A diferencia de la impronta que intentó darle al arranque de su gestión en la Intendencia de Montevideo (IM), Daniel Martínez buscará, en caso de ser reelecto, que todos los sectores “importantes” del Frente Amplio (FA) estén representados en el gabinete.
En entrevista con la diaria, el ex presidenciable habla del impacto en la campaña de la emergencia sanitaria por el coronavirus. También de su relación con Carolina Cosse, las últimas declaraciones de Tabaré Vázquez, la relación con el Partido Socialista (PS), las finanzas del FA y los lugares que podrían ocupar Pablo Ferreri y Juan Voelker en su eventual segunda gestión de gobierno en la capital.
¿Cómo pensás que va a impactar en la campaña la emergencia sanitaria por el coronavirus?
Los montevideanos conocen la gestión del FA y saben que vamos por el rumbo correcto. Esta situación incide en las acciones de campaña, pero no cambia los argumentos por los que el FA debe seguir conduciendo la capital. Dado el riesgo sanitario, estamos evaluando las acciones a tomar. Tenemos que ser responsables en esta situación. De todas formas, entendemos el nerviosismo de la gente, pero con información y tranquilidad vamos a enfrentarla, armando un plan de campaña que acompañe la realidad.
En un primer momento dijiste que no ibas a ser candidato y luego cambiaste de opinión. ¿No te parece que eso pudo haber sido mal visto?
Habría que ponderar por quiénes. Hay mucho tipo de gente. A la que me paraba en la calle y me decía: “No puede ser que no te presentes” le cayó bárbaro. Mucha gente piensa que quienes estamos en política somos una especie de robots que calculamos todo. Olvídense, en mi caso no es así. Hice un esfuerzo descomunal para las elecciones, y el balotaje fue el extremo. Nunca tomé la política como una profesión, sino como un compromiso ético con la gente. Pasé por lo menos tres meses en los que me costaba recordar qué había hecho el día anterior, porque el agotamiento era impresionante y condicionaba un montón de aspectos. Eso y algunas decisiones político-partidarias que hubo confluyeron en que dijera: “Tranquilo, pelado. Voy a seguir militando, trabajando en los barrios. No tengo por qué ser candidato a nada. Vamo’ arriba. Si no se da, no se da”. Y después se dio que era bravo salir a la calle, por el cariño de la gente. Muchos me decían: “Te necesitamos”. Luego, algunos de los posibles candidatos me dijeron: “Nos bajamos si vos sos [candidato]”. Entonces, decidí salir al ruedo de vuelta. Eso seguramente a alguna gente le cayó mal, pero ¿qué voy a hacer? No soy un robot ni una máquina. La historia es esa. El que quiera creerme, que me crea y el que no, que no lo haga. Yo voy a respetar a todo el mundo.
¿Cuáles creés que fueron los fuertes de tu gestión al frente de la IM?
Ser absolutamente coherente con lo que había prometido y con el programa del FA, porque implica una forma de ver la política. El programa es el compromiso con los ciudadanos y, para mí, eso es una especie de mandato ético. En la campaña presidencial mucha gente me preguntaba qué iba a hacer con los impuestos y yo decía que no me podía comprometer, porque para un Uruguay pequeño, con un mundo complicado, en el que no incidimos, es una irresponsabilidad prometer que no va a haber aumento de tarifas. En la IM trabajamos mucho en la austeridad, no en el sentido del ahorro, sino de gastar bien el dinero. La gestión es una herramienta para cumplir un programa. Ese es un debate que a veces hasta me aburre: cuando la gente quiere contraponer política o ideología con gestión. Si manejás mal la plata de la gente, estás burlándote de ella y no podés cumplir de la mejor forma los compromisos y la orientación que tú le quieres dar a la transformación de la ciudad.
¿Cómo analizás el tema de la limpieza?
Intentamos transformarlo: que no se hablara de limpieza, sino de gestión ambiental, porque es mucho más completo y acorde a la idea que tenemos de lo que se debe hacer. Y llegamos a la conclusión de que hoy, que no hay problema de falta de camiones, ni de mantenimiento, ni de contenedores que no sean nuevos, ese modelo tiene un límite. Entonces, o avanzamos hacia un sistema de clasificación de residuos que reutilice una parte de ellos como materia prima para otros procesos productivos –lo que se llama “economía circular”– o vamos a estar errándole al camino. Intentamos, alguna prueba piloto se empezó, pero la demanda de la urgencia nos impidió ponerle mucha más cabeza, que es de lo que estoy convencido que hay que hacer en esta etapa.
¿Destacarías algo más de tu período en la IM?
El espacio público: decenas de plazas nuevas y más de cien plazas recuperadas con calidad, que traen su problema, porque ahora implican gastos de funcionamiento que aumentan, por el lado de mantener la limpieza, el equipamiento y la vigilancia. También el transporte público, que era un problema grave y estaba al borde del colapso. Vimos completar seis años de baja de la venta de boletos, con una percepción muy negativa de la ciudadanía, cosa que hoy está cambiando. El transporte público pasó a tener indicadores favorables, paramos la caída de la venta de boletos, mejoramos el servicio y estamos en condiciones de hacer lo que para nosotros es vital: avanzar hacia un transporte público con la concepción de líneas troncales y un sistema de movilidad basado en la energía eléctrica. Por eso, gestión no: objetivos políticos, coherencia con el programa del FA.
