El Movimiento de Participación Popular (MPP) presentó al Frente Amplio (FA) un segundo documento de balance y perspectivas, que recoge el intercambio que se dio a partir de la presentación del primero, el documento elaborado por la comisión designada para elaborar un documento disparador y aportes realizados por el grupo. El extenso texto, de 25 páginas, comienza analizando la coyuntura global y regional, y después hace un balance del FA desde su nacimiento en 1971. Sobre el resultado electoral de 2019-2020 expresa que “marca un escenario complejo, de derrota electoral y política”, que se debe “analizar globalmente y en particular, cada instancia de disputa”. “Hay una síntesis de retroceso ideológico y político. El objetivo de la derecha era desplazar al FA del gobierno. También borrar al FA electoralmente y desmovilizar el campo popular. Esto no lo logró. El FA no sale vencido. Ha mostrado el potencial transformador de su unidad, de su militancia y su valor como herramienta política. Con una muestra clara en el papel jugado por los Comités de Base”. Se expresa que el FA y la “coalición conservadora” representan “intereses contrapuestos”, y que lo que se vio en las discusión del presupuesto, de la ley de urgente consideración y de las pautas salariales es “lo que se piensa y los intereses que defiende cada uno”. “En ese sentido lo que hace el gobierno y su bancada parlamentaria es defender el neoliberalismo y los intereses de los más poderosos, y bajo ese razonamiento”, estas iniciativas “podrían considerarse el relato de una ideología: la ideología del bloque de poder, una verdadera oligarquía que sigue manteniendo las riendas del poder real en el Uruguay actual”.

Crítica y autocrítica

El MPP considera que hay que diferenciar la actuación del FA como fuerza política, que debe evaluar “sus resultados en términos de acumulación política”, como “la conciencia acumulada, la organización lograda y el fortalecimiento organizativo de la fuerza política y de las fuerzas sociales del cambio”, y la del gobierno del FA, que en cambio “tiene que evaluar en términos de objetivos de gestión”. “Si el gobierno predomina sobre la organización política esta puede confundir los roles y terminar evaluando como si lo esencial de la misma fueran los objetivos de gestión y no la acumulación político social. Es más, corre el riesgo de, lentamente, transformarse en una organización con base fundamental en el gobierno y, si eso nos sucediera, sería trágico: crónica de una muerte anunciada”, sostiene. Pero, si bien aclara que eso no sucedió, señala que sí se dieron pasos en esa dirección, como la falta de estrategia, que “se expresó en la falta de líneas de acción política hacia la población, en la ausencia de campañas generales o locales, en la escasa participación de la fuerza política en la movilización y en el debate ideológico sobre los valores de nuestra sociedad”, el no haber trabajado lo suficiente “sobre la base del proyecto de país que es la esencia” del programa del FA, ni haber trabajado lo suficiente “para consolidar el proyecto político y la organización frenteamplista”. También se señala que hubo una “débil comunicación con la población”, “enormes dificultades para crear conciencia sobre la importancia de las políticas públicas en las mejoras alcanzadas y no se logró revertir la creencia de que estas se debían al esfuerzo personal o individual”. “Tampoco logramos establecer que la medida de los cambios no era el mayor acceso a los bienes de consumo individual, sino la mejora de los bienes sociales: vivienda, salud, educación…”, añade el texto. Para el MPP, no se debe confundir “el hecho de que la mayoría de la población haya vivido mejor a partir de una mejor distribución del ingreso, con que haya habido una mejor y mayor distribución de la riqueza”. Además, se menciona que a nivel político, no se identificó claramente “a los enemigos” que son “la oligarquía y el imperialismo”. “Como no los identificamos claramente creímos muchas veces que las dificultades que se nos presentaban eran sólo problemas de gestión. Cómo si hubiéramos jugado solos. No tuvimos suficientemente en cuenta los intereses económicos encontrados, como si se hubiera terminado la explotación, como si no hubiera ganadores y perdedores. Si el discurso, y también la autocrítica, se remiten a la gestión, entramos en el discurso apolítico de la derecha”.

El MPP expresa que hubo una falta de acumulación no sólo en el plano político sino en el social, “donde también debería haberse producido un avance sustantivo si se tiene en consideración los inmensos logros alcanzados para muchos sectores sociales”. “No se mantuvo con los aliados ni se tejió con los nuevos sectores una alianza para defender los logros ni para avanzar en nuevos. Los éxitos electorales no nos dejaban asumir como colectivo político en la orgánica la desacumulación política y social que, paso a paso, iba sucediendo, quizá porque no llegamos a asumir que el progresismo como tal tiene límites que hay que superar para poder seguir avanzando”, se considera.

El documento dice que el FA renunció “tal vez sin asumirla como tal”, la batalla sistemática “contra un proyecto de país concentrador de los recursos, que produciría necesariamente una mayor separación entre pobres y ricos y la pérdida de derechos conquistados en quince años de gobierno”, y no haber dado esa batalla “política, ideológica y cultural” llevó a muchos uruguayos “que mejoraron sustancialmente sus condiciones de vida, a creer que esa mejoras se debían exclusivamente a sus capacidades intelectuales y de trabajo, minimizando en algunos casos y en otros sencillamente negando que, junto a su esfuerzo, las políticas socioeconómicas que se llevaron adelante fueron las que permitieron la mejora en la calidad de vida alcanzada”. “Además, muchas veces se sintieron perjudicados impositivamente. Se ha hecho una síntesis simplista, fomentada desde los medios de comunicación en esa lucha por la hegemonía que se instaló y que trata de establecer que, al que no le va bien, es exclusivamente por su culpa, sin tener en cuenta la necesidad de que todos pusieran su cuota parte de esfuerzo para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de todos: que pague más el que tiene más y que pague menos el que tiene menos”.

En otro pasaje, el MPP plantea que como se tenía las mayoría parlamentaria, “la discusión se volvió puertas adentro”, y las alianzas políticas “se descuidaron” porque el FA “parecía imparable y las alianzas sociales no se alimentaron, porque por momentos” en el FA se creía “saber más de las reivindicaciones o problemas que tenían los actores sociales que ellos mismos”. “En definitiva, perdimos pie en nuestra base electoral, pero sobre todo fuimos perdiendo militancia, capacidad de movilización y nos alejamos de la base social que permitió el triunfo en 2004”.

También se sostiene que no se atendió la señal dada por la caída de la participación en las elecciones internas “que se registró período tras período”, y se señala como un “asunto central” el progresivo cambio de roles entre los actores: con la llegada al gobierno, “los principales cuadros políticos” del FA “pasaron a ocupar cargos en el Poder Ejecutivo”, lo que “contribuyó a que en unas pocas semanas el gobierno fuera sustituyendo el rol articulador” de la coalición.

Más adelante, sobre los resultados específicos de las departamentales de diciembre se afirma que el FA vuelve a ubicarse “en una zona de peligro”, porque “vuelve a sonar la alarma de que, de consolidarse este comportamiento electoral”, el FA “retrocederá a épocas pretéritas en que era una fuerza política de carácter “urbano”. “La coalición planteó la contienda en términos de bloques, en clave bipartidista, con un bloque liderado por el herrerismo, con la única consigna de ganarle al FA. Ello, además, supone un claro anticipo de lo que vendrá: una formalización aún mayor de la coalición reaccionaria y oligárquica”, pero se expresa que esto debe ser “un importante llamado de atención para la dedicación que el FA pone hoy en el interior del país, tanto en lo político como en lo orgánico, como en la generación de recursos y en la formación de sus militantes, especialmente más allá del área metropolitana”.