“La calle no es un lugar para vivir ni para morir”, es la máxima de Ni Todo Está Perdido (Nitep), el primer colectivo conformado por personas en situación de calle en Uruguay. En línea con su idea de cabecera, este grupo, que actualmente tiene cerca de 40 integrantes, está redactando un proyecto de ley sobre espacios públicos, vivienda y situación de calle, con el fin de modificar la Ley de Faltas. Esta ley, señala la organización, “aborda el espacio público desde una perspectiva de castigo y prohibición y no de derechos y garantías”. El proyecto en el que trabajan, por su parte, engloba distintos ejes temáticos como dispositivos de atención, intervenciones del Estado e incluso abordaje mediático. la diaria conversó con Eduardo Cabrera (EC), Mariana Luzardo (ML) y Susana Fernández (SF) sobre el avance de este proyecto y sobre las expectativas de Nitep de cara al próximo período de gobierno.
¿En qué consiste el proyecto de ley que está elaborando Nitep?
ML: La Ley de Faltas vigente criminaliza a las personas que viven en situación de calle y no tienen más remedio que vivir allí, porque los cupos en los refugios no son suficientes, aunque muchas personas crean que sí. Nosotros lo hemos comprobado porque lo hemos vivido: nos dicen que no hay cupos y tenemos que quedarnos en la calle. Hay 30 camas y se llega a tener 35 personas. La ley dice que los espacios públicos no se pueden usar para dormir, o sea que nos levantan por la noche, de una manera no agradable, y muchas veces terminamos delante de un juez. A nosotros nos parece que eso no es correcto, así como tampoco es correcta la internación compulsiva. Algunas personas terminan en la calle por problemas de salud mental. Nosotros creemos que se puede hacer una ley mucho mejor para todos nosotros.
SF: Queremos que se vea a las personas en situación de calle como personas con derechos y que no se las castigue.
¿Qué aspectos de la vida en la calle aborda el proyecto que están redactando?
EC: Una de las bases es que se respete la libertad del ciudadano que está en una plaza pública, porque todos tenemos derecho a estar en espacios públicos. Y también el respeto a los derechos humanos de las personas en situación de calle. Queremos ser respetados por el otro y también que la ciudadanía entienda, de una vez por todas, que estar en la calle le puede pasar a cualquiera. Los compañeros de Nitep y yo pasamos por situación de calle, pero en algún momento de nuestras vidas tuvimos nuestra casa y nuestras comodidades. A cualquiera de los que nos leen le puede pasar. Esas son algunas de las cosas que planteamos en la ley: no queremos que se trate más a la persona en situación de calle como si fuese un trapo de piso o, como pasa hoy por hoy, que nos corran de los lugares. Ahora viene la temporada turística y a toda persona que está viviendo en la calle cerca de la costa o en el centro la corren. Te patean en la calle, te levantan en una camioneta, te llevan para hacerte un examen médico y te tiran en un refugio donde hay 35 personas durmiendo, como si fueses cualquier cosa.
SF: Por eso la ley que estamos redactando prioriza la posibilidad de la vivienda, la posibilidad de una alimentación mejor, y la educación, con capacitación en oficios y cursos para la gente que está en esa situación.
ML: Y, sobre todo, recuerda que no todos los casos son iguales, porque hay casos de drogadicción, otros de problemas mentales; distintas situaciones. Tiene que haber personas preparadas para trabajar en este tema, algo que en este momento no hay. Si bien hay un equipo de trabajo en el refugio, la situación se le va un poco de las manos, porque no cuenta con las herramientas adecuadas para trabajar, en la medida en que la población es variada y está toda mezclada. No se puede trabajar con tantas diferencias.
¿Cómo debería trabajar el Estado con la población en situación de calle?
SF: Debería haber opciones distintas a las que hay ahora. Sí continuar con los refugios, porque son un remedio, pero se debería manejar otras opciones como las viviendas comunitarias para la gente en situación de calle. También, por ejemplo, otorgar viviendas abandonadas a quien las necesita.
