El 27 de agosto de 2020 Adrián Peña asumió como cabeza del Ministerio de Ambiente, que fue creado por la ley de urgente consideración (LUC). En ese momento, el coordinador general de Ciudadanos, del Partido Colorado (PC), dejó su banca en el Senado y fue designado en el nuevo rol para mantener la cuota colorada en gabinete, ya que el exlíder de su sector, Ernesto Talvi, abandonó la Cancillería –y, a la postre, la política–.
Los desafíos de la nueva cartera, su posición sobre diversos proyectos que generan polémica desde el punto de vista del impacto ambiental, la relación con la coalición y la salud de la interna colorada son algunos de los puntos sobre los que Peña conversó con la diaria en su oficina de la Torre Ejecutiva, ya que el Ministerio de Ambiente aún no tiene edificio propio.
¿Era lo que pensabas estar a cargo de este novel ministerio?
Es la primera vez que estoy en una función ejecutiva pública, mi único antecedente era haber sido legislador. Obviamente, la tarea ejecutiva es muy distinta a la legislativa. Los tiempos son mucho más lentos que lo que creía. Uno llega con un montón de ideas y de cosas para aplicar, piensa que lo va a poder hacer rápidamente, pero en general se dilata un poco en el tiempo. Claramente, no está siendo sencillo, pero creo que a esta altura tenemos el ministerio bastante ordenado y formado, con su nueva estructura desde el 1º de enero, por la ley de presupuesto, ya con los directores designados en cada área y con rumbo claro en cada una de las direcciones. Nos falta tener nuestro propio edificio, que para mí es muy importante, porque tengo desparramado el ministerio en muchos lugares y eso complica la gestión. Me gusta estar cerca de los temas y arriba de las cosas. El intercambio con los directores, los gerentes y los técnicos me ayuda mucho, pero estar yo acá y el resto del ministerio por otro lado me complica. Dependo de la buena disposición que tenga [el Ministerio de] Economía con nosotros. Nos han dicho que no nos van a dejar tirados en esto, pero hasta ahora no hemos encontrado solución.
¿El presupuesto es el adecuado?
Nos acercamos a una rendición de cuentas en que necesitamos una mejora presupuestal, notoriamente. Estamos con dificultades desde el punto de vista de la cantidad de personas a cargo. Cumplimos nuestra función de control y evaluación ambiental de los proyectos y los emprendimientos, pero estamos con un déficit importante de capital humano. Necesitamos más funcionarios, que son de perfil técnico, no cualquiera, para poder asegurar que vamos a cumplir con todas nuestras funciones.
No era sólo una cuestión de crear el ministerio en el papel.
No, claramente. La creación del ministerio tiene sentido si efectivamente como tal tiene un rol importante a cumplir y a la hora de la toma de decisiones es tenido en cuenta. Esa es la idea de haber creado un Ministerio de Ambiente, poner en la primera línea de la toma de decisiones la cuestión ambiental. Si eso pasa, el ministerio tiene sentido, si no, es un cambio de nombre a lo que ya había. Eso lo tenemos muy claro en el equipo, es algo que compartimos con Gerardo Amarilla [subsecretario de la cartera].
La segunda planta de UPM es uno de los grandes temas. A fines de febrero el ministerio frenó la obra de una planta de afluentes por haber comenzado sin autorización.
Sigo todos los temas que puedo directamente y UPM lo sigo personalmente. Tengo reuniones periódicas con el equipo de [la División Emprendimientos de] Alta Complejidad del área de Evaluación de Impacto Ambiental, que se encarga de este tipo de proyectos. Tengo vínculo con los técnicos y la información la vamos intercambiando de manera permanente. Tengo una reunión mensual de seguimiento con nuestros técnicos y la empresa. El último parate de esa obra tuvo que ver con una inspección de rutina que hizo el ministerio: fue y constató obras que no estaban autorizadas para comenzar, las detuvo de manera inmediata y sancionó a la empresa. Eso va a pasar cada vez que algo se haga fuera de lo estipulado, ya sea por la ley o por la autorización ambiental previa que otorgó la administración anterior. Todas estas cuestiones de UPM han sido faltas administrativas, ninguna fue una falta ambiental. Es decir, nada de esto que ellos han hecho mal –hay seis procedimientos en total– ha tenido consecuencias ambientales. Comenzaron a construir algo que todavía no podían. A veces me critican porque las sanciones son bajas, pero van de acuerdo a la falta que cometieron. No le puedo poner una sanción más grande porque sea UPM.
Hay algunos dirigentes de Cabildo Abierto (CA) a los que no les gusta mucho eso.
Sí, yo sé que en los grupos de Whatsapp de los legisladores de CA bromean mucho con las multas que le pongo a UPM... Dicen que son chicas porque la inversión es de 4.000 millones de dólares y las multas son de equis dólares, pero la multa tiene que ver con la falta que cometieron, no con la magnitud de la inversión ni de la empresa. Dentro de las faltas que cometieron, siempre pusimos la máxima sanción posible.
