La resistencia a los antimicrobianos (entre ellos, los antibióticos) es un problema internacional creciente. Según datos divulgados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cada año mueren 700.000 personas en el mundo por causas relacionadas con este problema. El mal uso de los antibióticos es una de las principales causas de esta situación, porque las bacterias se vuelven resistentes a ellos y las alternativas de medicación son finitas. Para aumentar la conciencia sobre el tema, la Organización Mundial de la Salud estableció, en 2015, que cada noviembre se desarrolle la Semana Mundial de Sensibilización sobre los Antibióticos, que este año comenzó el lunes 12. Por eso ayer, en Presidencia de la República, los ministerios de Salud Pública (MSP), de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), y de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) presentaron algunas de sus acciones en la materia, y se orientan a crear un plan nacional contra la resistencia a los antimicrobianos.
“Siempre fue tema médico, hospitalario”, expresó el ministro de Salud, Jorge Basso, quien resaltó que hay “un problema de toda la sociedad que requiere fuertes políticas interministeriales”. “Tiene consecuencias en la salud humana, en la salud comunitaria, en la producción de alimentos, tenemos consecuencias ambientales”, había dicho minutos antes Roberto Salvatella, asesor de la Organización Panamericana de la Salud. Por eso se habla del enfoque de “una salud”, asumiendo que hay una interrelación entre los problemas del ambiente y los sanitarios, tanto humanos como animales.
Según los datos de la FAO, en los animales se usan 27 clases diferentes de antimicrobianos; no hay datos normalizados sobre el uso mundial de esas sustancias en el ganado, y sólo 89 países tienen sistemas para recopilar datos sobre esa utilización. El titular del MGAP, Enzo Benech, señaló ayer que “los antibióticos son una herramienta para pelearles a los microbios la productividad”, pero acotó que es necesario usarlos con conciencia y responsabilidad. Comentó que, en su secretaría de Estado, las direcciones de Inocuidad de Alimentos y de Servicios Ganaderos elaboraron un plan nacional para la contención de la resistencia antimicrobiana, centrada en la salud animal y las cadenas productoras de alimentos.
Eneida de León, titular del MVOTMA, destacó que la Dirección Nacional de Medio Ambiente está trabajando en metagenómica para dar seguimiento a “las adaptaciones de los genes, causa de la aparición de bacterias resistentes a ciertos antibióticos”. Adelantó que estudios ambientales con técnicas de metagenómica en el microbioma han detectado “que existen reservorios de bacterias, no necesariamente patógenas, pero que son resistentes a los antibióticos de última generación”. Apuntó que “esto podría trasladarse a otros microorganismos patógenos, por lo que hoy se estudia la resistencia en el hospital Maciel”, que puede estar relacionada con la salida de bacterias resistentes al ambiente.
Basso detalló que Uruguay trabaja, desde hace muchos años, como parte de un sistema de vigilancia latinoamericano, que ha establecido una red mundial con “laboratorios centinela”, e “institutos que monitorean cambios de agentes microbianos”, a fin de “establecer alertas y tomar medidas de contingencia. Por otra parte, destacó que la costumbre de “automedicarse es un problema”, y comentó que “en casa de cada uno hay una minifarmacia, y se acude al consumo de estos medicamentos sin una indicación médica” ni los períodos adecuados de administración, lo que “facilita que los agentes que circunstancialmente estén afectando la salud generen resistencia”. Por eso, pidió no consumir antibióticos sin prescripción médica. Dijo que el MSP no sólo vigila los antibacterianos, sino también los antifúngicos –contra los hongos– y los antivirales, porque hay muchas infecciones vinculadas con virus, como el VIH y la tuberculosis.