Alexandre Grendene, quien le prestó su avión privado al presidente Luis Lacalle Pou para trasladarse a la reunión que mantendrá con su par brasileño Jair Bolsonaro, es uno de los multimillonarios más poderosos del mundo. Junto a su hermano, se introdujo en los años 70 en el negocio de la fabricación de calzado, y hoy su grupo opera marcas como Rider, Ipanema y Melissa. Según Forbes, la fortuna de Grendene es de cerca de 2.000 millones de dólares.

Además, esa publicación destaca que Grendene tiene inversiones en varias industrias, que van desde el acero hasta la producción de etanol y petroquímicos, y es propietario de inmuebles en varios estados de Brasil y Uruguay. El empresario vive en Río Grande do Sul. Grendene, de 71 años, además es un asiduo visitante de Punta del Este. Según publicó el diario argentino La Nación, Grendene tiene dos mansiones en el balneario que visita asiduamente, y en 2007 recibió las llaves de la ciudad de Punta del Este. Ese año, el medio argentino sostenía que Grendene aportaba en impuestos “a la tesorería del gobierno de Maldonado más de lo que paga toda una ciudad de esa jurisdicción”. Grendene también fue fotografiado junto a Lacalle Pou durante el verano del año pasado en una fiesta en Punta del Este.

Su sobrino, el también empresario Pedro Grendene, fue noticia en el verano de 2017, cuando se viralizó un video en el que en una noche de apuestas en el casino del hotel Conrad, decidió jugar una inmensa torre de fichas al número 32 de la ruleta y ganó cerca de 50.000 dólares.

A fines de 2016, el diario El País se hizo eco de un artículo de la revista brasileña Istoé, que publicó que la Justicia de Brasil investigaba si el expresidente de este país Luiz Inácio Lula da Silva era el dueño de una mansión en Punta del Este valuada en dos millones de dólares que estaba a nombre de una compañía offshore relacionada con Grendene. La publicación destacaba que la investigación había sido iniciada en agosto y buscaba averiguar si el expresidente había adquirido esa propiedad de la misma forma que había comprado un penthouse en San Pablo.

Según la revista, al igual que lo ocurrido con el penthouse en San Pablo, se presumía que la propiedad había sido puesta a nombre de empresarios amigos, en este caso de Grendene. La casa es un chalé estilo suizo de unos 7.500 metros cuadrados. La hipótesis había sido proporcionada al Ministerio Público Federal por un delator que había sido responsable por las denuncias que habían hecho estallar la operación Lava Jato.

El hecho fue negado por la asesoría de Lula, que sostuvo que el expresidente “no tiene ninguna casa o cuenta en el exterior”. En tanto, un asesor de la dirección de la empresa de Grendene sostuvo que la “historia” de que el multimillonario “sería una especie de testaferro del expresidente petista en Uruguay no pasa de un absurdo completo”. Según Istoé, durante el gobierno de Lula, el empresario logró acceder a préstamos subsidiados del estatal Banco de Desarrollo Económico y Social por unos 3.000 millones de reales, que estaban siendo investigados por el Ministerio Público Federal de Novo Hamburgo, una ciudad de Río Grande do Sul.