El ministro del Interior, Jorge Larrañaga, fue el primer integrante del nuevo Ejecutivo en asumir su cargo este lunes. En la ceremonia lo acompañaron el subsecretario de esa cartera Guillermo Maciel; el director general de Secretaría, Luis Calabria; el director Nacional de Policía, Diego Enrique Fernández Vallarino, y los 19 jefes de Policía designados, que también asumieron formalmente su puesto. En su discurso, Larrañaga presentó los principales lineamientos para los próximos cinco años de gestión en el ministerio. Entre ellos destacó la lucha contra el narcotráfico, reformas en el sistema carcelario para la rehabilitación de los reclusos y el respaldo a la Policía.

“Voy a ser breve porque todos necesitamos hechos ante tantas palabras”, dijo el ministro al inicio de su oratoria, y prosiguió: “Nosotros creemos que ante el fracaso de políticas sociales, educativas y de seguridad, además del gran tema de la droga, estamos ante una situación extremadamente compleja en materia de convivencia, que demanda de acciones contundentes”. Remarcó que Uruguay está en un estado de “emergencia” en seguridad que el presidente, Luis Lacalle Pou, reiteró cuando asumió su mando.

El jerarca señaló que su gestión tiene como objetivo de “restituir el orden, el respeto y el imperio de la ley como base de convivencia”, y manifestó que el Estado debe “reasumir” su rol protector de derechos con “autoridad” y “plena vigencia de la ley”. “La autoridad no se negocia, la autoridad se ejerce”, expresó. Esto, sostuvo, no se trata de “una expresión de arrogancia” sino que es el “camino” que seguirá su administración: “Vamos a defender, dentro de la Constitución y la ley, a la gente que trabaja, que lucha y que quiere vivir en paz en nuestro país”. La sala en el edificio anexo de la Torre Ejecutivo, repleta, se despertó en aplausos.

“La batalla madre es contra el narcotráfico”, prosiguió el jerarca. En esa lucha es que concentrará gran parte de los esfuerzos del ministerio porque en el crimen organizado “está el corazón del mal”, y de él se desprende la erosión de la convivencia social. “La droga genera el crimen, adictos, familias lastimadas, desintegración y es la que motiva la escalada y la virulencia del delito”, expresó Larrañaga. 

El ministro planteó que el “peor déficit” del Uruguay “es en valores de respeto y cultura”, y que revertir esa situación supone no sólo combatir las grandes organizaciones de narcotráfico sino también al “chico”. En ese sentido, señaló que reforzará el trabajo con la Dirección Nacional de Inteligencia y buscará apoyo de agencias internacionales contra el crimen organizado. “Vamos a recuperar territorios que han sido abandonados por el Estado y vamos a llevar todo el peso de la ley contra las bocas de pasta base que impactan fuertemente en el tejido social de los uruguayos”, aseveró. Asimismo, prometió que en este período de gobierno los espacios públicos “van a volver a ser de todos”. “Las plazas volverán a ser de la familia, ya no serán más del ‘brazo gordo’ o de las patotas”, señaló. 

Sobre las reformas en las cárceles, el nacionalista dijo que la situación actual de los recintos carcelarios le produce “vergüenza” y  es necesario “hacer el máximo esfuerzo” para que sean un espacio de rehabilitación, lo que, a su juicio, sólo puede generarse con el ejercicio de la autoridad. Planteó que dentro de las cárceles se coordinarán acciones con el Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de Educación y Cultura, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, y también con la “Iglesia, organizaciones sociales y familiares [de los presos]”. “La cárcel en Uruguay tiene que rehabilitar, pero no como excepción, y esto hay que revertirlo. Primero como criterio igualitario, segundo como mandato constitucional y tercero para cortar el circuito de reincidencia y de la retroalimentación de violencia”, planteó.

Hacia el final de su discurso, Larrañaga reiteró las instrucciones que dio a los mandos policiales y que serán insignia de su gestión. En primer lugar sostuvo que “hay que dar la cara”; en segundo lugar, “hay que recorrer cada uno de los departamentos en donde muchas veces tenemos comisarías que son taperas”; y, por último, “mostrar resultados, porque eso es lo que demanda la sociedad”.

“Para la Policía, respeto y respaldo; para los delincuentes, la ley; para la sociedad, un Estado que garantice convivencia y derechos; y para nosotros, compromiso y dedicación total con el objetivo de llevar adelante la defensa de la libertad pero en orden”, concluyó Larrañaga.