El viernes se cumplió un mes desde que Pablo Ferreira terminó la huelga de hambre de 14 días que llevó a cabo en una carpa frente a la Torre Ejecutiva, para reclamar por el reintegro laboral de Luiggina D’Agosto, su pareja, que fue despedida de Alcoholes del Uruguay (Alur) en 2016, luego de su reintegro tras una licencia maternal. D’Agosto dijo a la diaria que Ferreira había levantado la medida con la condición de que se abriera un ámbito de negociación en un plazo de 30 días, que ya transcurrieron. “Estaba el compromiso de autoridades del gobierno, del PIT-CNT y de [el cardenal] Daniel Sturla, pero nunca nos llamaron para ninguna de las instancias de esa supuesta negociación. El jueves me llamó Fernando Pereira [presidente del PIT-CNT] y me dijo que se había cerrado la mesa de negociación sin ninguna salida posible”, indicó D’Agosto, y agregó que en paralelo está realizando un proceso judicial contra Alur por “daños y perjuicios”.

Además, la mujer pidió reunirse con Ernesto Murro, ministro de Trabajo y Seguridad Social, y ayer compareció ante la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados, que venía siguiendo el tema. D’Agosto aseguró que tiene documentación que demuestra que Alur le envió “información falsa” sobre su caso tanto al presidente Tabaré Vázquez como al directorio de ANCAP, ya que señalaron que había entrado a la empresa “de forma directa como asesora legal del directorio”, cuando en realidad ingresó como “asistente de comunicación”. “Entonces, al decir que me habían despedido porque era un cargo de confianza, queda justificado [el despido]. Además –y esto es una opinión personal–, creo que mintieron no sólo para justificar el despido sino también para proteger sus cargos políticos”, sostuvo D’Agosto.

En tanto, el diputado del Frente Amplio Gerardo Núñez, integrante de la Comisión de Legislación del Trabajo, dijo a la diaria que no hubo “muchos avances” en el tema pero que los integrantes de ese cuerpo –sobre todo los que pertenecen al FA– van a seguir insistiendo, porque les parece que lo que reivindica D’Agosto es “justo”.