Que el Frente Amplio (FA) no realizó políticas consistentes en el tiempo, que sus cuadros se alejaron de la gente y que la fuerza política no pudo relevar a los militantes que fueron a parar a los cargos públicos es parte del diagnóstico que hace el senador opositor Enrique Rubio (Vertiente Artiguista, VA) sobre la derrota de esta fuerza política en las elecciones del año pasado.

El documento fue presentado a la dirección de VA para su estudio, con el objetivo de que luego sea enviado a la comisión del FA que se encarga de llevar adelante el proceso de autocrítica que la fuerza política lanzó en el plenario del sábado.

Rubio sostiene que la derrota fue “multicausal” pero debe ser analizada desde una perspectiva de “inconsistencia estratégica del progresismo”. ¿Qué significa esto? El senador explica en el documento que “si un bloque aspira a predominar en forma sostenida debe implementar políticas coherentes en todos los frentes, continuas a lo largo del tiempo, que conquisten el aval del consenso ciudadano predominante en todo el territorio y que sean sostenibles en distintas fases del ciclo económico y en diferentes contextos internacionales”.

Ese bloque, sostiene Rubio, “no puede ir atrás ni distante de dicho consenso predominante ni adoptar medidas que sólo sean sostenibles en la fase de bonanza”. Pero en Uruguay “el progresismo no se atuvo a esas reglas” y “no mantuvo una línea de continuidad adecuada”. “Implementó en sus políticas públicas estrategias de agregación. Con marchas y contramarchas. Empujes sectoriales y manejo de los tiempos con independencia del consenso y el ciclo. Y no tuvo capacidad para crear poder en manos de la sociedad civil y del movimiento popular. Como se ha dicho, gobernó más en favor que con el pueblo”, asegura el senador.

“Cientos de cuadros fueron a parar al Estado y no tuvieron relevo en la fuerza política y en el territorio”.

Rubio sostiene que el “alejamiento de la gente” con respecto al FA fue “notorio” y hubo “incapacidad para producir síntesis política y una relación adecuada con la sociedad (organizada y no organizada)”. Describe que hubo “falta de trabajo con los ciudadanos desde los gobiernos, los legislativos y desde fuerza política”, y que se abandonó “el territorio” y el “diálogo directo con el vecino, que es el que permite la escucha y la realización de la síntesis política, la persuasión, la construcción del consenso en torno a las razones y virtudes del proyecto de izquierda”. 

Para Rubio, el territorio se abandonó porque “la izquierda se estatizó”. “Cientos de cuadros fueron a parar al Estado (abandonaron sus trabajos y profesiones durante diez o quince años y quedaron prisioneros de las lógicas y estructuras públicas) y no tuvieron relevo en la fuerza política y en el territorio. Lo que explica, además, la creciente fragmentación y vaciamiento de las estructuras políticas y el arrasador predominio de las dinámicas electorales”. Por eso, sostiene, “el internismo y el perfilismo pasaron a constituir las dos caras de la misma moneda”.

En otras partes del documento, Rubio señala que la “estrategia ‘redistribucionista’ fue demasiado suave con los de arriba y no supo consolidar con los de abajo”. Por otra parte, señala que el FA “no tuvo capacidad para vencer resistencias corporativas en el tramo medio del sistema educativo, en áreas claves de la reforma del Estado”, lo que, a su entender, “facilitó la desafiliación de sectores de capas medias”. Además, asegura que “demasiadas veces el progresismo confundió sociedad con dirección de movimientos organizados”.

También considera que el FA no dio “señales adecuadas” al interior del país, al no jerarquizar “aspectos económicos y sociales claves”, y a la vez “permitió que las transferencias nacionales fueran apropiadas por los intendentes opositores”. Además, el senador considera que se implementó una política de descentralización que “los frenteamplistas no comprendieron pero que los adversarios supieron utilizar rápidamente para su implantación local en el interior”.

Sobre el final, Rubio sostiene que para que la izquierda pueda recuperarse “es necesario recrear el bloque social de los cambios a nivel de la gente”, lo que implica “levantar plataformas muy amplias, reinsertarnos nuevamente a nivel ciudadano utilizando todas las herramientas y políticas de vínculo y comunicación, diseñar estrategias de movilización y desgaste que permitan la acumulación sin propiciar confrontaciones prematuras, y trabajar sobre las fisuras del bloque conservador”. No obstante, advierte que sería un “error total atacar [a la coalición] en forma no diferenciada, dinamitar algunos puentes en cuestiones específicas, y herir sensibilidades inútilmente regalándole aliados a la ultraderecha”.

Además, Rubio propone “articular una nueva corriente” en el interior del FA, que pueda “enriquecer” a la fuerza política, la “vincule más profundamente con la población y le permita superar las inconsistencias estratégicas, tanto en la oposición como en el gobierno”.