El Instituto Nacional de la Juventud (Inju) presenta esta mañana los avances de la cuarta edición de la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud. La encuesta, realizada en 2018, se aplicó a 6.534 jóvenes de entre 12 y 35 años en todo el país y, por primera vez, se incluyeron localidades pequeñas de menos de 5.000 habitantes.
Esta encuesta se hace desde 2008 de manera quinquenal. En comparación con la edición anterior de 2014, se amplió la muestra de jóvenes, duplicando el tamaño, y se amplió el rango de edad. Además, en esta edición se incluyó un “estudio de panel” que permitirá seguir a lo largo del tiempo a la cohorte de entre 13 y 14 años, lo que permitirá ver sus trayectorias de vida.
La encuesta arrojó información sobre temas vinculados con la educación, las tareas de cuidado y la salud sexual y reproductiva, entre otros. En materia de educación, del total de jóvenes que asisten a educación terciaria, 50% es la primera generación en sus familias que accede a este nivel educativo, y del total de jóvenes que terminaron la educación media, 39% viene de familias cuyos madres o padres no culminaron ese nivel educativo. El director del Inju, Federico Barreto, destacó en diálogo con la diaria que se nota un aumento de jóvenes que estudian, y afirmó que este dato refuta el discurso de que existe una “crisis en el sistema educativo”, ya que Uruguay tiene la “mayor matrícula de estudiantes de la historia”.
Uno de los principales cambios respecto de la encuesta anterior es la visión de los jóvenes sobre los roles de género. Mientras que en 2013, 54% estaba en desacuerdo con la idea de que criar hijas e hijos era una responsabilidad “primordial” de las mujeres, en esta edición ese número alcanzó 73%. También crece la disconformidad con la afirmación de que las carreras elegidas por las mujeres no deberían “interferir” con la crianza: 62% se opone a esta idea frente a 51% en 2013.
Opinión sobre el género
“Ese es el cambio más significativo y fue una sorpresa para nosotros”, afirmó Barreto. Según explicó, las diferencias en el cambio de la percepción son “muy grandes” para un período tan corto de tiempo. Valoró que existe una conjunción entre las “nuevas sensibilidades” y el rumbo de las políticas públicas, y puso como ejemplo de esta idea la campaña del Sistema Nacional de Cuidados sobre la corresponsabilidad de género en los cuidados. El director del Inju advirtió que sería una “lástima” que haya un “retroceso de perspectiva de género en las políticas públicas” porque se iría “en contra de las nuevas sensibilidades de las generaciones más jóvenes”.
Esta encuesta muestra también que las tareas de cuidados no recaen solamente en los adultos. Según los datos, 37% de los jóvenes realizan tareas de cuidados, y también se observa una desigual distribución de los cuidados por género: “Mientras que 46% de las mujeres jóvenes cuidan, 28% de los varones jóvenes lo hace”. Frente a la pregunta de cuál es el principal motivo por el que no trabajan, 20% de las mujeres responde que tiene que cuidar a menores de 12 años. Sin embargo, ningún varón joven responde que no trabaja porque debe destinar su tiempo a tareas de cuidados. “Los roles de género se reproducen de generación a generación, con leves cambios. Esto refleja la desigualdad de género vigente y la política tiene que trabajar sobre eso”, recalcó Barreto.
Dentro de las instituciones que generan mayor confianza en los jóvenes están las educativas (67%) y los movimientos estudiantiles (53%). Les siguen los medios de comunicación y la Policía, con 38% cada uno, y la Justicia con 25%. En último lugar están los partidos políticos, con 12%. Si se compara los números con los de la encuesta anterior, la confianza de los jóvenes decreció mayormente respecto de los medios de comunicación, de 53% a 38%.
Barreto dijo que es “una buena noticia” que haya un aumento de confianza en las instituciones educativas y, en particular, en los movimientos sociales. “Es algo que ojalá las instituciones puedan capitalizar y reconocer este rol como agente socializante que tienen ante los jóvenes”, evaluó. Sobre el aumento de la confianza en la Policía, Barreto sostuvo que puede estar relacionado con la “profesionalización de la Policía” y con la intención de disminuir los casos de abuso policial y criminalización de la juventud. No obstante, recalcó que “no es que estas situaciones hayan dejado de pasar”, pero sí que hay “algunos movimientos en donde no se los ve tanto como amenaza y suben los niveles de confianza”.
Si bien este es un dato positivo, la “contracara” es la disminución de confianza en la Justicia, opinó Barreto. Esta reducción, dijo, es un “buen tirón de orejas” para el sistema político, ya que muchas veces se “pone en duda” fallos judiciales o se relativizan, lo que tiene “consecuencias” en la reducción de confianza “en instituciones claves para cualquier sociedad democrática”.
Frente a los discursos que dicen que las generaciones más jóvenes son las que más desconfían en las instituciones, Barreto precisó que es “todo lo contrario”. “Los adolescentes son los que más confían en las instituciones, y esa confianza empieza a disminuir a medida que avanza la edad. De alguna manera se vuelven más escépticos con el tiempo”, adelantó.