El reparto de jabón en barra y de hipoclorito, sumado a la restricción en las visitas, son algunas de las medidas que se tomaron en las cárceles de Uruguay para prevenir el contagio del coronavirus.
El lunes se creó un protocolo en el que participaron autoridades del Ministerio de Salud Pública (MSP), el comisionado parlamentario para el Sistema Penitenciario, Juan Miguel Petit; los directores de las Unidades de Privación de Libertad; autoridades de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE); la Dirección Nacional de Asuntos Sociales del Ministerio del Interior y de la Organización de Funcionarios Civiles Penitenciarios; y el director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), Luis Mendoza.
Una de las medidas es limitar la visita a un adulto por interno. A cada persona que ingresa a una unidad penitenciaria, sea una visita o un funcionario, se le toma la temperatura con termómetros infrarrojos, y si da más de 37,5° se le prohíbe entrar. Según las autoridades, en un fin de semana de visita pueden llegar a ingresar alrededor de 1.000 personas, y esta medida pretende evitar esas aglomeraciones.
Otra de las acciones fue entregar a cada privado de libertad una barra de jabón neutro (tipo Bull-Dog) y “abundante cantidad” de hipoclorito. Si bien cada interno tiene que limpiar sus celdas, se crearon además cuadrillas para higienizar los espacios comunes. En cuanto a los funcionarios, se les dio alcohol en gel, guantes y tapabocas.
Hasta este momento no hay ningún caso positivo de coronavirus ni en reclusos ni funcionarios, pero, como ya han expresado las autoridades sanitarias en varias oportunidades, la situación es muy dinámica, y por eso se establecieron espacios para el aislamiento en caso de encontrar algún infectado. Por ejemplo, los módulos 1 y 2 de la Unidad 4 ex Comcar no fueron inaugurados y se están reservando por si es necesario el aislamiento, ya que tienen capacidad para 400 personas. Según la información publicada por el INR, las medidas abarcan a los 26 establecimientos carcelarios de todo el país.
Petit comentó a la diaria que se trata de una situación imprevista, sobre la que es difícil planificar porque no existe ningún tipo de norma internacional sobre cómo actuar. “No es lo mismo una cárcel grande que una chica, una rural o una urbana”, comentó.