Otro proyecto que tiene sus detractores es Neptuno, el de la planta potabilizadora de OSE en Arazatí, San José. Un colectivo de vecinos de la zona ha planteado varias inquietudes.
El proyecto Neptuno es una iniciativa privada que presenta una alternativa al problema de la cantidad de agua potable en el área metropolitana de Montevideo. Creo que también ayuda a mejorar la calidad del agua. El 31 de agosto, cuatro días después de asumir el ministerio, estábamos acá, en el piso 11, hablando con el presidente de la República [Luis Lacalle Pou] y el presidente de OSE [Raúl Montero] sobre cómo avanzar en este tema. Yo promoví el análisis de una idea que tenía vieja data en el ámbito de OSE, la denominada “fuente infinita” del Río de la Plata: bombear agua bruta hacia Aguas Corrientes por un canal. Hoy esa idea se transformó en una toma de agua allí que potabiliza y bombea al Recalque de Melilla. Tuvimos varias iniciativas más, incluso este consorcio presentó alguna más, pero optamos por esta, que supone una captura de 30% de lo que hoy produce Aguas Corrientes. La autorización del 2 de marzo, firmada por mí, lo único que tiene es la declaración de interés. Ahora se está haciendo un estudio de factibilidad, que en caso de que sea positivo, se avance aún más y se apruebe, tendrá que pasar por un estudio de impacto ambiental, como cualquier otra obra.
El gremio de OSE no lo ve con buenos ojos, a la luz del artículo 47 de la Constitución de la República.
La Constitución es clara: dice que el servicio de agua potable debe ser suministrado por el Estado. El servicio de agua potable, en cualquier caso, va a ser suministrado por el Estado, o sea que la Constitución no corre ningún peligro. Cómo se va a operar efectivamente la planta, en caso de que se avance, y cómo se va a financiar son cosas que todavía no están definidas.
Pero si hay un consorcio metido en una parte de la cadena, antes de ese suministro habrá una empresa privada.
Es como hoy, que hay múltiples empresas privadas que participan en la gestión de OSE en diferentes ámbitos. Por ejemplo, hay plantas de saneamiento propiedad de OSE gestionadas por privados e instalaciones de determinadas bombas y maquinarias que las hacen empresas privadas. Hay reparaciones enteras de tuberías que las hacen empresas privadas, pero el servicio siempre lo suministra OSE. Este es el mismo criterio. Lo importante es que tenemos que encontrar una solución al problema del agua potable. La prioridad es asegurar ese recurso básico, que es un derecho humano. Estamos pensando en una obra que soluciona el problema del agua potable, por lo menos, para los próximos 50 años. Esto no ha sido solucionado en los últimos 15, no ha habido inversión. En el último gobierno colorado [2000-2005] fue la última línea de bombeo.
El PC ha insistido en instaurar la famosa “mesa chica” para coordinar la coalición de gobierno, pero es evidente que el presidente aún no le da cabida a la idea. ¿Les sigue pareciendo fundamental?
Sí, nos parece que es necesario un ámbito de coordinación de la coalición, aunque no es imprescindible, porque viene funcionando bien. No hay duda de que la coalición se va a mantener sólida políticamente, no advierto que existan elementos que la pongan en peligro. Claramente, para que funcione mejor, nos parece que un estadio superior podría ser la mesa de coordinación, donde los partidos conversen sobre los temas más importantes y de ese modo haya menos ruidos en la comunicación interna. No es un ámbito imprescindible, pero sí deseable. Ahora, ¿qué pasa? A Pablo [Mieres] no le interesa la mesa, porque le interesa el vínculo directo con el presidente, como lo tiene, y [Guido] Manini [Ríos] dice que le interesa pero no sé si le interesa tanto, realmente, porque en esa mesa está también [Julio María] Sanguinetti, que es el secretario general del PC, y ahí Manini Ríos no tiene el protagonismo que tiene en una bilateral con el presidente.
Hace pocos días se dio la primera reunión de líderes de la coalición con el presidente desde que asumió el gobierno. Sanguinetti fue por el PC, pero en los papeles él perdió la interna colorada. ¿Qué análisis hacés de eso? ¿Algo falló?
En su momento, cuando se definió el secretario general, Ernesto Talvi decidió que fuera Sanguinetti y los miembros de Ciudadanos honramos ese compromiso en la votación, aunque fue público que muchos de nosotros no estábamos de acuerdo. A mí me parecía una etapa interesante para una transformación del partido. Yo no tengo ninguna objeción a la figura de Sanguinetti, pero me parecía que era la oportunidad para generar una renovación. Como se dieron las cosas luego, con la renuncia de Ernesto a la Cancillería y con su salida de la política, aquel problema que yo advertía en 2019 terminó siendo una ventaja. Que Sanguinetti esté al frente del partido fue una solución porque no está el otro líder. Entonces, un líder histórico, que electoralmente no va a seguir compitiendo y que está de salida, da una oportunidad para que el partido se maneje en clave de unidad.
Pero en términos de renovación...
La renovación quedó postergada, notoriamente. Esa fue una decisión que se tomó en su momento.
