Con motivo de los 48 años de la disolución de las cámaras y el inicio de la huelga general contra el golpe de Estado, se realizó el domingo un conversatorio en el Salón de los Pasos Perdidos, organizado por la Asociación de la Prensa Uruguaya, el Zonal Aguada del PIT-CNT y el Parlamento.

El historiador Gerardo Caetano comenzó diciendo que entre la banda de dictadores que caminó por el mismo Salón de los Pasos Perdidos el 27 de junio de 1973 había muchos generales que adherían al nazismo y el fascismo, y otros que tenían ambición de poder. “Esa foto no debe caer en el olvido”, dijo, porque es el mecanismo para que los hechos no vuelvan a suceder. Recordó que en 1933 el entonces presidente, Gabriel Terra, se convirtió en dictador y, cuando volvió a “jurar fidelidad a la nueva Constitución de 1934, el diputado Emilio Frugoni le gritó: ‘¡Perjuro!’”.

“Eso es lo que había que gritar a todos aquellos que rompieron el pacto constitucional el 27 de junio, empezando por el presidente Juan María Bordaberry”, sostuvo. Agregó que las Fuerzas Armadas tenían el “privilegio de usar las armas de la República y decidieron usarlas contra la República”. El historiador señaló que se puede decir que hubo factores que llevaron al golpe de Estado, pero puntualizó que ninguno justifica la violación al apego irrestricto a la Constitución.

Recordó también las posturas de legisladores durante la última sesión general, en donde “se aferraron a la vigencia de la Constitución como un principio inclaudicable”, como Wilson Ferreira Aldunate y Américo Plá Rodríguez, y destacó en particular la postura del vicepresidente Jorge Sapelli, quien rechazó el golpe de Estado. “Tenemos que recordar a Sapelli porque afirmó desde su actitud una adhesión irrestricta al pacto constitucional. Esa es una de las claves: no hay razón que justifique la violación de la Constitución”, apuntó.

A su turno, Soraya Larrosa, vicepresidenta del PIT-CNT, manifestó que las generaciones anteriores supieron ver con claridad las “señales de desestabilización democrática”. “Con ese análisis de la realidad y viendo la situación política de nuestros hermanos brasileños, víctimas de un golpe de Estado, es que nuestra CNT definió la lucha contra la dictadura, que comienza con la huelga general. Esa misma madrugada del 27 de junio de 1973, las compañeras y compañeros de la CNT, el Secretariado y la Mesa Representativa, con nuestro histórico dirigente, Pepe D'Elía, aplica la resolución de huelga general y ocupan todos los lugares de trabajo, primer y fundamental acto de la resistencia popular a la dictadura. La noticia se difundió en pocas horas. Los y las trabajadores supieron estar a la altura de las circunstancias, dando una respuesta inmediata en defensa de la democracia”.