El ministro del Interior, Jorge Larrañaga, falleció en el apartamento de María Cristina Cedrez, abogada de 69 años, integrante suplente del directorio del Partido Nacional y expresidenta de la Junta Departamental de Treinta y Tres.

Cedrez accedió a dialogar con la diaria y dijo que todavía se siente muy mal y triste por la pérdida de su amigo.

¿Larrañaga estaba con usted cuando falleció?

Es verdad. Estaba en mi apartamento. Nosotros somos amigos desde hace mucho tiempo. Yo lo conocí cuando era intendente de Paysandú, cuando era un muchacho joven. Lo conocí porque era muy amigo de Bolita Leis, que era como mi hermano mayor [Héctor Leis fue intendente de Lavalleja, falleció en 1997]. Él lo quería muchísimo a Jorge y decía que era una promesa joven, que iba a ser un dirigente de fuste. Cuando yo lo conocí, Jorge tenía dos hijitos, vivía en una chacra en las afueras de Paysandú y estaba casado con una chica muy bien, Ana María Vidal, a la que no le gustaba la política y era de perfil muy bajo. Ahí nos hicimos amigos, muy amigos. A veces estábamos de acuerdo, a veces discutíamos, pero nos queríamos mucho. Yo tenía cinco años más que él y era una especie de hermana mayor que siempre estaba dándole consejos. Jorge era un hombre con una máscara hosca, pero muy sensible, muy cálido, derecho, íntegro.

¿Usted también tenía actividad política?

Siempre fui una militante de base, ser convencional del Partido Nacional para mí ya era el mayor honor. Durante un período fui presidenta de la Junta Departamental de Treinta y Tres, porque me pidieron. Después volví a ser convencional. Y tuve el honor, la gratitud inmensa, de lo cual no me voy a olvidar nunca, de que Jorge me propusiera para el directorio del partido. Él dijo que no iba a ir nunca más al directorio y me propuso a mí. Hoy lo integro como suplente de Tufi Lafluf. Cuando asumí sentí que tenía toda su confianza. Que por mi lealtad y amistad me confiaron esa responsabilidad. Es mi mayor honor. Jorge también es amigo de mi familia. Teníamos muchas discusiones, pero siempre nos poníamos de acuerdo. Yo lo quería mucho.

¿Usted vive en la Torre Ellauri? Le pregunto porque entre tantas cosas que circulan por las redes hay videos que muestran a la emergencia llegando a ese edificio.

Sí. Yo me reparto entre Treinta y Tres y Montevideo. Tengo mis dos casas. Acá vivo en ese edificio.

¿Estaba usted sola con Larrañaga cuando él se sintió mal?

Sí. Había venido a charlar un rato. No fue la única vez ni mucho menos. Muchas veces conversábamos. Hablábamos de todo un poco. De lo único que no hablábamos era de turf, porque yo de caballos no entiendo nada.

Entonces para usted esto fue doblemente duro.

Horrible. Horrible.

¿Se sintió mal de golpe?

Sí. Me dijo “me siento mal” y me dio su teléfono para que llamara al chiquilín que le manejaba el auto, Carlitos. Yo lo llamé y le dije: “Jorge está horrible, se siente mal, mal”, y él llamó a todos. Después Jorge… se cayó. Llegó primero Santiago González y después llegaron los médicos… A mí me pidieron que me encerrara en mi cuarto… y lo que pasó después ya no lo vi. Si lo hubiera visto no lo contaría tampoco.

¿Larrañaga estaba preocupado por algún motivo político?

Por algo concreto, no. Nosotros teníamos concertado hablar de algunos temas, que eran importantes.

¿Me puede contar?

Eran temas del directorio. No eran secretos de Estado, pero me parece que eran preocupaciones suyas privadas y que, por una cuestión de lealtad, me parece que yo no tengo que contarlas. No es ningún secreto ni nada malo, pero me parece que no corresponde.

¿Y cómo lo notaba a Larrañaga ?

Yo desde hace mucho tiempo lo veía muy cansado. Honestamente le digo: yo estaba muy preocupada por él. Estaba agotado, estresado y no sabía parar, no sabía decir que no, no sabía no cumplir con su deber. Él seguía para adelante, pero si usted lo veía caminar, movía primero una pierna, luego la otra, iba encorvado, inclinado… El estrés brutal lo tenía agotado. Pero él nunca contaba todo. Nunca daba el brazo a torcer. Nunca me dijo “no doy más”. Él seguía para delante. No sé…

¿De eso hablaron en esa última charla?

No dio el tiempo… no dio el tiempo para nada… [llora].

“Yo le hice reanimación a Larrañaga”

El director de Convivencia y Seguridad Ciudadana, Santiago González, recibió el llamado del chofer de Larrañaga y llegó al apartamento de la doctora Cedrez antes que la primera emergencia móvil.

“Yo vivo muy cerca y viví en ese edificio cuando me casé. Llegué antes que nadie. Cristina estaba en shock. Enseguida le hice reanimación a Jorge”, dijo González. “Luego de unos minutos, que seguramente fueron muy pocos, pero para mí fueron una eternidad, llegaron los médicos. Ellos también, durante mucho rato, mucho, estuvieron intentando reanimarlo. Se hizo todo lo posible, todo lo habido y por haber. Lamentablemente no dio resultado”.