¿Cuáles fueron las debilidades en tu gestión?
Eso lo tiene que decir la gente. No nos dieron las fuerzas, por estar apagando incendios y tal vez por falta de capacidad para lograr dar el salto hacia la clasificación y la recuperación de la materia prima de los residuos. Y me hubiera gustado avanzar en el proyecto de 18 de Julio, que básicamente era una concepción de líneas troncales con líneas abastecedoras. Pero se metió la política y mezcló las barajas. Hasta [Julio María] Sanguinetti salió a criticarlo; ni siquiera entendió que lo que estábamos haciendo era lo que hacen las principales ciudades del mundo. Pero no importa, hoy estamos en condiciones mucho mejores para trabajar conjuntamente con todos los involucrados en soluciones de ese tipo.
En el programa del FA para la IM se habla de “impulsar un proyecto de transporte público masivo por Avenida Italia”, sin más detalles que eso.
Es una posibilidad. Avenida Italia tiene un potencial, es por donde más vehículos particulares circulan, pero no está escrito que sea tan fácil reconvertir para que la gente abandone al auto y se pase a un servicio público. Y no es por contradecir a nadie, pero olvídense del metro o el monorriel, porque los números no dan ni a cañonazos. Son inversiones de cientos de millones de dólares. El subsidio no da para bancarlo y si lo financiás, no hacés nada más. El período que nos tocó va a ser de récord de inversión en la historia de Montevideo, y estamos hablando de 800 millones de dólares, cuando el promedio son 500 o 600. Sería diferente plantear un sistema de buses de transporte rápido, porque eso reduciría bastante los costos de infraestructura y de unidades de transporte. Pero hay que verlo, porque implica un montón de factores.
Cosse dijo que si es elegida está dispuesta a estar los cinco años a cargo de la IM. ¿Podés afirmar lo mismo?
Yo voy a estar siempre donde la gente decida que esté, que es lo más democrático que existe sobre la tierra.
Eso quiere decir que...
Eso quiere decir lo que dije. Voy a estar donde la gente decida que esté. Creo que en democracia manda la gente.
¿Ya tenés en mira quiénes podrían ser los futuros directores de la IM si ganás la elección?
Gente que trabaje en equipo. En mi concepción de trabajo, no creo en los liderazgos verticales, sino en el trabajo en equipo. La solución de un problema implica entenderlo desde diferentes miradas y no hay nadie que pueda tener todas las miradas sobre un problema. Por lo tanto, el trabajo en equipo es fundamental. Buena parte del éxito y de lo que hemos hecho en la IM se basó en una estructura de funcionamiento que apuntó a la horizontalidad. Para mí, sigue siendo importante que el equipo esté conformado por mujeres y jóvenes, y, sin duda, que haya equilibrio político. Voy a intentar que todo el mundo en el FA se sienta representado.
Eso es un cambio respecto de tu postura sobre las cuotas sectoriales cuando asumiste al frente de la IM.
La vez pasada también buscamos los equilibrios políticos. En algunos casos se pudo dar, en otros no. Esta vez creo que también hay que buscar que todos los sectores importantes del FA sean parte del gobierno departamental.
¿Qué rol podría tener tu primer suplente, Pablo Ferreri? ¿Podría ser secretario general?
Casi siempre los suplentes ocupan niveles de responsabilidad. La vida dirá en qué lugares. Para eso primero tengo que ganar.
¿Voelker seguiría en Recursos Financieros de la IM?
Es otra persona que me encantaría que estuviera en el equipo. Trabajamos re bien, y eso que él no tenía una trayectoria militante frenteamplista. Sin embargo, demostró mucha coherencia y aprendió de política. Era un hombre que no tenía esa experiencia, pero que dio un salto de calidad en la forma de ver las cosas y fue un factor muy importante de este proceso, con el cual yo me sentí cómodo. Al principio hubo que pararse adelante de muchos compañeros y decirles: “No, no se gasta la plata que no tenemos”. Miren que hubo momentos dramáticos.
Luego de que el PS resolvió no apoyar tu candidatura a la IM, ¿cómo quedó el vínculo con la dirección?
Bien.
¿No tenés pensado desafiliarte?
¿Por qué?
No te apoyaron.
Es un tema personal.
¿Qué te mantiene todavía en el PS?
46 años de afecto, de historia, de crítica de muchas cosas, pero es un sentimiento muy fuerte. Hay tantas cosas que te llenan de emoción y compromiso... Democracia en las bases, una concepción socialista pero democrática.
¿Volviste a hablar con el secretario general, Gonzalo Civila?
