Anoche, en una colmada sala Atahualpa del teatro El Galpón, se entregaron los premios Liber Seregni 2017. Uno de ellos, por su trayectoria, a la ex ministra Azucena Berrutti, que no pudo concurrir (lo recibió en su nombre la secretaria general del Partido Socialista –PS–, Mónica Xavier). Había muchos dirigentes del PS: el intendente Daniel Martínez, su asesor Eduardo Fernández, el diputado Gonzalo Civila y los jerarcas de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto Santiago Soto y Fernando Isabella, entre otros. También asistieron la ministra de Educación, María Julia Muñoz, el vicecanciller Ariel Bergamino y el director del Plan Ceibal, Miguel Brechner, quien entregó un premio a la innovación al equipo de robótica del liceo de Tala. El presidente Tabaré Vázquez y el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, enviaron saludos.

El historiador Gerardo Caetano habló sobre la vigencia del legado de Seregni y propuso recordarlo “como a él le habría gustado, mirando hacia adelante, pensando en la mañana siguiente”, en particular referencia a la presencia de los estudiantes de robótica. “Seregni era un obsesivo por el trabajo con los jóvenes”, dijo, y destacó que la vigencia de su pensamiento puede medirse “en que sus adversarios están preocupados por su legado”. “En la era de la posverdad, empalidecer a las grandes figuras pasó a ser parte de la lucha política”, lamentó, y recordó algunos editoriales recientes “que intentan agraviar la figura del general”. Caetano sostuvo que Seregni habría rechazado cualquier propuesta de participación de los militares en tareas de seguridad interna, y que habría trabajado políticamente para frenar cualquier “intento de posfrentismo”.