“No he tenido reuniones de negociación de condiciones. Al revés, lo que he recibido son solicitudes de que me sume a este esfuerzo colectivo por hacer algo nuevo por la ciudad. Después de una administración excelente como la de [Daniel] Martínez, corremos el riesgo de dejar que esto continúe sin saltos”. Son palabras del neurocirujano Álvaro Villar, de 56 años, director del Hospital Maciel desde 2012. Es uno de los posibles candidatos para la Intendencia de Montevideo (IM) por el Frente Amplio (FA), que ya cuenta con el apoyo oficial de Fuerza Renovadora, el sector liderado por Mario Bergara, y de Alianza Progresista, y todo indica que por el mismo camino seguirá el Movimiento de Participación Popular.
Sos el único de los posibles candidatos del FA a la IM que no tiene un perfil político. ¿Cuáles creés que son los pro y contras de eso?
Primero que no fue un objetivo previsto. Hay cosas por las que luché siempre y creo que se puede encarar la neurocirugía como una actividad social dentro de la cual una de las claves es buscar hacer las cosas lo mejor posible y atender al paciente de la forma que se merece y que tiene derecho. Es una forma de encarar la profesión desde el punto de vista social. Cuando en 1999 el doctor Ciro Ferreira nos planteó a Alejandro Tarigo y a mí la construcción de un centro en Tacuarembó dentro de un hospital público, lo vimos como una tarea social y yo sentía que era coherente con lo que había defendido siempre. Al ir a la dirección del Maciel también fue así. Es decir, que mi lugar para tratar de cambiar las cosas era ese. En el pizarrón del Maciel tengo una frase de [José] Mujica que me impactó mucho la primera vez que la leí: “Antes trataba de cambiar el mundo, ahora trato de cambiar mi vereda”. Vos no estás renunciando a cambiar el mundo, pero entendés que para poder cambiarlo tenés que cambiar tu vereda, que no hay cambio si en lo que hacemos cotidianamente no podemos cambiar. Así que en todos estos años he defendido las mismas cosas en cada lugar. Nunca me propuse la independencia sectorial. La dirección de un hospital es un cargo técnico y a pesar de eso puede tener un contenido social.
Más allá de eso, no sos tan conocido como alguien con perfil político. ¿Creés que te puede jugar en contra a la hora de sumar votos?
Yo puedo ser conocido en un sector, pero por supuesto que si uno quiere ganar la IM tiene que hacerse conocido por todos los montevideanos. Ese es un desafío que tengo, pero junto con eso creo que es muy importante para qué. Eso es lo primero: para qué querés hacer esto, qué es lo que estás buscando: ¿una cuestión personal o un sueño colectivo? Yo nunca estuve en el Maciel porque quería ser director. De hecho, nunca me propuse ser ni director ni administrador. Me entusiasmó la posibilidad de hacer un hospital diferente, no solo sino con todo un equipo de gente, involucrando absolutamente a todos. Un hospital centrado en el paciente tiene que ser de excelencia, de la misma manera que una intendencia centrada en el ciudadano tiene que ser, antes que nada, de excelencia. La idea más estimulante de todo esto es poder armar un proyecto de ciudad que sea tan fuerte y tan interesante que sea eso lo busque apoyos, y no la persona, por más que yo entiendo que la gente tiene que creer que esa persona va a ser capaz.
Uno de los aspectos más criticados de la gestión de la IM es la limpieza. ¿Cómo la ves?
Todavía no hemos resuelto el tema de la limpieza. Han habido muchas administraciones del FA que lo han intentado, creo que han avanzado. Pensemos en lo que era la ciudad antes de los contenedores, pensemos en la inversión enorme que se hizo en los últimos años en ese sentido, en el aumento de la cantidad de contenedores y en los camiones que salen. En Navidad y fin de año fue realmente sorprendente la forma en que se mantuvo limpia la ciudad, pero creo que merecemos aspirar a ser una de las 30 ciudades más limpias del mundo. Eso no es solamente que no haya basura en la calle, eso es un cambio de la cultura ciudadana. Es una actitud a favor de la clasificación, de no continuar con una conducta totalmente irresponsable de pensar que podemos seguir acumulando basura y que eso no tiene fin. Es como si un cirujano fuera tirando todo al piso mientras opera. En la ciudad vemos que están todos a nuestro servicio. Es verdad que el centro es el ciudadano, pero eso no significa que el ciudadano se comporte con la ciudad como lo hacemos hoy.
Un cambio cultural es más difícil que limpiar la basura.
Es mucho más difícil. El tema es si nosotros sentimos orgullo de nuestra ciudad, si elegimos esta ciudad porque es la que más nos gusta para vivir o porque tenía que estudiar. ¿Esta es la ciudad que un joven elegiría para vivir? Ante la pregunta de dónde te gustaría educar a tus hijos, muchos de los montevideanos dicen que sería ideal en campaña o en una ciudad del interior, para que pueda jugar libremente y vaya a la escuela con los amiguitos del barrio. ¿En qué momento aceptamos que Montevideo no sea la mejor ciudad para nuestros hijos? Entonces, el concepto del cambio cultural es el desafío más importante que tenemos que dar, que exige cambios en obras y en arquitectura.
