Luego de su renuncia al Partido Socialista (PS) en abril, Daisy Tourné oficializó este miércoles su apoyo al candidato a la Intendencia de Montevideo (IM) por el Frente Amplio (FA) Daniel Martínez. Será candidata a edila por la lista de Movimiento Socialista, aliado histórico del PS, que definió separarse del Espacio 90 para impulsar la candidatura del ex intendente debido a la decisión de la departamental del PS de apoyar a la senadora Carolina Cosse. Sobre su candidatura, los motivos que la llevaron a alejarse del partido político al que perteneció por más de 40 años, su percepción sobre la coalición de gobierno y más, Tourné conversó con la diaria.

¿Cómo fue su proceso de salida del PS?

Como en cualquier vínculo cuando no empieza a funcionar de un lado y del otro; acá no hay responsabilidades de un solo lado, se produjo un desgaste. En lugar de ahondar en discrepancias, por el respeto que le tengo al PS, su trayectoria y la cantidad de afectos que tengo dentro del partido, me pareció más sano salir. No soy muy amiga de las peleas permanentes con la gente que quiero. Como en un matrimonio viejo, a veces es mejor separarse, tomar distancia y dejar que el tiempo cure. Siempre va a doler un poquito y está la cicatriz, pero más vale eso que entrar en una batalla que no es productiva para nadie.

¿Cuáles eran esos aspectos en los que no había entendimiento?

Prefiero no profundizar en esas diferencias y quedarme con los mejores recuerdos.

Su proceso de alejamiento fue paulatino. En diciembre presentó su renuncia al Comité Central y al Comité Ejecutivo Nacional, ¿lo que definió su salida del PS fue el apoyo a Cosse y no a Martínez?

Eso para mí fue muy importante, porque tengo un cariño muy especial por Daniel. Fue quien me afilió al PS en plena dictadura; militábamos y salíamos a volantear de noche clandestinamente, corriendo muchos riesgos. Entonces, me pegó muy fuerte. No por Carolina, que la quiero mucho y es una excelente compañera, sino porque me parecía que correspondía acompañar a un compañero de siempre y fue un eslabón más en este vínculo un poco difícil [con el PS].

De la misma forma, hubo otros integrantes del PS que se separaron del partido para apoyar a Martínez, y algunos integran la lista de Movimiento Socialista que usted encabeza en apoyo al ex intendente.

Quiero ser muy cuidadosa con esto porque siempre me opuse a lo que en el lenguaje de izquierda llamamos “entrismo”, es decir, desde afuera pescar en la pecera. Si en algo creo es en la libertad de decisión de la gente, y parte de ser socialista es eso. No me vas a encontrar nunca por teléfono diciendo “tenés que venir”. Eso es horroroso y no tiene nada que ver con la ética del socialismo. La libertad es libre y los compañeros y las compañeras son los que tienen que decidir.

También hubo alejamientos del PS previos al apoyo a Cosse, como el de Álvaro García, Guillermo Fraga y Eduardo de León. ¿Hubo un quiebre interno en el PS?

Creo que eso te lo puede explicar cada uno. Cada uno debe haber sentido algo a su manera, quizás no todos pasamos por el mismo proceso. Me parece que la reflexión tiene que ir de todos lados, tal vez el PS tenga cosas para decir también.

¿Usted qué tiene para decir?

Sentí que ya no era más mi lugar, no era más mi casa. Me sentía extraña, pero no responsabilizo a nadie. Tal vez hubo cambios en mí también. No me gusta decir “me fui porque hicieron...”, ni acepto el análisis de “se van porque perdieron” que escuché por ahí. Me parece un poco mezquino ese análisis. Me siento, seré y moriré siendo socialista y peleando por el verdadero socialismo, que no quiere decir que pertenezca a determinada organización. No tengo enemigos para nada. Compartimos un proyecto de izquierda, quizás con distintos acentos, con distintas opciones, pero la diversidad nunca me asustó.

¿Ya no está el verdadero socialismo dentro del PS?

