De pie y sin micrófono —a diferencia de los demás oradores—, el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera habló este lunes en la presentación del libro Historia del pensamiento político del Partido Nacional 1836-1990, de Daniel Corbo, en la sede blanca. Tanto el autor como el histórico dirigente repasaron aspectos de la historia partidaria y defendieron “el vínculo” y la “continuidad” de pensamiento entre los líderes blancos Luis Alberto de Herrera y Wilson Ferreira Aldunate. Además, resaltaron la figura de Aparicio Saravia y los efectos de la revolución que encabezó a principios del siglo XX, que sentó las bases del “Uruguay moderno”, algo que no habría sucedido, como plantea “la historia más oficial”, a partir del primer gobierno de José Batlle y Ordóñez (1903-1907).

Aparte de ellos, en la actividad participaron la subsecretaria de Educación y Cultura, la historiadora Ana Ribeiro, y el presidente del directorio del Partido Nacional (PN), Pablo Iturralde. De la intervención de Lacalle Herrera las palabras que causaron más aplausos del auditorio, integrado por militantes y dirigentes del PN, fueron las dedicadas a defender el legado de Saravia (1856-1904) y su influencia en el Uruguay del siglo XX.

“Corbo juzga el 1904, el fin de la campaña revolucionaria y la historia quizás más oficial que dice ‘bueno, se terminó el país viejo, muere Saravia y todo aquello de las lanzas, para que venga el gobierno de Batlle y Ordóñez y establezca las bases del Uruguay nuevo’. No, Saravia trae en sus lanzas y en el pensamiento de quienes lo acompañan ese país nuevo, con el voto secreto, representación proporcional. Es la legitimación del poder [político]; lo que era viejo era la influencia directriz”, sostuvo el exmandatario. “[Corbo] nos abrió a muchos los ojos con esta interpretación, que es fundada y no caprichosa. Eso hacen las obras trascendentes”, añadió.

El autor del libro también se refirió a este punto a su turno, y dijo que se debe “recordar a Saravia” porque “a veces se exacerba la idea de la guerra, lo arcaico, pero en sus lanzas [el caudillo blanco] traía las banderas de la modernidad”. Además, indicó que el PN influyó en la Constitución de 1917 para “moderar” la “fórmula” de separación de la Iglesia del Estado.

Corbo también subrayó que el batllismo es reivindicado hasta la actualidad por el Partido Colorado y “también desde la izquierda”, pero planteó que los blancos deben “reivindicar más a [José Gervasio] Artigas”, una figura ligada a la elección de la divisa blanca “en homenaje a los patriotas de 1811 [que lucharon por la independencia]” y que sirve “para convencer [a posibles votantes] más allá del PN”.

Iturralde también recordó la figura de Saravia y sostuvo que “su lucha y su muerte dejaron abierta la puerta para en 1917 juntarse con otros partidos” para impulsar “una Constitución moderna”.

“La vocación de poder” y el vínculo Herrera-Wilson

Lacalle Herrera se refirió a la tradición del PN como partido opositor, ya que ejerció el poder en “pocas instancias”, en especial durante la primera mitad del siglo pasado. “Hemos recuperado la vocación de poder, tanto tiempo postergada a la sombra de las luchas internas”, indicó. Recordó que tras las derrotas electorales en 1926 y 1930 “viene un tiempo triste de divisiones en los que parece que el partido se enamora de ser oposición”, que le “imprimió una especie de destino inevitable de ser minoría, de la misma manera que a nuestros adversarios [el Partido Colorado] les generó un condicionamiento con el poder”.

“La vocación de poder es esencial a la existencia de un partido político. Tenemos que pensar en pro de ello y hacer los esfuerzos. El poder es el objetivo del PN, no para la satisfacción soberbia y frívola de obtenerlo, sino para usarlo con sentido teleológico. Es decir, para hacer algo”, indicó el expresidente.

Sobre otra circunstancia relatada en el libro, “algo más cercano en el tiempo”, también habló Lacalle Herrera: “Un tema que ha sido preocupación de militantes y dirigentes, el tránsito del pensamiento de Herrera a Wilson. Hay que leerlo detenidamente porque esa sí que es historia contemporánea, nos ha dolido, lo hemos sentido. Es muy interesante cómo Corbo hace el vínculo, que lo hay, no tiene que forzarlo. Hay una línea de continuidad que nos tranquiliza, serena y reconcilia a todos los que en algún momento podemos haber sentido que fueron dos cosas distintas, cuando eran la misma cosa, adecuada cada una a su tiempo”.

El exmandatario aseguró que el libro de Corbo debe ser “de cabecera y de constante consulta” para los blancos, en pos de “fortalecer la creencia de que el PN es el instrumento para la realización nacional”. Definió la publicación como “didáctica” y consideró que “ayuda a aprender y comprender los sucesos” de la historia del país.

Resumió las ideas del PN como “tradición y cambio”, dos términos que “sintetizan lo que debemos ser”: honrar “la historia” pero “no quedarnos en el pasado”. Sostuvo que los líderes blancos siempre fueron “un paso adelante en la transformación de la realidad social, política y jurídica”.

A su turno, Ribeiro manifestó que en función de su pasado “los blancos son lo más pasional que conocí”, porque “actúan con el corazón en la mano”. Repasó que la historia del PN va “desde la divisa”, cuando alcanzaba “con dos o tres palabras del caudillo” para convencer “al gauchaje”, a la posterior formación del partido, “de los más antiguos del mundo”, donde se “sientan las bases programáticas”. Añadió que el sistema de partidos políticos dio “orden” al país en la etapa posterior al colonialismo, porque estos hasta la actualidad “ordenan, enseñan y conducen”.