¿Cuáles serían esos cambios?
Hay que repensar las veredas, las calles, los espacios públicos y las áreas verdes. Hay que generar entornos donde puedas dejar a tus hijos tranquilos y sepas que van a jugar horas, no una hora mientras estén en la placita, cuidándolo para que no baje a la calle y no lo agarre un auto, sino en espacios realmente comunitarios donde podamos desplazarnos y convivir con los vecinos. Que se promuevan cambios culturales implica conocer a los vecinos, quién vive en la casa de al lado, y gente que yo ni siquiera saludo o que no sé cómo se llama. Eso en una ciudad habitable no debería pasar. Yo no sé si la vecina de dos casas más para allá está enferma o si necesita mi ayuda, porque la invisibilidad de los vecinos que nos rodea es cada vez mayor. Entonces, eso llevado a barrios en los que hay dificultades para mantener el control sobre territorios, problemas con las drogas, zonas por las que no puedo caminar porque no hay luz y hay inseguridad, hace que la ciudad se fragmente y que haya territorios que dejaron de ser nuestros. Es clave recuperar la ciudad para que sea realmente habitable. Y una de las cosas dentro de ese esfuerzo que es fundamental es densificar Montevideo: cada vez que la ciudad se aleja del centro, cada inversión que se hace hacia los suburbios implica un gasto enorme en infraestructura, transporte, limpieza y saneamiento. Entonces, también tenemos que pensar cómo armar una ciudad sostenible, no solamente desde el punto de vista de la habitabilidad sino también del presupuesto. Somos una población que podría vivir en un espacio mejor manejado y más planificado. Todo esto no son cosas para lograr en poco tiempo. Creo que se pueden lograr cambios grandes en tres años, pero para lograr cambios culturales hay que pensar en diez años como mínimo.
¿Creés que la gente va a esperar tanto?
No tiene que esperar, tiene que ver cambios y se tienen que ver ya. A la gente no se le puede decir: “Deje la basura ahí que en diez años se la voy a recoger”. Sin duda hay cosas que hay que resolver ya; tenemos que buscar respuestas al tema de la seguridad y de la gente que está durmiendo en la calle.
¿Qué se puede hacer desde la IM por la gente que duerme en la calle que no se ha hecho hasta ahora?
Se pueden buscar soluciones que tal vez no sean las definitivas pero que pueden dar respuestas parciales. Hay ejemplos en otras ciudades del mundo que han ido buscando soluciones de este tipo. Ahora, tanto en el tema de la seguridad como en el de la limpieza y el saneamiento tiene que haber un esfuerzo de interrelación de la IM junto con el gobierno nacional, aunque ahora sea de un partido político diferente. El concepto de corresponsabilidad para la solución de los problemas es clave. Eso lo viví todos estos años en el hospital. En mi escritorio tengo el cuadro de [José] Artigas que está en todas las oficinas públicas, y arriba le escribimos una de sus frases más inspiradoras: “Nada debemos esperar sino de nosotros mismos”, porque es la idea de no echarle la culpa a los otros de lo que no hacés. Los apoyos se ganan, se negocian, se consiguen, se dialogan y el dinero también.
Quienes están armando el programa del FA manejan como hipótesis que dado el cambio de gobierno nacional los recursos no lleguen a la IM en tiempo y forma. ¿Cómo ves eso?
Una de las formas más importantes de obtener apoyos presupuestarios, financieros y políticos es unirse a proyectos de otros, porque ningún proyecto de desarrollo del país para los próximos cinco años es viable si no está comprometido Montevideo, en el área que elijas: salud, educación, cultura, turismo y ni siquiera en agroindustria, porque Montevideo también es el Montevideo rural; no es sólo una ciudad, es un departamento. Ningún proyecto de desarrollo puede obviar la ciudad. O somos socios de esto o no hay proyecto viable a nivel nacional. Considero que vamos a tener posibilidades de financiamiento y de apoyo en la medida en que estamos dispuestos a dialogar, negociar y sentarnos en la misma mesa con otro. Atrincherarnos no lleva a ningún lado ni a la ciudad ni al país. Hay un lugar para construir una ciudad mejor. Ese lugar lo podemos hacer si sumamos a todos los montevideanos, no solamente a los votantes del FA. Todos estamos pidiendo que se mejoren cosas que en la ciudad todavía no han tenido solución. A pesar de todo lo que se ha hecho, todavía es una ciudad muy centrada en el automóvil, pensada para darle a este todo lo que demanda. No es solamente un tema de que ahora van a ser eléctricos y por lo tanto ya no van a contaminar: el concepto de transporte individual como tal demanda plazas de estacionamiento, lugares de circulación y prioridades: es más importante el automóvil que el peatón. Entonces, un cambio de concepción de la ciudad es un intento de adelantarnos para no ir en la cola del desarrollo mundial sino adelante. Montevideo tiene que hacer una propuesta que enamore a todos los montevideanos e involucre a todo el país.
