo y de desarrollo que queremos y ver hasta dónde estamos dispuestos a arriesgar, evitando los análisis fáciles del sí o no.
-¿Por qué eligieron a Constanza Moreira como precandidata a la presidencia?
-Estos temas, si bien pueden estar planteados por el FA, no necesariamente tienen estos énfasis. Constanza admite la capacidad de renovar los temas. Además está la cuestión de género, que tiene que ver con la participación de la mujer en política, no como un fin en sí mismo, sino para hacer que la política sea más representativa de lo que es la sociedad. Hoy la participación es muy baja y creemos que hace falta la sensibilidad femenina para mirar los temas. Constanza reúne esas cualidades. Se anima a abordar discusiones que ya fueron dadas pero que necesitan una renovación. Creemos además que es sano para la interna del FA que haya diversidad de planteos. Es una cuestión desde el aporte y no desde la contraposición.
-¿A qué obedecen las reacciones en contra de la candidatura de Moreira desde el propio FA? Ella habló de machismo.
-Sin duda que machismo hay. Pero también hay una resistencia a lo diferente, y siempre que se plantean nuevos liderazgos, o cosas que desafíen lo que se viene dando hasta ahora, genera resistencia. No es por un motivo solo.
-¿Qué representa tu figura?
-Eso habría que preguntáselo a los compañeros. Yo siempre soy muy resistente al tema de los simbolismos, se me hace difícil hablar en esos términos. Para mí como proyecto personal no tiene sentido, lo tiene en la medida en que es un proyecto colectivo. Y hago tanto hincapié en eso porque lo que me pasó durante todo este tiempo es que siempre me ha pesado mucho la cuestión personal, y fue un factor decisivo [para aceptar ser candidata] que no fuera un enfoque personal o personalista.
-¿En qué aspectos tu historia personal significa una carga, y en cuáles puede ayudarte en tu vida política?
-Siempre pesa el hecho de ser la nieta de, y pensar que todo está en el apellido. Uno es bastante más que un apellido. El apellido da una identidad; para mí tiene particular importancia por lo que viví, pero creo que soy bastante más que eso. Creo que me puede ayudar mi experiencia personal al momento de enfrentar problemas y adversidades. Yo no he tenido nada fácil en la vida, los últimos años han sido muy duros, pero algo que realmente me movió fue toda esta energía y las ganas de poder aportar en el marco de un proyecto común.
-¿Qué recordás de tu abuelo que pueda serte útil en política?
-Hay un enfoque que le daba mi abuelo a toda esta cosa de historia más pesada, más dura, que compartimos: la desdramatización de las cosas, el continuar a pesar de, el ser además de. Mi abuelo, a pesar de lo que fue su historia política, había decidido que lo que quería hacer de su vida era escribir. Y realmente enfrentó muchas dificultades. En general la gente tiende a encasillar y a decir que si estás en este tema no te podés salir de lo que se espera de vos. Mi abuelo llevaba bien eso, y espero que yo también. Precisamente, uno de los grandes desafíos para mí es no reducir mi vida a la historia que me tocó vivir. Sin duda la va a marcar, sin duda la condicionó y va a estar presente siempre. Pero quiero que eso no me impida seguir adelante con otros proyectos.
-Hablando de encasillar, podría llamar la atención que cuando enumeraste los temas prioritarios no hayas hablado de derechos humanos. ¿Qué lugar le das a esa agenda?
-Para mí es un tema que me va a condicionar en el buen sentido. Creo que se tiene que buscar hasta el último desaparecido, conocer la verdad, trabajar muchísimo en aspectos de la memoria, pero con un enfoque más comunitario y menos el de una minoría que sufrió. Es la minoría más expuesta, pero [la dictadura] fue algo que afectó a toda la sociedad y tiene que ser abordado desde esa complejidad, no reduciéndolo a los familiares que buscan a sus desaparecidos. Hay que trabajar muchísimo en la educación. Es indispensable en este tema tener claro cuál es la historia. La búsqueda de los desaparecidos, pero sustentada en una investigación eficaz y pormenorizada. No es un tema resuelto, entonces, no sigamos negándolo.
-¿Qué pensás de las declaraciones del comandante en jefe del Ejército, Juan Villagrán, que dijo que no había más información para aportar?
-En realidad, no es un tema que vaya a definir un comandante del Ejército. He escuchado a muchos comandantes del Ejército decir eso. He escuchado también decir otras barbaridades, negar cosas que después se demostraron con hallazgos. Así que no le doy más peso del que realmente tiene. La búsqueda de los desaparecidos es una cuestión de la política, y el comandante del Ejército está supeditado a esa política de Estado.