El domingo 25 de abril el exsenador y excandidato colorado Pedro Bordaberry escribió una columna en el diario El País en la que criticó a los oficialistas que “se empiezan a desmarcar del gobierno” e implícitamente aludió a los colorados. ¿Qué opinás?
Yo quiero creer que no se refiere al PC, porque él habla de gente que anuncia las medidas por la prensa. Nosotros somos socios y parte del gobierno, y consideramos que debemos tener un rol activo, que tiene que ver con el ADN batllista y colorado. Entonces, permanentemente vamos a estar proponiendo en el seno del gobierno en la línea de lo que pensamos. Por ser socios del gobierno no nos vamos a amputar en ningún caso la posibilidad de aportar nuestra visión, que es la que defendemos y por la que existimos. Nos interesa mucho que nuestra visión socialdemócrata se refleje en el gobierno, porque la gente que nos votó lo hizo por eso, porque es lo que somos, batllistas y colorados. Entonces, hemos presentado permanentemente propuestas al presidente, y cuando se han hecho públicas, él ya las conocía por nosotros. Tenemos un rol activo en la coalición, no somos furgón de cola de ningún partido. Nuestro rol es decisivo, porque, al final del día, la democracia es matemática: el PC es el que le da las mayorías al gobierno en ambas cámaras. Supongo que él [Bordaberry] habla de otros partidos... Quiero creer eso.
¿Cómo ves estas columnas de Bordaberry, luego de que en 2017 anunció que dejaba la política?
En su momento, Pedro dijo que dejaba la política, fue una definición personal. Él pudo haber decidido una cosa y hoy pensar otra. Es verdad que fue en ese sentido, pero también es claro que entra en los temas políticos, lo cual me parece muy bien. Yo soy hincha de que Pedro vuelva a un rol activo en la política, por tanto, no estoy para cuestionar si cambió su posición original. Si la cambió, bien por él y por el partido. No señalo “dijiste una cosa y hacés otra”, porque perfectamente las personas puedan cambiar de opinión, y si Pedro decide volver a la política, me parece bueno. Hoy lo veo más como el Loco [Sebastián] Abreu, que no sabés si es jugador, técnico o panelista de un programa.
¿Te parece que si Bordaberry volviera al PC sería bueno para recuperar parte del electorado que se fue a CA, por ejemplo?
Pedro es alguien conocido, que es importante en la política. Fue un buen parlamentario, serio y trabajador, y tiene una línea clara de pensamiento, con la que mucha gente se siente representada. Está bueno que esa gente tenga quien la represente, entonces, me parece que sumaría. Si electoralmente suma más o menos ya son cuentas que trato de no hacer, porque son para otro, pero indudablemente siento que sería un aporte, cualitativamente. El grado de coincidencia que tenga yo con su visión es aparte… Me quedé pensando en la pregunta de antes, sobre Sanguinetti. Hay algo que yo, que tengo 45 años, no había visto en el PC: el clima de unidad que se vive, unidad que no es hecha a fórceps. La institucionalidad funciona, el Comité Ejecutivo Nacional [CEN] se reúne y a veces estamos horas discutiendo los temas. Ese clima, muy positivo, de no crispación interna ni enfrentamiento, de colaboración, al darse en el nivel de la dirección del partido, permea hacia abajo. Hoy es muy común que nos reunamos de distintos sectores del partido, por un tema equis, el que está en la comisión del Senado con el que está en el Ejecutivo o en Diputados; eso antes no pasaba, eran como dos familias divorciadas. Respirar ese clima sin contaminación es muy importante para la salud de un partido.
La declaración del CEN colorado del 23 de marzo proponía al gobierno “restablecer, por la vía legal, la contribución temporal de los ingresos mayores que se adoptó en abril y mayo del año pasado, extendiéndola al sector privado”. ¿Seguías pensando que debe ser así?
En términos generales, no era partidario de los descuentos, pero el partido resolvió por su mayoría. Porque en un momento de complicación de la economía, quien puede gastar algo más de repente es el funcionario público que gana más de 100.000 pesos. Es el que puede hacer algún gastito aquí y allá y mueve la economía; entonces, esa plata, que va al Fondo Coronavirus, la sacamos de la economía. No veía mucho la eficacia de eso, más allá del positivo efecto simbólico, al que no le quito relevancia. Ahora bien, si se les pide a los funcionarios públicos, también hay sueldos muy potentes en la actividad privada. Hablo de sueldos, no de las empresas, porque a las empresas, y fundamentalmente a las pequeñas y medianas, se les aplicó una batería de medidas que supone una renuncia fiscal de 120 millones de dólares; es decir, el gobierno está ayudando a las empresas, en la medida de lo posible. Entonces, ¿por qué por dos meses no le podríamos pedir a un gerente de un banco internacional que aporte un porcentaje para el Fondo Coronavirus? Alguien que capaz que gana un millón de pesos, que es un empleado privado, no el titular de la empresa –es decir, no es de la rentabilidad de la empresa, que son las que están complicadas–, es alguien que tiene un sueldo bien elevado en la actividad privada. En principio, a mí no me hace ruido.