EC: Una de las propuestas que está impulsando el Ministerio de Desarrollo Social [Mides] es el tema de las casas compartidas y, por lo que nosotros tenemos entendido, [el futuro ministro de Desarrollo Social] Pablo Bartol va a trabajar en esa temática en la próxima administración. Nos preocupa saber cómo vamos a quedar parados, si los refugios van a continuar o no, porque estamos cansados de promesas y discursos en los medios. Hubo un muy buen contacto con Bartol, aunque no habló con nosotros, sino que fue a escuchar e interiorizarse de lo que trataba toda esta movida de Encuentros en la Calle, dejó su correo electrónico y quedó un vínculo que es muy importante para el colectivo.
SF: La Intendencia de Montevideo [IM] nos ofreció una casa, que todavía está en veremos y que necesitamos tener ya, por lo menos antes del invierno. Es una casa de 600 metros cuadrados, que para nosotros está bien y también para empezar a hacer algo por la gente que sigue en la calle. Ahí podríamos instalar un comedor de alimentación saludable, brindar cursos y talleres.
Dado que Nitep se define como colectivo político, supongo que el uso de ese recurso irá más allá de brindar un plato de comida o un techo.
ML: Exactamente. Nosotros no queremos un espacio para crear otro refugio ni mucho menos, queremos un espacio para proyectarnos hacia la población de calle y seguir creciendo como sujetos de derecho.
EC: La sociedad pensaba que nosotros no éramos cabecitas pensantes, pero esto se generó por primera vez en Uruguay y acá está la voz viva de que hay personas en situación de calle que tienen la capacidad de pensar y luchar por los derechos.
¿En qué consiste el proyecto de alimentación saludable en el que trabaja Nitep?
ML: Una vez que tengamos la casa que nos ofreció la IM, la idea es hacer un comedor, primero probarlo entre nosotros y después abrirlo para todos. Además, planeamos hacer talleres con las diez computadoras que nos va a donar la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.
EC: Los utensilios de cocina nos los va a donar una escuela de Ciudad Vieja, y otra de las ventanas que tenemos es el Instituto Nacional de Alimentación.
¿Qué expectativas tiene Nitep para el próximo período de gobierno?
EC: Para 2020 vamos a tener diferentes movilizaciones, que ya hay pensadas en el Palacio Legislativo, en plazas; hay una propuesta muy interesante de 200 personas durmiendo en una vereda como símbolo de protesta. Pero la protesta no viene desde la crítica, sino que se propone generar espacios constructivos y que los políticos, de una vez por todas, atiendan esta problemática en serio y se pongan a laburar. Creemos que el gobierno que nos tocó, del Partido Nacional, va a tener diferentes asimetrías y no queremos que se olviden de los más necesitados. Los colectivos tenemos que unirnos todos y pelear por las mismas causas, porque la política es como un tablero de ajedrez: si vos no sabés mover la pieza, te puede jugar en contra y quedás en jaque mate. Es importante juntarnos con colectivos feministas, con colectivos diversos, con todos.
SF: A fines de la dictadura había una coordinación entre los grupos; es algo que habría que rescatar, porque no sabemos cómo pueden venir los tiempos. No importan los colores que haya en el gobierno, lo que importa es que la sociedad toda asuma la responsabilidad en torno a este problema.
ML: Esperamos que el gobierno nuevo mantenga el diálogo con la gente de calle.
¿Qué evaluación les merece la actuación del Frente Amplio, a lo largo de sus 15 años de gobierno, en esta materia?
EC: Hizo cosas positivas. Recuerdo el Plan de Equidad, por ejemplo, la tarjeta Mides, los refugios, que no son una mala experiencia. Se trató de paliar la situación. Pero así como se hicieron cosas buenas, se hicieron cosas malas, por ejemplo, aprobar la Ley de Faltas.
SF: O no se han hecho cosas que deberían haberse hecho.
EC: El Mides tiene un debe grande con nosotros, con el tema de aplicar las políticas sociales desde otra perspectiva y que no quede todo en manos de organizaciones no gubernamentales.