No. [Guillermo] Chifflet sigue siendo socialista y llegó a renunciar a su banca por discrepancias con algunas cosas. Yo no tengo por qué. Tabaré Vázquez dijo alguna vez: “Socialista se es”. No es un carnet, sino una actitud de vida.
¿Cómo sentís que manejó todo este proceso la conducción del PS?
Como ellos entendieron.
Hace unos días Vázquez dijo en un acto en San Luis: “En el FA no queremos llaneros solitarios”. ¿Qué lectura hacés de esa frase?
Habría que preguntarle a quién se refería.
¿No te sentiste aludido?
No, para nada. Hasta donde yo sé, soy el candidato que tiene el apoyo de más sectores políticos. Aparte, vuelvo a decirlo, la soberbia es mala consejera y uno nunca puede creer que quienes hablan con uno son un universo de gente, pero en mi decisión de presentarme tuvo mucho peso que cientos o miles de personas me acalambraran durante un mes preguntándome a dónde iba, diciéndome que no podía ser que no me presentara. Además, ni en cuete soy un llanero solitario, porque no tenía ni tengo ninguna certeza de triunfar. Lo que sí sé es que voy a aportar al triunfo del FA. Entonces, lo que más me mueve es un interés colectivo y de proyecto político. Y en eso parecería que las encuestas están diciendo que por lo menos lo que yo creía que aporto lo aporto.
Cosse fue la única que participó en el acto de Vázquez en San Luis. ¿Sentís que tiene el apoyo explícito de él?
Hay que preguntarle a Tabaré.
En enero, José Muijca dijo en Canal 10 que vos y Cosse “parece que no se bancan”, que “debe ser un lío viejo de la facultad” y que, como no quiere estar más en esa dicotomía, el Movimiento de Participación Popular apoya a Villar. ¿Hay alguna rispidez con Cosse?
El otro día Carolina dijo que es una leyenda urbana. Esa es una leyenda absolutamente urbana. Cada uno tiene su estilo y mi estilo no tiene nada que ver con el de mucha gente, como el del Pepe, Tabaré y Carolina. Pero ¿qué tiene que ver eso?
Entonces, esto es una chambonada de Mujica.
No, yo no califico. Si él piensa eso, tiene derecho. Yo creo que está muy lejos de la realidad.
¿Cómo evaluás el rol del FA en la campaña?
Yo asumí sabiendo que iba a ser difícil. Tenía la absoluta convicción de que iba a ser difícil, pero que valía la pena, que podía aportar a esa batalla. Empezamos con un 30% de intención de voto. Había que remar y remar. También lo dije: todos esperábamos dos o tres puntitos más en la primera vuelta. Se dio algo que me llena de orgullo: los militantes de todos los días multiplicaron su militancia y surgió el frenteamplismo como actitud de vida, de corazón. A esos militantes de todos los días, que son imprescindibles, que se mataron más que nunca con el balotaje, se sumaron decenas de miles de personas que salieron a pelear el voto a voto. Es un fenómeno que, a la vez, nos interpela: ¿por qué la gente tiene ese corazón frenteamplista y, sin embargo, no logramos que pise un comité de base? Nos tiene que interpelar para lograr tener una fuerza política que sea un germen de participación ciudadana y de protagonismo.
¿Y qué opinás del rol de Javier Miranda en la campaña?
Hay instituciones y organismos. No soy yo quien tiene que juzgar a Miranda. Ni loco.
El semanario Búsqueda informó que el FA tiene una crisis financiera importante y el presidente del FA, Miranda, gana 240.000 pesos nominales. Una comisión creada por el Secretariado Ejecutivo del FA propuso reducirle el sueldo a la mitad. ¿Qué pensás que debería hacer?
Del sueldo no opino. Pero cuando no hay plata es igual que lo que pensábamos para la intendencia: no se puede gastar la plata que no se tiene. Me preocupa la situación financiera del FA y me queda claro que no podés gastar la plata que no tenés. Uno tiene que adecuarse a lo que tiene; me parece elemental.
Hablando de dinero, ¿cómo ves los primeros días de gobierno de Luis Lacalle Pou?
Está movidito. Hoy estaba mirando las grabaciones en las que juraba y perjuraba que no iba a subir las tarifas. A mí me presionaron hasta en arameo antiguo para que dijera si iba a subir los impuestos. ¿Quién puede tener la voluntad de subir los impuestos? Ahora bien, no me hagan perjurar. Me parecía una irresponsabilidad; yo lo decía. Porque, en definitiva, después pasa lo que pasa. Lo que yo quiero es que al país le vaya bien, para que a la gente le vaya bien. Es mi objetivo, y obviamente lo que está pasando es una situación complicada. Yo, por lo menos, me quedo tranquilo. Para mí, era irresponsable comprometerse a no subir las tarifas. En la campaña anterior de la intendencia yo dije que no iba a subir los impuestos. ¿Y qué pasó durante mi gestión? La única vez que hubo una modificación, bajamos. Lo que yo me comprometí a cumplir lo cumplí. Es lo que puedo decir. Y cuando no me sentía cómodo comprometiéndome, por más que me presionaran mil veces, me negaba.