¿Cuál sería la alternativa al automóvil? Porque el transporte público también está a punto de colapsar y hay muchas quejas de que es lento y se viaja mal.
La alternativa es mejorar el transporte público. Tenemos que dejar de ver a Uruguay como el lugar donde las cosas llegan diez años después. En todas las áreas tenemos posibilidades de encabezar, como lo hemos hecho en varias cosas. ¿Quién iba a decir que íbamos a ser capaces de adoptar las medidas contra el cigarro con la disciplina y el convencimiento que lo hicimos? No fue un tema de las multas contra los locales que dejaron fumar, lo que cambió fue que entendimos para qué era eso. Primero el objetivo, después el medio. Dejar de fumar era el medio para lograr una vida más saludable. En el abandono de las bolsas de nailon hubo una respuesta que no existió en muchos países europeos, en rapidez y en cantidad de gente que se sumó, porque el concepto de proteger el medio ambiente ya está permeando en nuestra población. Entonces, con respecto al transporte podemos plantearnos la posibilidad de alternar medios en vez de usar un único medio para ir de un lado al otro. La posibilidad de alternar medios es saber que en determinados tramos vamos a tener que caminar y en otros tramos lo mejor puede ser usar la bicicleta o vehículos eléctricos. En Curitiba están estudiando propuestas de transporte utilizando vehículos eléctricos de una sola plaza, para que puedas usar y dejar, como se hace con los monopatines. O pensamos las cosas de forma diferente o no vamos a lograr solucionar los problemas.
¿Montevideo no es muy chica como para alternar entre un medio de transporte y otro?
No, debería ser un poco más chica para la cantidad de habitantes que somos. Tenemos que fomentar aún más que la gente viva más cerca de los lugares donde trabaja, evitar tener que usar el transporte por tanto tiempo. Hay iniciativas muy interesantes en varias ciudades del mundo en ese sentido, de favorecer que te mudes cerca de donde trabajás y que los lugares de diversión, trabajo y vivienda estén lo más cerca posible. Y también creo que puede haber iniciativas que permitan aumentar la rapidez, por ejemplo, en el transporte público en Avenida Italia o por Centenario, que permitan que después en el sector más cercano desde donde te bajaste del transporte colectivo hasta el lugar donde vas utilices un vehículo eléctrico o camines.
¿Cómo se hace para que sea más rápido el transporte en esos tramos?
Tengo que ser muy respetuoso porque hay equipos que están trabajando en esto, hay ideas muy interesantes en este sentido. A mí en los próximos días me toca escucharlas, estudiarlas y ponerme al día. He visto que podemos mejorar estas cosas. Después está cómo trabajamos con los equipos y cómo se les da mucha importancia a los expertos y técnicos, que tienen su lugar, además, por supuesto, de lo político y la negociación. También hay que integrar a las organizaciones sociales y no gubernamentales. En general, encontramos un problema, buscamos distintas soluciones y después lo que cuesta es articular la puesta en marcha de esas soluciones o mantenerlas en el tiempo. Entonces, eso es lo que tenemos que trabajar. Hay que escuchar mucho en los próximos meses y entre todos armar ese proyecto que deber tener la ciudad. Una de las posibilidades que se puede llegar a concretar en el próximo período es que Montevideo pueda ser la capital del fútbol mundial en 2030, eso implica todo un trabajo que tiene que empezar en la próxima intendencia.
El senador electo del Partido Socialista Daniel Olesker hace una semana escribió en Twitter que no agarraste “un Maciel en ruinas”. ¿Cómo te cayó?
Es correcto. Pero cuando se dijo que agarré el hospital en determinadas condiciones no es exacto. Había cosas que estaban mal y la limpieza era uno de los problemas que no estaba resuelto, a pesar de que había una empresa privada contratada. Todos conocen los problemas que teníamos con las empresas contratadas. La solución para la limpieza no fue la contratación de esas empresas, y se trabajó con otras condiciones. La dirección recorre el hospital varias veces en el día, vamos a todos los lugares, vemos la situación de las salas, del block quirúrgico, la emergencia, etcétera. Los estándares de exigencia en la limpieza cambiaron. Antes era normal que las paredes estuvieran llenas de papeles pegados con cinta Scotch; hoy no encontrás un solo papel pegado en el hospital, porque cambió el concepto. Cuando uno piensa qué es lo que debería ser hay que imaginar por un momento cómo le gustaría que lo atendieran a su familiar más querido en el mejor hospital del mundo. Así es como nosotros tenemos que tratarlo. ¿Qué esperás vos de la mejor ciudad del mundo? Esa es la que queremos nosotros.