En el currículum de Edgardo Martínez Zimarioff figura que fue ministro de la Corte Electoral durante 15 años, edil por Montevideo y director administrativo de la Administración de los Servicios de Salud del Estado, en el segundo gobierno de Julio María Sanguinetti. En enero lanzó su precandidatura a la presidencia por el Partido Colorado (PC), donde milita desde muy joven, en el sector Opción Colorada, con la particular propuesta enfocada “a disfrutar de la vida”.
¿De qué se trata en términos prácticos la propuesta centrada en “disfrutar de la vida”?
De que trabajemos con un Estado al servicio de las personas, y no las personas al servicio del Estado. Hoy el Estado es una máquina de impedir: me saca gran parte de mi dinero con los impuestos, no es eficiente para cuidarme –en términos de seguridad–, ni con el retiro de las personas mayores ni con la educación. Por lo tanto, uno de los elementos tiene que ver con recuperar el viejo espíritu batllista; es decir, aquel del Estado al servicio de las personas. Disfrutar de la vida tiene que ver con eso. Vamos a implementar cosas para que la gente viva mejor.
¿Cuáles son esas propuestas, por ejemplo, en el área del trabajo?
Un elemento importante es la flexibilidad laboral. Hoy tenemos leyes, siempre a favor del trabajador, que en realidad muchas veces limitan y complican la flexibilidad del trabajo. Por ejemplo, el horario flexible es una realidad a nivel mundial y en Uruguay encuentra muchas dificultades en cuanto a las horas extras y el trabajo de fin de semana, en lo que tiene que ver con los convenios laborales. Es un elemento interesante que se puede intervenir. Pero otro elemento importante es la carga horaria. Si bien hoy en muchos sectores –como el de la salud– se trabaja seis horas, tenemos una enorme cantidad de trabajos en los que las personas tienen que hacer ocho horas y muchas más porque los salarios son muy bajos y no les rinde. Una de las propuestas es la reducción del horario laboral. Las experiencias internacionales, como las de Francia y Portugal, demuestran que cuando disminuye la jornada laboral aumenta la productividad, porque la gente la siente más liviana. ¿Cuántas personas hacen sebo porque están cansadas y no quieren más nada? Por otra parte, se generan más plazas de trabajo, y al haber mayor cantidad de gente empleada tenés mayores recursos y mayor consumo, y así se genera una tributación más amplia.
¿Qué propone en materia de educación?
Hay un tema de marginación y de gente que escapa del sector educativo. ¿Por qué escapan? Primero, porque es un embole. Los niños y adolescentes naturalmente son inquietos; quieren aprender y saber, pero si les enseñás simplemente de forma académica no se enganchan. Hoy los modelos pedagógicos tienen que ver con la transversalidad: trabajo para llevar adelante un proyecto, y eso implica que tengo aprender matemática, física, etcétera, porque si no, no funciona, pero tiene que ser estimulante. Entonces, se vincula otro elemento: los docentes de la educación pública y gran parte de la privada tienen una carga horaria excesiva, porque los salarios son muy bajos, y si bien secundaria y UTU tienen un tope de 48 horas semanales para los docentes, en los hechos hay docentes que hacen 50 y pico. Incluso que trabajen 48 horas es antipedagógico, porque se necesita no solamente preparar la clase, sino también tener un diálogo profundo con cada uno de los chicos y con los padres, y eso no se da, porque los docentes no tienen tiempo. Entonces, hay que reducir la carga horaria de los docentes sin que pierdan su nivel de ingresos. A nivel internacional se estima que una carga adecuada para un docente de primaria y secundaria debe ser de no más de 30 horas semanales. Pero no alcanza con eso, también es necesario capacitarlos para que puedan aprender los nuevos modelos pedagógicos. Yo soy coach profesional y me dedico a eso desde hace muchísimos años. Una de las cosas que hacemos es el coaching educativo: metodologías para potenciar el desarrollo de las personas.
Esto que plantea es muy a largo plazo.
Asuma quien asuma mañana en el gobierno, nadie va a poder hacer magia y cambiar la cosa de un día para el otro, porque es necesario tocar y remover un montón enorme de elementos, que tienen que ver con la forma en que la gente interactúa en la sociedad, con la estructura del Estado e incluso con el modelo impositivo. Hay que racionalizar el Estado, bajando los costos operativos, analizando qué se está haciendo y cómo. ¿Sirve para algo? ¿Lo podemos cortar? ¿Lo podemos informatizar? Ahí tenemos un ahorro sustancial en el dinero que hoy estamos poniendo de nuestro bolsillo para alimentar al Estado, que lo están haciendo las empresas públicas como UTE o Antel, volcando millones para tapar el agujero. La clave es racionalizar el Estado, algo que es posible porque se hace todos los días en las empresas. Por algo quiebran muchas empresas, porque no han sabido adaptarse a los cambios de mercado.
Pero si se acorta el horario de los profesores y el salario sigue igual, hay que contratar a más docentes, lo que implica más gasto.
