Está segundo –lejos– o primero –no muy cómodo– en la interna del Partido Colorado (PC), según qué encuesta se mire. El economista Ernesto Talvi, líder del sector Ciudadanos, conversó con la diaria sobre sus propuestas, el futuro gobierno de coalición que tiene en mente, los planteos del precandidato blanco Juan Sartori y alguna que otra cosa más.

Todavía no presentaste el programa de gobierno. ¿Lo siguen trabajando?

Tenemos nueve meses de vida y somos muy serios para trabajar. Hay un equipo de 300 profesionales y técnicos armando el programa de gobierno, que vamos a empezar a presentar de manera formal a partir de hoy. Tengo una trayectoria de 21 años, dedicada al diseño de políticas de gobierno, trabajando con un equipo formidable de gente muy capacitada, viajando por el mundo y viendo cuáles son las soluciones que han adoptado otros países para problemas como los que tiene Uruguay. Así que espero que se reconozca que nuestro discurso está lleno de contenido.

¿Leíste los programas que presentaron los demás precandidatos?

Estamos haciendo un análisis comparativo. Veo con bastante ilusión que con varios precandidatos de lo que va a ser la base de una futura coalición –el Partido Nacional [PN], el PC y el Partido Independiente [PI]– haya coincidencias que me permiten visualizar con optimismo que se pueda construir un proyecto alternativo al que hoy nos gobierna.

¿Por qué no incluís al Partido de la Gente [PG] ni a Cabildo Abierto [CA] en esa coalición?

Toda coalición tiene un núcleo base, y está claro que no los mencioné no por el tamaño de los partidos, porque el PI es un partido relativamente chico comparado con el PN y el PC, pero sabemos de qué va, tiene trayectoria, equipos y propuestas. Entonces, sobre la base de saber qué piensan y qué gente trabaja detrás, uno puede sentarse a una mesa y negociar un acuerdo. A priori, yo no le cierro –y tampoco soy el que va a decidir eso– la puerta a nadie, pero para construir un proyecto alternativo hay que acordar entre quienes tenemos un mínimo común denominador.

¿No sabés qué es lo que piensan en CA y en el PG?

Aún no hay una propuesta desarrollada e integral. Sé lo que piensa el PG en seguridad, sé lo que piensa el ex comandante en jefe [Guido] Manini [Ríos] de los inmigrantes. Pero de ahí a tener un programa de gobierno completo, que abarque todos los temas e implique equipos capacitados y competentes... Gobernar es un asunto serio, no es para improvisados ni recién llegados. En la medida en que tengan representación parlamentaria, seguramente van a estar sentados a la mesa. En el Frente Amplio [FA] también están los que piensan que Venezuela y Cuba son democracias originales y pintorescas, y los que piensan, y no dicen, que Venezuela es una dictadura, pero conviven y logran ponerse de acuerdo en muchas cosas.

¿Qué te diferencia de Julio María Sanguinetti?

En la interna estamos compitiendo todos contra todos, así que la pregunta es qué nos diferencia de Sanguinetti y otros. Nuestra gran diferencia está en que esto es un proyecto político nuevo con características únicas, que vino a mejorar la política para mejorar el país. Es la forma en que se construyó, y eso nos diferencia de todo el sistema político. Armamos nuestra organización político-electoral, y quienes nos representan en los departamentos son gente que está comprometida con el proyecto. No puede venir alguien y decir: “Yo tengo 100 votos en Casupá” o “yo te voy a sumar unos cuantos votos en Montevideo, y pienso que hay que aplicar medidas prontas de seguridad”. No. En Ciudadanos no entrás. Acá entra gente que tiene un compromiso con un proyecto de país. Esto no es una cooperativa electoral para juntar votos. Nosotros vemos la política como una tarea noble, de vocación de servicio. Puede sonar idealista, y lo es, pero no le tenemos ningún miedo. Habitualmente se asocia idealismo con ingenuidad, pero de ingenuos no tenemos ni un pelo.

En tus actos has dicho muchas veces que Uruguay viene de “70 años de decadencia por goteo”. ¿Eso no implica una crítica implícita al PC, que gobernó muchos de esos años?

Estuvimos todos: el PC, el PN, la dictadura militar y el FA, y la realidad es que no pudimos parar la decadencia. Tenemos más bienes materiales, más televisores planos, celulares, autos, computadoras, pero perdimos lo más lindo que tenía este país: nuestra capacidad de convivir y darle a la gente, especialmente a los jóvenes, la oportunidad de construir un proyecto de vida afincados en el país que los vio nacer. Todos los gobiernos hicieron buenas cosas, pero no alcanzó, y si no alcanzó, más vale que lo reconozcamos, porque la cosa va para peor. Te cuento esto que me pasó en San Javier, en Río Negro: una joven de 32 años me dijo: “Quiero que me devuelvan mi Uruguay”. Yo le dije: “¿Tu Uruguay? Es el Uruguay agresivo, crispado, violento y fracturado”. Y, sin embargo, no es el Uruguay en el que ella se reconoce, a pesar de que es el único que vio, porque nuestros abuelos y nuestros padres nos metieron otro Uruguay en la cabeza: el pequeño país modelo, amable y justo, donde la gente convivía en armonía. Yo tampoco lo viví; me lo contó mi padre. Nosotros no nos reconocemos como uruguayos en el país que vemos todos los días. Esto es una pesadilla; no somos nosotros.

