A medio año de las elecciones internas, los distintos partidos y sectores no tienen completamente definidos los programas de gobierno –la mayoría los terminará entre marzo y abril de 2019–, pero varios han esbozado sus bases programáticas. Tanto en discursos como en negro sobre blanco, la tríada seguridad, trabajo y educación suele ser la que se lleva toda la atención; claro está, con distintos enfoques y énfasis según el color político. Pero hay otro elemento que atraviesa todos los demás: la cultura. ¿Cuáles son las propuestas en esa materia? Averiguarlo no es moco de pavo, ya que hay sectores que todavía se están formando y no tienen a mano algo parecido a un asesor de Cultura. Pero vamos a lo concreto.

En las bases programáticas del Frente Amplio (FA) se señala que la cultura “define los rasgos distintivos de nuestra sociedad” y es un “elemento central de la construcción de identidades, cohesión social y sentido de pertenencia”. “Sometida a las presiones de la globalización hegemónica y a la mercantilización, su desarrollo precisa de la participación activa de la más amplia cantidad de actores sociales y una serie de políticas públicas que garanticen la variedad de propuestas, la igualdad de oportunidades y el apoyo a la creación”, se agrega. Entre los objetivos que se trazan está “crear organismos representativos (consejos o comisiones) capaces de definir y articular las políticas culturales estratégicas en los tres niveles de gobierno: nacional, departamental y municipal”.

En cuanto a la articulación, Roberto Elissalde, ex director de los Centros del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), que ha asesorado en algunos aspectos para desarrollar el programa, explicó a la diaria que la red de directores de cultura departamentales no está totalmente integrada a, por ejemplo, los Centros MEC o las Agendas Municipales de Cultura; que convendría articular, pero eso no quiere decir crear “un parlamento de la cultura”, sino que quienes tengan cometidos vinculados con el área de la cultura puedan conversar para articularlos. No obstante, Elissalde señaló que la falta de coordinación entre políticas culturales “tiene una buena explicación”, al menos “desde el punto de vista político”. “Las políticas de un partido son diferentes a las de otros, y posiblemente tengan diferentes énfasis. A unos les puede interesar más la tradición y a otros la innovación, entonces, a veces esas políticas, por más que se plantea trabajarlas juntos, no se coordinan”, indicó. Además, sostuvo que muchas veces las políticas culturales “orientadas a reproducir la tradición son las preferidas de algunos gobiernos departamentales”, porque son las que les dan la “tranquilidad de que no va a haber cambios en la manera de pensar de la gente”. “Entonces, es una diferencia sustancial entre la izquierda y la derecha: [para la izquierda, la cultura] no es para reproducir lo que hay sino para incorporar lo nuevo que surge en la sociedad”, sostuvo Elissalde.

El Fondo Concursable para la Cultura con destino al financiamiento de Proyectos de Fomento Artístico Cultural fue creado durante el primero gobierno del FA, en 2005, y es uno de los caballitos de batalla del oficialismo en materia de cultura. Elissalde destacó que el fondo ha cambiado desde su creación, ya que, por ejemplo, se le sumó el Fondo Regional. No obstante, dijo que es “imprescindible” mantener la estructura de los fondos, pero evitando que sean secuestrados por “los especialistas”, en referencia a la gente que sabe cómo llenar los formularios –que suelen ser “complejos”– y termina “apropiándose de algo que es para todo el mundo”. Al final “gana la gente que es especialista en llenar formularios”, dice. “Pero siempre estás atrás de la liebre. Ves que nunca ganan los del interior profundo, y buscás una manera de solucionarlo. Siempre hay que estar corrigiendo esas cosas. Pero la estructura de los fondos, que no sean por asignación directa del poder político, vino para quedarse”, sentenció.

Además, consultado sobre si se plantea un incremento del presupuesto destinado a la cultura en el cuarto gobierno del FA, Elissalde dijo que en la Comisión de Programa tratan de resistirse a poner cifras. A veces hay pedidos de cifras, pero no se establecen porque es “irresponsable”. “Podés quedar bien con la gente de la cultura durante un tiempo, pero cuando llega el momento de gobernar, te pasa como con el 6% [del Producto Bruto Interno para la educación]: no llegaste, incumpliste tu promesa, por eso la idea no es poner números”, subrayó.

Elissalde explicó que en el programa del FA se pide “el más alto nivel de institucionalidad posible” para la cultura. Una solución es que el subsecretario del MEC sea el secretario nacional de Cultura. “No está en el programa, pero la conversamos como alternativa, para jerarquizar la cultura a nivel institucional, porque no se puede pedir un ministerio [exclusivo de Cultura] cuando la situación económica no da para eso”, finalizó.

Luis

Uno de los documentos más extensos que hay por ahora en la vuelta son las líneas programáticas del sector Todos, del precandidato Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional (PN), que desarrollan 19 puntos. En el dedicado a la cultura se señala que esta “no es un lujo que las sociedades se dan cuando ya no saben en qué gastar dinero, sino una manera de cultivar vínculos con nosotros mismos”. “A través de la cultura le encontramos un sentido a lo que hacemos, a lo que sentimos, a lo que proyectamos. Por eso la entendemos como un pilar fundamental para la renovación y el crecimiento de cada persona, y para nuestra evolución como sociedad”, se agrega.

En las bases se señala que el primer objetivo de las políticas culturales debe consistir en “ampliar ese acceso a todos los uruguayos”; se afirma que “buena parte de la infraestructura cultural está en mal estado y funciona sin un propósito definido”, y que, a su vez, “Montevideo sigue concentrando una enorme proporción de los recursos, instalaciones y actividades”. Sobre este último punto, Elissalde contestó que la capital tiene casi la mitad de la población del país, y por lo tanto es “obvio” que concentra “gran cantidad de los servicios”. “Yo pasé trabajando para que hubiera oferta cultural en el interior, y sé lo que es, pero no me quejo de que haya un solo auditorio [del SODRE], porque no puede haber auditorios en tres ciudades del país”, explicó Elissalde.

