El Congreso Nacional de Brasil tiene a consideración desde el 22 de julio un nuevo documento sobre Política Nacional de Defensa y Estrategia Nacional de Defensa. Los legisladores aún no comenzaron su análisis, pero dirigentes del Partido de los Trabajadores y figuras allegadas a los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff miran con preocupación algunas de sus disposiciones.

El texto elaborado por el gobierno de Jair Bolsonaro está disponible en el sitio en internet del Ministerio de Defensa de Brasil, y según se señala allí, se trata de un documento de planificación de la defensa “del más alto nivel”. En términos generales, repite conceptos de sus antecesores: la importancia de la integración regional, la relevancia de la cooperación sudamericana en materia industrial y la apuesta al multilateralismo.

Sin embargo, en otros puntos hay innovaciones. En el capítulo referente a los fundamentos del contexto de la política nacional de defensa se indica que, “sin dejar de considerar la esfera global”, se establece como “área de interés prioritario” de Brasil su “entorno estratégico”, que incluye a América del Sur, el Atlántico Sur, los países de la costa occidental africana y la Antártida. Más adelante, se plantea que “desde el punto de vista de la defensa, no se puede descartar la posibilidad de ocurrencia de tensiones y crisis en el entorno estratégico, con posibles consecuencias para Brasil, de modo que el país se podrá ver motivado a contribuir a la solución de eventuales controversias o incluso a defender sus intereses”.

La última versión de la política nacional de defensa vigente en Brasil fue aprobada en 2012, durante el gobierno de Dilma Rousseff, y no preveía esta posibilidad. Sí definía el “entorno estratégico” de Brasil en los mismos términos en los que lo plantea el documento que hoy está a consideración del Congreso brasileño, pero a diferencia de este último, el texto de 2012 destacaba la importancia del fortalecimiento de los procesos de integración en el Mercosur y la Unión de Naciones Suramericanas, entre otros, como “factores que contribuyen a reducir la posibilidad de conflictos en el entorno estratégico”. Asimismo, planteaba que es “deseable que exista consenso, armonía política y convergencia de acciones entre los países vecinos para reducir los delitos transnacionales y alcanzar mejores condiciones de desarrollo económico y social, volviendo a la región más cohesionada y fuerte”.

De puertas abiertas

Celso Amorim fue ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva entre 2003 y 2010. Luego ocupó la titularidad de la cartera de Defensa Nacional entre 2011 y 2014, durante el gobierno de Dilma Rousseff. En conversación con la diaria, recordó que la integración y cooperación sudamericanas fueron un propósito explícito de los gobiernos de Lula y Rousseff, incluso en materia de defensa. “El documento anterior, tanto de la política como de la estrategia nacional de defensa, hablan de manera muy clara de la integración sudamericana como un objetivo y tratan a la región como zona de paz, ese es el presupuesto. Lo decía cuando era ministro de Defensa, y eso era repetido por los jefes militares: cooperación para adentro, disuasión para afuera”, sostuvo.

Amorim afirma que el gobierno de Brasil siempre defendió el principio de no intervención, y en los casos en que ha contribuido a solucionar conflictos, lo ha hecho por medio de la diplomacia. En cambio, en el texto elaborado por el gobierno de Bolsonaro se habla de “contribuir a la solución” de eventuales tensiones y crisis en un documento de Defensa, y por tanto, “la preocupación es que se utilice a las Fuerzas Armadas de Brasil para contribuir a la solución de controversias regionales”. “Eso es grave”, remarcó el ex ministro, “lo más importante es que se abre la puerta para una intervención armada, esa es la cuestión”.

Amorim advirtió que esta discusión no se da en abstracto, sino en un contexto de crisis en distintos países de la región, y en momentos en que predomina una actitud “claramente intervencionista” de Estados Unidos.

En febrero de 2019, el gobierno de Brasil abrió un centro de acopio de materiales de asistencia para Venezuela en la base aérea de Boa Vista, en el estado de Roraima, en la frontera con ese país. Recibió donaciones de medicina y de alimentos de Brasil y de Estados Unidos. El gobierno de Venezuela los acusó de estar planeando una intervención militar disfrazada de ayuda humanitaria. Según informó Folha de São Paulo en una nota publicada el 20 de febrero de 2019, Estados Unidos presionó a las autoridades brasileñas para que entregaran ayuda humanitaria en el país caribeño mediante una intervención militar. El 23 de febrero, se informó que dos camiones con ayuda humanitaria se dirigían a la frontera con Venezuela; en ellos viajaban María Teresa Belandria, designada por el líder opositor venezolano Juan Guaidó como embajadora de Venezuela en Brasil, y el canciller brasileño Ernesto Araújo, quien antes se había reunido junto con Belandria con el encargado de negocios de Estados Unidos en Brasil, William Popp, en el hangar donde se realizaron las donaciones, según informó La Tercera de Chile. Finalmente los camiones no ingresaron a territorio venezolano.

Hay otros elementos que marcan la cercanía del actual gobierno de Brasil con su par de Estados Unidos. Desde que Michel Temer asumió el gobierno tras la destitución de Rousseff, un oficial de la Fuerza Aérea de Brasil integra de forma permanente el Comando Sur de Estados Unidos, unidad de las Fuerzas Armadas de ese país encargada del área de América del Sur, América Central y el Caribe. “Es algo nuevo, no había en mis tiempos de ministro de Defensa está integración en el Comando [Sur]. El hecho de que esté ahí sirve para legitimar y dar la impresión –y probablemente sea una impresión correcta– de que Brasil apoya una intervención”, cuestionó Amorim.

En definitiva, el ex ministro consideró que este nuevo documento de política nacional de defensa “abre una puerta” a la intervención militar de su país en la región, una puerta que antes “estaba cerrada”, en un contexto en el que Brasil aparece como “subordinado a Estados Unidos”. “Tenemos ese cuadro, son como piezas de un rompecabezas que encajan. Tenemos una gran preocupación”, resumió.

la diaria consultó al Ministerio de Defensa Nacional de Uruguay sobre este tema. “Por ahora no hay opinión”, fue la respuesta.