Carlos Iafigliola (Movimiento Adelante), uno de los seis precandidatos del Partido Nacional (PN), se define como un hombre que defiende los valores de la familia. Es uno de los impulsores de la campaña Todos Somos Iguales, con la que pretende someter a referéndum la Ley Integral para Personas Trans (19.684). Afirma que su discurso es “políticamente incorrecto” y que eso ha incomodado a otros dirigentes de su partido, a tal punto que recibió mensajes de los precandidatos Luis Lacalle Pou (Todos) y Verónica Alonso (Esperanza Nacional) para expresar su molestia. En entrevista con la diaria, dijo que seguirá trabajando por su precandidatura pese a que no figura en las encuestas.
¿Cuál es su trayectoria política?
Es buena la pregunta, en estos tiempos en que aparecen algunos paracaidistas. Este año estoy cumpliendo 39 años de militancia. Empecé a nivel social, parado desde los valores cristianos y la fe. Fui integrante del gremio universitario de la Facultad de Ingeniería y en 1989 me eligieron para integrar la Asamblea del Claustro. En esos años empecé a militar en política, primero en el Movimiento Social Cristiano y después en el PN. En 2003 armamos una agrupación propia nacionalista, la Corriente Social Cristiana, y en 2005 fui electo edil por Alianza Nacional. En 2010 volví a ser edil, y en 2013 nos fuimos con el sector de Javier García y Luis Lacalle Pou. En sus listas fui electo diputado suplente, y estuvimos hasta 2017, cuando abrimos el Movimiento Adelante y lanzamos la precandidatura.
¿A quién se refería cuando habló de “paracaidistas”?
En la elección pasada el fenómeno más claro fue el de [Edgardo] Novick [Partido de la Gente] y ahora es el de Juan Sartori [PN, Todos por el Pueblo]. El partido nos pidió que presentáramos una agrupación en cada departamento, y yo cumplí con eso el año pasado, pero debería pedir también otras cosas para postularse en las internas, como ser convencional u haber ocupado un cargo por el partido. Que de buenas a primeras una persona aparezca y, de entrada, quiera ser presidente nos hace un poco de ruido. Lo otro que me hace ruido es que quizá la intención de él es venir a pelear por la presidencia y, en función de los resultados, quedarse o irse. Si Sartori tomó la decisión de dar este paso, que venga para quedarse. Obviamente, se ha abierto caminos porque tiene una billetera gorda, está abriendo puertas de medios, de militantes y dirigentes. No me gusta esta forma de hacer política.
¿Sartori compra a sus militantes?
Yo no digo que los compre, pero está claro que en algunos lugares su respaldo económico hace fuerza. Seguramente alguna gente se esté acercando a él con intenciones personales, por tener dificultades laborales.
Estuvo muy cuestionado el financiamiento de la campaña de Verónica Alonso en las elecciones pasadas, por su vinculación con la iglesia Misión Vida. ¿Qué le parecen esas acusaciones?
No conozco los detalles. Lo que sí es obvio es que en determinado momento el pastor [Jorge] Márquez y la iglesia Misión Vida vieron en ella una candidata a quien respaldar, y ese respaldo le debe de haber aportado votantes. Hoy el yerno [de Márquez], Álvaro Dastugue [Esperanza Nacional], es diputado nacional. Me parece legítimo que decidan respaldarla. Siguiendo con lo del ruido, lo que me hace ruido es la participación, como tal, de una iglesia en la actividad política. Yo soy un hombre de fe católica y me parece bueno que la iglesia dé orientaciones, pero no que tenga un representante dentro de un sector o de un partido político.
¿Nunca pensó en dedicarse al sacerdocio?
Sí, cuando era joven me planteé la vocación sacerdotal en un momento de fe fuerte, pero también tenía una fuerte vocación de servicio en la sociedad. Hice el discernimiento con el sacerdote [Julio César] Elizaga, y él me hizo ver quizá lo que Dios quería para mí era que fuera sal y luz en el mundo.
La encuesta de Factum de febrero de este año no le registra intención de voto. ¿Qué rol quiere jugar en el próximo período, teniendo en cuenta que es muy difícil que sea electo candidato?