Otra de las críticas que plantea el documento de Lacalle es que “áreas muy vitales de la vida cultural”, por ejemplo, el tango, “han recibido mucho menos apoyo que otras más próximas a las preferencias del oficialismo”. “Las políticas de promoción de la cultura no tuvieron coordinación con las políticas educativas. De este modo se perdió la posibilidad de aprovechar al sistema educativo formal como herramienta para la promoción de la cultura, al tiempo que se perdía la oportunidad de apelar a las prácticas culturales para dar más atractivo a la educación formal”, se agrega.

Sobre el tango, Elissalde destacó que el gobierno del FA fue el que promovió la candidatura de este género como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad; no obstante, confiesa que es cierto que es más difícil que otros géneros. Montevideo Rock y Montevideo Tropical, por ejemplo, mueven “miles y miles de personas”. “Para algunos sectores de la población las letras del tango suenan como viejas, porque no representan el sentimiento actual, y los instrumentos del tango no son demasiado enseñados, por eso se tiene que laburar para fortalecer eso, pero se ha hecho bastante”, señaló, y subrayó que en las actividades que organizan el MEC y algunas intendencias, como la de Montevideo, el tango está presente. El espectáculo Montevideo Tango, por ejemplo, reunió en octubre de 2018 a artistas uruguayos y argentinos en varios escenarios. Elissalde agregó que siempre es discutible si lo que se hace es “mucho o poco”, y piensa que habría que hacer más con la enseñanza del bandoneón, porque no es un instrumento popular (no se venden en el Palacio de la Música, acota). “No va a haber tango si no hay bandoneones, porque el tango que suena a tango, para nosotros, es con bandoneón. Pero no hay una movida de ese instrumento”.

En cuanto a la falta de coordinación entre las políticas de promoción de la cultura y las políticas educativas, Elissalde dice que es relativa, y que gran cantidad de niños del interior han ido a ver espectáculos a Montevideo, porque, como se decía más arriba, “no podemos llevar el teatro Solís al interior”. Además, destacó las políticas vinculadas a la Tarjeta Montevideo Libre, que fue creada por la Intendencia de Montevideo para que estudiantes de cuarto, quinto y sexto de secundaria pública y del Consejo de Educación Técnico Profesional (ex UTU) en Montevideo asistan a espectáculos de teatro, danza, música, cine y carnaval.

A todo esto, la diaria consultó a Pablo da Silveira, asesor de Lacalle Pou, para que expusiera su opinión sobre las respuestas de Elissalde, pero este se negó, aduciendo que el programa aprobado por el FA “es clandestino” y no fue difundido. “Nosotros hicimos un documento de más de 70 páginas; del programa del FA se conocieron dos o tres propuestas por la prensa, pero sólo está el documento previo; entonces, yo no me voy a poner a responder opiniones de gente del FA nuestras bases programáticas cuando no se pueden leer las de ellos. Que hagan público el programa que aprobaron y lo discutimos”, finalizó Da Silveira.

Entre las iniciativas que se plantean en las líneas programáticas de Lacalle Pou está “un plan de promoción de la lectura” que incluya una estrategia de “redescubrimiento” de una variedad de autores que “representan lo mejor de nuestras letras y de nuestro pensamiento”. Además, “una redefinición de la red de museos dependientes del MEC, que incluya la organización de muestras itinerantes con parte del acervo de los museos montevideanos”, y también la “descentralización de parte de las actividades del SODRE”. “Una política de aprovechamiento intensivo de salas del interior del país, mediante la creación de un circuito que incluya vínculos con el litoral argentino y el sur del Brasil” es otra de las propuestas. Por último, “la creación de un fondo para artistas emergentes, dirigido a aquellos que necesitan del apoyo estatal para llevar a cabo o dar a conocer su trabajo”.

Talvi

la diaria consultó en el Partido Colorado por el mismo tema. Ballistas, que lidera las encuestas coloradas, todavía no ha designado un asesor de Cultura, por lo tanto hablamos con Julio María Sanguinetti, líder del sector (y por ahora, virtual precandidato, aunque sin oficializar). El ex presidente dijo que agradecía el interés, pero que prefería no hablar de políticas culturales. La que sí quiso hablar fue Gabriela Pallares, asesora de Cultura del economista Ernesto Talvi, precandidato por Ciudadanos (PC), que señaló que la idea no es desterrar todo lo que hay en materia de políticas culturales ni empezar de cero, “porque hay muchas cosas que son valorables”, como los Fondos Concursables. Quizás “hay que generar un poco más de apertura”, porque tienen una “cuestión reiterativa en los nombres que se ven, pero es una herramienta buena para desarrollar proyectos”.

Pallares dijo que en Ciudadanos está trabajando sobre varios puntos. Para empezar, la cultura como “catalizador social”, tomando como modelo a la ciudad de Medellín, Colombia, donde se instalan bibliotecas y museos en las periferias para que todas las personas puedan acceder. Luego, la cultura como “posicionamiento de la ciudad a nivel urbano”, con presencia del arte “en los espacios públicos” y educación de la gente “que no está formada”. Así, tal como se enseña ecología a niños del “kindergarten”, se les debe dar una noción de cultura desde la primaria para que después, aunque no necesariamente se formen en arte y cultura, lo puedan valorar. Por último, habló del desarrollo de las “industrias creativas” por “calidad y por mérito, no sólo porque se presenten y les ponga un sello”.