No sería tan atrevida de decir eso. No está el [socialismo] que a mí me gusta construir. Pero tengo más cariño que reproches.

¿El PS debió haber apoyado a Martínez cuando afirmó su candidatura?

Ahí hubo un problema porque ya había decidido apoyar a Cosse, pero creo que si hubiera tenido una actitud no tan cerrada y autoritaria, permitiendo que los socialistas que sentíamos que teníamos que apoyar a nuestro compañero socialista Daniel Martínez [lo hiciéramos], hubiera sido mejor. Pero bueno, con el diario del lunes es muy fácil.

¿Qué le parece la conducción del secretario general Gonzalo Civila?

No lo voy a juzgar. Gonzalo ganó legítimamente, por la forma que se dio el partido en sus estatutos, y pone toda su energía ahí. Hace también lo que puede. Dijera [Emilio] Frugoni: “Los partidos son una construcción colectiva, no son una construcción para levantar un hombre o una mujer”. Cada uno está en su lugar y hace lo que puede.

¿Volvería al PS?

Reconstruiría el socialismo en el que crecí y me formé.

¿Pero eso lo haría dentro del partido?

Eso no importa. El socialismo es mucho más que una estructura organizativa. Distingo entre pertenecer a una organización y la opción ideológica, que es absolutamente individual de cada persona. No creo que el patrimonio del socialismo lo tenga una organización política. Nos pasa mucho a los socialistas que hemos pasado por el PS en determinada época con determinados compañeros y determinada formación que no encontramos otro lugar. Quedamos en un limbo.

Daysi Tourné, durante la entrevista con la diaria.

Daysi Tourné, durante la entrevista con la diaria.

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¿Por qué después de ser diputada, senadora y ministra se postula a edila?

Porque me gusta el proyecto de acompañar a Daniel y porque soy mujer de proyectos, no de lugares. Es un proyecto, me encantó recoger la tradición frugonista. Estamos en un momento de enorme complejidad, entonces me da la impresión de que recoger ese legado importante de Frugoni y repensarlo en el aquí y ahora es un desafío que a mí me gusta como proyecto. Además, nunca me hubiera involucrado con un proyecto inmediatista de ser edila. Me parece que lo que más me llamó la atención es la posibilidad de ese socialismo democrático, que es un proyecto a largo plazo de puertas abiertas. Más allá de que ahora estemos en una etapa electoral. Pero [ser edila] no es mi objetivo profundo, aunque lo es, porque quiero colaborar con la intendencia de Daniel Martínez. Se merece continuar.

¿Se hubiera postulado como candidata a edila en apoyo a uno de los otros candidatos?

No sé futurología, pero ¿qué querés que te diga? ¿Cómo le voy a decir que no a Daniel Martínez? No puedo. Mi corazón siempre puede más que mi cabeza.

¿Cuáles son sus principales apuestas desde este cargo?

A mí me interesa mucho el contacto permanente con la ciudadanía y la escucha. Nos vamos a encontrar con una intendencia en un contexto muy crítico, con grandes sectores de la ciudadanía que se quedaron sin trabajo y que van a tener enormes dificultades. La IM está llamada a jugar un rol de contención social muy importante y a generar oportunidades de trabajo. Vamos a tener que vivir otra realidad y que apropiarnos de la ciudad y cuidarla, y para eso se debe fomentar la fraternidad y la solidaridad entre la gente. Aunque creo que hemos avanzado mucho, todavía hay un sentimiento de ajenidad con la ciudad. No todo lo de la gestión, pero muchísimo depende de los y las ciudadanas. Me parece que ahí hay una enorme tarea. También me parece que la cultura es algo súper importante a desarrollar en sus más bastas expresiones. En este contexto de pandemia, que nos ha hecho cambiar muchas cosas y nos debería hacer pensar en muchas cosas, algunos desafíos son cómo recuperar la grupalidad, la solidaridad, la construcción colectiva.

¿Hubo algún aspecto del gobierno de Luis Lacalle Pou que la sorprendiera?