Por supuesto, pero por eso no se trata de reducir al barrer. Hay sectores en los que es necesario incrementar las personas. Pero tampoco es fácil. Hace poco, la directora del Instituto de Profesores Artigas [IPA, Bettina Corti] dijo que prácticamente 20% de los alumnos tienen carencias de lectoescritura. Esos son los futuros docentes de nuestros hijos. Te cuento lo que me pasó hace dos años: trajimos a Uruguay a una experta internacional en coaching aplicado a la educación, Esther Peluffo, una de las principales referentes mundiales en la materia, y fuimos al IPA a ofrecerles una invitación para que pudieran participar en la actividad. La directora nos dijo: “Nosotros no hacemos esas cosas yanquis”. Se cerró y nos tuvimos que parar en la puerta para agarrar a los docentes e invitarlos... Entonces, no es reducir porque sí, hay que ver dónde se recorta y por qué. Y en algunos lados hay que incrementar no solamente la cantidad, sino también la calidad de los empleados.
Usted reivindica el batllismo, pero también otros sectores del PC lo hacen: Batllistas, de Julio María Sanguinetti, y Uruguay Batllista, de José Amorín Batlle. ¿En qué se diferencia de esos candidatos?
Sanguinetti es un gran candidato y un gran batllista pero no es el candidato de todos. Si bien en los últimos tiempos atrajo a muchísima gente, no me imagino a un joven de 30 años sabiendo quién es Sanguinetti y escuchando su discurso. Yo no digo que soy el que congrega a las multitudes y a los jóvenes... Sanguinetti es un candidato que va a recuperar muchísimos ex colorados, blancos y gente descontenta, pero hay una enorme cantidad de gente que está esperando otra cosa, otro discurso, que hoy no lo están ofreciendo los diferentes candidatos del PC. Amorín es un candidato insulso que no calienta a nadie; lo vemos en las encuestas, que va cayendo sistemáticamente. Y tenemos a [Ernesto] Talvi, que está haciendo el juego de la oposición: se opone a Sanguinetti, y en esa competencia entre los dos grandes, los chiquitos quedan afuera.
Talvi dice que es la renovación.
Lo dice él. ¿Qué experiencia política tiene? Sin duda es un gran economista, no lo podemos negar: tiene una trayectoria interesante, trabajó para organizaciones internacionales, pero no es un hombre político. No es un hombre con una visión social, ni siquiera es batllista y ni siquiera es un colorado de la primera hora. De mí podrán decir lo que quieran, pero empecé a trabajar en el PC a los 15 años, pintando paredes y doblando hojas de votación. Lo hice toda mi vida porque tengo un sentimiento de servicio social. Fui fundador de la Liga de Defensa del Consumidor. ¿Me hice rico con eso? No, pero logré que hubiera una ley de defensa del consumidor en Uruguay.
¿Qué opina del plebiscito que impulsó el senador Jorge Larrañaga para modificar la Constitución e implementar cambios en materia de seguridad?
Discrepo, porque el Ejército es para otra cosa y hoy tenemos una guardia como la Republicana, y no estoy de acuerdo con la posibilidad de que haya allanamientos nocturnos. Algunos dirán que hay muchos delincuentes que se aprovechan de eso... ¿Vamos a poner de rehén a todo el mundo porque algunos delincuentes se aprovechan de eso? Es el mismo argumento que usa el Ministerio de Salud Pública: sacamos la posibilidad de cambiarse [de mutualista] porque hay unos vivos que se aprovechan de la cuestión. En ese tipo de cosas no se puede estar de acuerdo. La seguridad de la gente no se ataca por ahí sino por las cárceles, la educación y la mejora en los procedimientos del Código del Proceso Penal. También con una Policía que tenga libertad para actuar, dentro de los márgenes de la ley, y que pueda hacerlo. Se ataca con una Policía profesionalizada que tenga muy buenas remuneraciones. No podemos simplificar diciendo que el tema de la violencia se arregla simplemente con sacar el Ejército a la calle, con una guardia nacional o con permitir el allanamiento nocturno. El fenómeno es mucho más complejo y creo que cuando Larrañaga plantea eso está simplificando el problema y realmente no tiene propuestas concretas que ayuden.
¿Cómo ve la denominada agenda de derechos que los sucesivos gobiernos del Frente Amplio han impulsado?
La ley del aborto recoge una necesidad social que era una realidad: quien tenía plata se iba a hacer un aborto al exterior y quien no tenía plata se hacía un aborto informalmente con una partera de barrio. Lo único que hizo eso fue reconocer una realidad social y darles derechos a las personas. En lo que tiene que ver con el matrimonio igualitario... el matrimonio de por sí es entre un hombre y una mujer, pero yo no me meto en la vida privada. Si un hombre quiere casarse con un hombre, que se case con un hombre, y si una mujer quiere casarse con una mujer, que se case con una mujer, porque hay que privilegiar la vida privada de las personas y su capacidad de decisión, más allá de que yo, por mi convicción, crea que matrimonio es un hombre y una mujer. No me opongo a que un hombre se case con otro hombre, porque hay que respetar lo que las personas sienten.
¿Usted dice que el casamiento entre dos personas del mismo sexo no es un matrimonio?
En mi concepto ideal, el matrimonio es entre un hombre y una mujer, pero no estoy diciendo que no al matrimonio igualitario. Eso no deja de lado que yo siga creyendo que el matrimonio óptimo es entre un hombre y una mujer, pero no reniego de que quien sea pueda tener un matrimonio igualitario.