El ex centro de reclusión La Tablada, ubicado en Camino Melilla, fue declarado sitio de memoria. La iniciativa fue impulsada por la Comisión Memoria de La Tablada (Cometa) –integrada por sobrevivientes del ex centro de detención y organizaciones barriales y sociales–, que presentó una solicitud para convertir al otrora centro clandestino en un sitio vinculado al cuidado de los derechos humanos ante la Comisión Nacional Honoraria de Sitios de Memoria.
En la solicitud presentada, la organización detalla los diversos usos que tuvo el edificio a lo largo de la historia. Hasta la década de 1950, el local era un hotel para aquellos que transportaban los ganados hasta el frigorífico La Tablada Nacional y el inmueble pertenecía al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). Desde 1977 hasta 1983, el edificio pasó a ser propiedad del Ministerio de Defensa Nacional y fue utilizado como un centro clandestino de detención y torturas del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas. El sitio también era conocido como “Base Roberto”, un lugar de detención, torturas, abusos sexuales y desapariciones. Se estima que pasaron 200 personas por este centro y 13 detenidos desaparecidos fueron vistos por última vez allí.
Con la vuelta democrática, el predio pasó a manos del Ministerio del Interior (MI) y fue utilizado como un centro de privación de libertad adolescente y una cárcel de adultos. En 2017, el Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (INISA) propuso hacer un complejo carcelario en el predio, pero tras una resolución judicial, en el marco de la investigación de la desaparición de Miguel Ángel Mato, se dispuso una “medida cautelar de no innovar sobre todo el predio y sus edificaciones” mientras continúa abierta la causa judicial y la búsqueda de restos de detenidos desaparecidos.
Ivonne Klingler, ex presa política e integrante de Cometa, dijo a la diaria que mantendrán conversaciones con el INISA, que ya les adelantó que no está interesado en utilizar el predio, y los otros ministerios que administraron el terreno. “Queremos recuperarlo, que la gente pueda ir y enterarse de qué pasó ahí”, dijo Klingler, quien recordó que cuando empezaron a hacer reuniones con los vecinos de la zona un hombre comentó que cuando era adolescente pasaba frente al edificio junto a su padre y este le decía que “agachara la cabeza y no mirara para ahí, incluso si escuchaba gritos”. Para Klingler, este paso es fundamental porque implica resignificar un sitio que fue de “destrucción, despersonalización e impunidad” en un lugar “de respeto y futuro”.
Cometa definió que el edificio central será un lugar destinado al trabajo por los derechos humanos y planea abrir un espacio para que las organizaciones sociales y barriales presenten proyectos para darle otros usos al predio, de más de 80 hectáreas. “Hay muchas propuestas, desde una canchita para niños hasta una especie de escuela para que los jóvenes aprendan a hacer arreos”. También se definió nombrar a los tres caminos que desembocan en La Tablada con el nombre de tres detenidas desaparecidas: Amelia Sanjurjo, Célica Gómez y Carolina Barrientos. “Ponerle el nombre de compañeras desaparecidas cuando la mayoría de las calles tienen nombres de varones es muy importante”, afirmó Klingler.