Suiza, Islandia, Noruega y Liechtenstein tienen algunas cosas en común. Son países relativamente pequeños, no integran la Unión Europea (UE) y son partidarios del libre comercio. Sus similitudes los llevaron a nuclearse, hace más de 50 años, en la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés). Hasta la creación de la UE la asociación llegó a estar integrada por diez países, pero la mayoría migraron hacia el nuevo esquema de integración regional. Una delegación de parlamentarios de EFTA visitó ayer Uruguay y se reunió con sus pares de la Comisión de Asuntos Internacionales del Parlamento y con el canciller Rodolfo Nin Novoa.

En una conferencia de prensa, tanto Nin como la jefa de la comitiva europea, la parlamentaria suiza Karin Keller, destacaron la importancia del libre comercio en tiempos de proteccionismo. “Hemos coincidido en la necesidad de impulsar el libre comercio con reglas justas, claras y transparentes, que eviten una guerra comercial como la que se está vislumbrando en otras partes del mundo y que nos va a perjudicar a todos”, “sobre todo a los países muy pequeños”, declaró el canciller uruguayo. Keller destacó que EFTA tiene firmados 38 tratados de este tipo y opinó que el libre comercio “es la base de la prosperidad internacional”, de “la libertad y el desarrollo humano”.

Mercosur y EFTA expresaron su voluntad de suscribir un acuerdo de libre comercio y ya realizaron tres rondas de negociaciones. La cuarta se llevará a cabo desde el 2 hasta el 6 de julio en Ginebra, Suiza. Keller aclaró que todavía no se trataron puntos sensibles para ambas partes, como la liberalización de los servicios o el intercambio de bienes agrícolas.

Según explicó Nin, se trata de un acuerdo ambicioso, similar en su estructura al que se negocia con la UE. “Va a constar de tres pilares fundamentales: el político, el económico y el de cooperación. Es un tratado que naturalmente tiene como objetivo la posibilidad de intercambiar productos comerciales, bienes y servicios con el menor grado tarifario posible, con altas exigencias en materia sanitaria para los productos agrícolas”, señaló el canciller.

Tanto Nin como Keller se mostraron confiados en que el acuerdo podrá aprobarse en un tiempo breve. Keller destacó que existe “un entendimiento mutuo de las diferentes sensibilidades de cada uno de los países” y consideró que los dos bloques tienen economías complementarias. “Sabemos que el Mercosur tiene sensibilidad con respecto a la producción industrial, y en los países europeos somos sensibles respecto de la agricultura”, manifestó.

El canciller uruguayo destacó que el intercambio con los parlamentarios europeos “es muy importante”, porque serán los encargados de ratificar los acuerdos que suscriban los gobiernos.

Encuentre las diferencias

La jefa negociadora de Uruguay y directora general para Asuntos de Integración y Mercosur, Valeria Csukasi, explicó a la diaria que la EFTA está acostumbrada a negociar “en secuencia” con la UE. “Todos los acuerdos que ha cerrado la EFTA lo han hecho inmediatamente después de que un país cierra un acuerdo con la UE, porque tres de sus países (menos Suiza) tienen una unión aduanera constituida con la UE. Si ellos no cierran un acuerdo inmediatamente después, sus productores y sus exportadores quedan en desventaja con los europeos”, apuntó.

Csukasi aseguró que la EFTA utiliza en general el modelo europeo de acuerdo. “Te piden que te acerques a eso para generar las mismas condiciones para sus exportadores, lo que no significa que el resultado sea idéntico, porque cada negociación tiene sus propias características”, señaló.

Hasta el momento, el acuerdo tiene 11 capítulos: bienes, servicios, compras públicas, normas sanitarias, obstáculos técnicos al comercio, facilitación del comercio, defensa comercial, competencia, normas laborales, normas ambientales, y un capítulo que propuso el Mercosur sobre pequeñas y medianas empresas. “Recién estamos empezando a trabajar en los textos”, aclaró Csukasi.

La directora de la cancillería explicó que la negociación con la EFTA es “un poco distinta” a la negociación con la UE. Pronosticó que será “mucho más sencilla”, porque los países de la EFTA son “mucho más pragmáticos a la hora de pedir”. Esto es así porque “saben que son países más pequeños, saben que no son tan atractivos como destino para las exportaciones porque tienen menos consumidores”. “Sin embargo, para Uruguay puede ser interesante porque son mercados de alto valor adquisitivo, entonces pueden ser buenos lugares de nicho”, destacó Csukasi.

Agregó que otro factor que ayuda a la negociación es la cantidad de países que integran la EFTA, mucho menos que los que integran la UE. “A veces es más fácil cuando negociás con pares, cuatro de un lado y cuatro del otro, pero además, con economías no tan grandes. Eso puede ayudar al desarrollo de la negociación”, estimó la jerarca.