Lo que pintás parece la barbarie, el apocalipsis. ¿Realmente lo ves tan así?

No, pero es la resignación, hacer muchísimo menos que lo que podríamos hacer. Esto no es lo que somos. En las curvas de aprendizaje de las pruebas educativas se ve que el quintil superior de ingresos es muy parecido al de Austria y en los dos o tres quintiles inferiores se acerca a Kirguistán, o sea, al peor país de la muestra de las pruebas PISA. ¿Ese es el Uruguay que queremos? Yo quiero un país en el que vivamos todos con dignidad. Por supuesto que eso no implica un igualitarismo obsesivo, pero sí un estado de bienestar como el que construyó don José Batlle y Ordóñez, al que la gente confunde con estatismo, pero es un grave error: los nórdicos tienen estados de bienestar y no son estatistas. Necesitamos una reforma vareliana del siglo XXI, para que cualquier chiquilín que nazca en esta tierra tenga una oportunidad de ser una persona libre y por su esfuerzo pueda llegar, sin importar la geografía física ni familiar en la que nació. Para eso, vamos a tener que revalorizar a los docentes, que son los grandes olvidados, la pieza fundamental del sistema. El docente tiene que ser la persona más admirada y respetada de la sociedad. Eso era así. En los pueblos del interior a la maestra la veneraban, y hoy le andamos pegando cachetazos.

Una de tus propuestas económicas es reducir cerca de 30% el precio de los combustibles y la energía para el sector productivo. ¿Eso no implica menos dinero para las arcas del Estado?

Eso necesita que hagamos algo con las empresas del Estado. Lo que hizo Nueva Zelanda en 1985, cuando tenía los mismos problemas que nosotros. Lo hizo un gobierno de centro-izquierda, laborista: tenían empresas manejadas políticamente, monopolios que abusaban de su poder y trasladaban al precio lo que viniera. Entonces, hicieron unidades reguladoras fuertes que les fijan los precios a las empresas. Luego [cambiaron] los mecanismos de designación del directorio y las altas gerencias, y, junto con otras buenas prácticas de manejo institucional, lograron que las empresas empezaran a producir eficientemente, con servicios de buena calidad a precios competitivos. Pero, para que eso ocurra, necesitás cambiar las reglas del juego. Andá y decile al Parlamento que te vote los recursos para financiar tus pérdidas, así la gente se informa y transparentamos la situación. Hay 1.200 millones de dólares por año para ahorrar por sobrecostos en las empresas del Estado. Tenemos que cambiar la forma en que las regulamos y las hacemos funcionar. Esos 1.200 millones nos permitirían bajar 30% el gasoil y la electricidad, y nos sobrarían 800 millones de dólares para bajar el déficit fiscal. Hubo un ingreso de 50.000 funcionarios en la administración anterior, y el país hoy, lamentablemente, no los puede sostener sin tener un déficit enorme. Entonces, para el próximo quinquenio no vamos a reponer vacantes.

¿Eso no generaría más desempleo?

No, porque, al no reponer vacantes, después de cinco años se generan ahorros que estimamos entre 1.200 y 1.300 millones de dólares, y eso, sumado a los otros 1.200 millones, puede eliminar el déficit fiscal, bajar 30% el gasoil y la electricidad, eliminar por completo el atraso cambiario, generar precios de la energía mucho más competitivos, lo que va a revitalizar de manera muy importante al sector privado. ¿Quién protege a los trabajadores privados? Perdimos 60.000 empleos en los últimos cuatro años y necesitamos crear 10.500 empleos por año para mantener [la tasa de] desempleo constante. O sea que en los últimos cuatro años tendríamos que haber creado algo así como 45.000 empleos y perdimos 60.000, es decir, estamos 100.000 abajo. Ese es el número que hace Sartori, que, a través de hechicería, dice que va a recuperar.

¿Hechicería?

A la gente que perdió su trabajo, que está sufriendo porque no lo recupera, y a la que busca trabajo por primera vez y no lo encuentra no le podés prometer que el paraíso está a la vuelta de la esquina por arte de magia. “Voy a bajar impuestos, pero no voy a tener déficit fiscal, porque con la baja de impuestos voy a generar tal recuperación económica que la recaudación va a aumentar”. ¿Sabés cuántas veces se ha dicho esto? Desde la campaña de Ronald Reagan, en 1980. Los economistas, que estamos estudiando hace muchos años, con gran esfuerzo, cómo se crean empleos, le llamamos hechicería. Si se bajan todos los impuestos y se genera una reactivación económica tan grande que termine con un déficit fiscal menor, ¿por qué no lo hacemos? ¿Son tarados los que están manejando la economía? Podré tener diferencias con el contador [Danilo] Astori y la gente de su equipo, pero si algo tengo por ellos es respeto profesional. Entonces, no engañes a la gente, no juegues con su sufrimiento. A mí me interesa leer programas serios, no titulares que debajo tienen puro aire. ¿Cuál es el equipo [de Sartori]? ¿Quién va a llevar adelante estas propuestas?

¿Quiénes financian tu campaña?

Empresas y personas, en el marco de la ley de financiamiento de partidos políticos [18.485], con los límites que corresponden. Es una campaña austera. Va a costar muchísimo menos que la enorme mayoría de las campañas.

¿Cuánto?

Va a lucir mucho, pero comparativamente no lo es. La campaña para la interna va a costar unos 1.300.000 de dólares.