Voy a ser muy sincera: creo que han hecho un muy buen trabajo de comunicación con la ciudadanía. Ahora, me ha sorprendido el retroceso real que significó la ley de urgente consideración en aspectos cruciales como seguridad, que me preocupa. Creo que habíamos dado un paso importante hacia adelante con el nuevo Código del Proceso, y ahora nos retraemos. Siento que empieza a primar un concepto de autoridad que no comparto, que es muy impositivo y muy patriarcal. Hay un retroceso en el aspecto humano, en la contención social y las oportunidades de trabajo. No los veo muy envueltos en la necesidad de la gente. Los veo más preocupados porque haya inversiones y que estén los empresarios porque dan trabajo, pero en este país los que realmente dan trabajo son las pequeña y medianas empresas. Han cambiado la ética y los códigos. No comparto esta nueva forma de hacer política, que es pura agresión y descalificación y guerra de guerrillas permanente en las redes sociales. A mí me encanta la polémica, no le tengo miedo, pero yo debato ideas. No me meto con la vida de la gente ni descalifico al señor presidente ni a ninguno de los integrantes del gobierno. Me parece que hay un ejercicio de la política que pasa por otro lado, que es muy peligroso y que genera cosas terribles, como quemar a un ser humano vivo. Alguna señal se dio en algún lado para que esta gente se sienta habilitada a prender fuego a un ser humano. El discurso del odio trae consecuencias terribles y no sólo para la izquierda, para todos los pobladores de Uruguay.

¿Cómo vio la salida del ex canciller Ernesto Talvi de la política?

Es muy complejo de analizar porque no estoy en sus zapatos. A mí me da la impresión de que pasaron dos cosas. Primero se produjo un desbalance, porque él tenía un discurso como más liberal dentro de la coalición multicolor. Lo segundo, me parece que la gente que confió en él debe estar un poco preocupada. Lo votó mucha gente creyendo en lo que proponía, el cambio en la política que es necesario.

¿Da espacio a discursos más conservadores en la coalición de gobierno?

Es lo que decía. Creo que Talvi en su ejercicio de la política era un hombre como más liberal. Mediatizaba lo que puede ser, más que un discurso, un accionar excesivamente conservador. Eso se desequilibra con su ausencia y me preocupa realmente. Talvi había logrado además una simpatía en el ejercicio de la Cancillería con la ciudadanía, y eso es importante. Lamento ese desbalance en momentos en que la política está tan fustigada.

En estos meses, ¿cómo ha visto el desempeño del Frente Amplio (FA) como oposición?

Es difícil ser oposición. Yo aprendí a ser oposición primero, y después fui oficialismo. Creo que al hacer oposición también hay que ejercitar el músculo y que los compañeros y compañeras están en eso, pero que todavía no hemos hecho el clic necesario para lograr el espacio que nos merecemos. No colabora demasiado una prensa muy obediente, que no le da mucho espacio a la voz de la izquierda, pero también hay que ganarse ese lugar. La noticia hay que generarla, más cuando sos oposición. Creo que tendríamos que rescatar cosas que sabemos hacer muy bien, como hablar con la gente más a menudo. Lo hicimos en épocas en que era muy difícil hablar con la gente. Entonces, ahora me parece que tenemos que retomar ese rumbo, que es el que mejores réditos nos da a la hora de conjuntar voluntades. A la hora de hablar vamos a tener que hacernos cargo de cosas que la gente también quiere decirnos, que no son todos reconocimientos, y aceptar los “palitos” con humildad.

¿Cómo evalúa la conducción de Javier Miranda en el FA?

Le ha tocado moverse en un mar un poco difícil. El FA es muy difícil en este sentido; somos muchos sectores, muchas opiniones, nos gusta debatir de todo. Entonces, hay que tener un trillo lento a veces para las urgencias del momento y una escucha muy abierta, además de los apoyos necesarios para estar en ese lugar, si no es muy difícil transitarlo. Creo que ha hecho lo mejor que ha podido para la etapa.