Sabíamos que este iba a ser un camino de subida siempre. No se esperaba nuestra candidatura, no teníamos estructura y no tenemos dinero. Fuimos armando la estructura durante todo el año pasado; yo recorrí varias veces el país, me iba en ómnibus de línea y logré armar una agrupación en cada departamento. Voy a seguir para adelante, vamos a seguir hasta el final. Esto de que estemos marcando cero, o que ni siquiera existamos, responde a otra cosa. He emplazado a algunas encuestadoras, y la última fue Factum, a que digan claramente cuáles son las preguntas. Si en el listado [de precandidatos] no me nombran, es muy difícil que las personas que están alejadas de lo político puedan registrar mi nombre. También emplacé a Factum, pero el emplazamiento es en general, a que diga quién pagó la encuesta, porque las encuestas son pagas por alguien, y esa de Factum la pagó Sartori. Capaz que termino con 0% o con 1%, pero reclamo que sean leales y profesionales a la hora de hacer su trabajo. Me preocupa porque eso va condicionando a la ciudadanía. Si bien a mí a esta altura no me entran ni las balas, porque estoy curtido, obviamente me duele y me lastima aparecer con 0%, pero voy a seguir adelante. También critico a los medios de comunicación, o a algunos periodistas o programas, porque me ningunean, no me nombran, no me entrevistan, no me llaman. Sartori viene de la nada, hace dos meses que largó la precandidatura, y lo están llevando a los canales y a los mejores programas. Yo les pido profesionalismo también a los medios.
¿Le parece que falta profesionalismo en los medios de Uruguay?
Sí. En algunos falta, y en otros [los periodistas] están siendo mandados de arriba, vaya a saber por quién. Les dicen: “A este loco no lo entrevistes”.
¿Qué motivo tienen para no consultarlo?
Que el discurso de Carlos Iafigliola es un discurso contra el sistema, políticamente incorrecto, y a algunos no les interesa que prospere mi discurso.
Usted es uno de los promotores de la campaña que busca derogar la Ley Integral para las Personas Trans. ¿Cuántas firmas llevan recolectadas?
No viene todo lo bien que habríamos querido. Largamos en los primeros días de noviembre y tenemos plazo hasta el 25 de marzo, porque los recursos de referéndum se tienen que presentar hasta 150 días después de promulgada la ley a la que se refieren. Necesitamos 2% del padrón electoral (unas 56.000 firmas), y nos están faltando un poco menos de 20.000 firmas. Hoy lo hacemos todo de manera artesanal, sin un peso. No tenemos ni un solo quiosco o puesto pago en ninguna parte del país. Otras campañas pagaban 1.000 pesos por día más comida a muchachos que estaban todo el día ahí.
¿Se refiere a Vivir sin Miedo?
Esa es una de las que tuvieron mucha militancia, porque [Jorge] Larrañaga tiene un movimiento en todo el país. Como movimiento, los únicos que nos sumamos fuimos nosotros: fui el único precandidato que se sumó a la campaña, y con mi estructura recogí firmas en todo el país. Él puso su estructura, tuvo quioscos pagos y publicidad en televisión, y mandó hacer banderas, algo que cuesta dinero. Está bien, es algo que él consiguió y lo puso; yo no lo tengo.
¿Cuánto sale una campaña para la precandidatura?
No tengo ni idea; si la hubiera tenido, capaz que no me habría largado. Lo básico para la interna no debe bajar de 150.000 dólares. Imprimir las listas es una fortuna de plata; nosotros vamos a presentar la lista 252 en todo el país, y una departamental en los 19 departamentos: hice un presupuesto muy en el aire, y me daba un mínimo de 500.000 dólares, pero pensé que si me ponía a mirar eso me quedaba en mi casa. No tengo respaldo de ningún pope, de ninguna empresa, ni de adentro de Uruguay ni de afuera; lo que tengo es una lista de almacén, que lleva el equipo de finanzas, en la que figuran los que colaboran. El pago del alquiler, el agua y la luz de la sede salen del aporte de los compañeros militantes; tenemos una audición radial en Oriental que también pagan los militantes, así como mis recorridas por el interior. Tenía unos pocos ahorros que ya se me fueron. Tuve que tomar la decisión de abandonar la actividad privada para dedicarme de lleno a la política, y hoy la vida de mi familia la lleva adelante mi esposa, que es maestra en dos lugares, y con ese tremendo sueldo vivimos.
Usted propuso que se hicieran debates entre precandidatos, y el directorio del PN resolvió que no era necesario. ¿Qué le pareció esa decisión?
Yo sé que a algunos compañeros del partido eso los puso nerviosos. Dijeron que no nos teníamos que pelear en la interna, pero yo no quiero pelear con nadie: quiero que los seis nos pongamos delante de la ciudadanía y demos una opinión sobre distintos temas.