Nació en 1965 y por un año no llegó a conocer a su abuelo, el exmandatario Luis Batlle Berres, que en el último tramo de su vida fue senador y ocupó el despacho en el que está sentado hoy. En ese mismo lugar también estuvo su padre, Jorge Batlle, porque supo ser senador, además de presidente de la República. Todos, claro está, por el Partido Colorado (PC).

Raúl Lorenzo Mono Batlle llegó a la cámara alta por una carambola que compara con un múltiple choque de autos: la denuncia por irregularidades que hizo en declaraciones al semanario Búsqueda Martín Pérez Banchero —de su espacio, la Lista 15—, ex director nacional del Ministerio de Turismo y ahora su asesor en el Senado, contra el extitular de la cartera Germán Cardoso —de Batllistas, que lidera el expresidente Julio María Sanguinetti—. Gracias a la renuncia del ahora denunciado exministro, el entonces senador Tabaré Viera asumió al frente de Turismo, y el que le seguía en la lista de Batllistas Unidos —la Lista 15 y el sanguinettismo— de la cámara alta era Raúl Batlle. Su llegada al Parlamento no estuvo exenta de una polémica sobre si asumiría o no, ya que Batllistas quedó sin representante en el Senado.

Se define como “liberal” y cada vez que se refiere al expresidente Sanguinetti simplemente dice “Julio”, porque “siempre fue como parte de la familia”. Subraya que aquello de que Sanguinetti le “cortó el brazo” a Jorge Batlle, en 1989 -porque apoyó la candidatura de Enrique Tarigo-, a la familia le dolió “una semana”, pero luego había que seguir y tratar de ganar la elección. Para conocer más sobre el flamante senador, la diaria conversó con Raúl Batlle.

De los expresidentes posdictadura de los partidos tradicionales, tanto Julio María Sanguinetti como Luis Alberto Lacalle Herrera tuvieron hijos que se dedicaron a la política activa desde jóvenes, con menor o mayor éxito; uno llegó a diputado, otro a presidente. En cambio, no fue el caso de la descendencia de Jorge Batlle. ¿Por qué?

Siempre hicimos política porque estábamos ahí. Si sos “el hijo de” hacés política por cómo te comportás, qué hacés y de qué trabajás, aunque no quieras; además de la militancia, que era obligatoria. A la vuelta de la democracia yo ya estaba trabajando. Los 80 fue una época difícil, se pasaba mal económicamente y tanto mi hermana [Beatriz Batlle] como yo trabajamos desde muy jóvenes. En 1990 entré en un banco. Buscaba avisos en el diario y había tres o cuatro, siempre los mismos. Me gustaba mucho el tema administración, que era lo que estudiaba. Me vinculé al sector financiero, trabajé en varios bancos toda mi vida. La política tenía muy bien representada a la familia, porque en la época de esplendor de la 15 había Batlle por todos lados, o sea que uno más o uno menos no iba a hacer diferencia. 

Pero, más allá de eso, ¿nunca te movió la política partidaria?

Siempre te llama, porque para mí es algo común y corriente: me siento en una mesa y tengo que hablar de política. En ese equipo de los Batlle en la cancha estaba mi viejo, que era una figura tremenda, con ese monstruo era suficiente. Pero cuando falleció [el 24 de octubre de 2016] me hizo un clic y dije “tengo que hacer algo”, que no sabía mucho que era. Yo nunca había estado en una convención del PC, nunca había entrado; entonces, quería pertenecer a la convención, y esa era mi única intención. Hicimos una lista, entramos y se empieza a negociar la lista única al Senado de Batllistas Unidos, que fue una especie, si se quiere, a menor escala, de lo que en la vuelta a la democracia fue la lista unificada Batllismo Unido. Me invitaron a conformar la primera línea, mucho más testimonial que otra cosa. Otro granito más, me gustó para estar y apoyar el cambio. Después empezaron a pasar cosas locas, como la pandemia: nunca imaginé que iba a asumir en los primeros días de marzo [de 2020]. Tuve que hacerlo porque ni Viera ni Julio podían venir, porque son población de riesgo.

¿Qué rol jugó para que formaras parte de una lista el hecho de que Ernesto Talvi, desde que salió al ruedo, en agosto de 2018, hiciera referencia a que él era “el elegido” de tu padre?

Tenés un punto ahí, es notorio que me movilizó. Yo entendía que esa no era la opción y quería marcar cuál era. Aunque no votamos bien, es obvio, no tenemos que engañarnos [tercer lugar en la interna del PC], queríamos marcar que si había alguien que pensaba que era el dueño de las ideas jorgistas, para nosotros no estaba ahí. Tanto no estaba ahí que mi viejo siempre decía “primero el país”, pero a la primera de cambio, [Talvi] desapareció... O sea que teníamos razón. Para mí una de las cosas más importantes de Jorge Batlle era entregar el alma en la cancha, y tal vez sea por eso que estoy acá, aun quizás contra las voluntades de mi familia chica –porque la grande es como una hinchada–, que me quiere en mi casa lo más que pueda, a pesar de que son grandes y todo lo que quieras.

¿Te llegaron a molestar esas referencias a tu padre en los discursos de Talvi?

No. Lo que me molestó es que cuando llegó el momento de largar a la cancha... Había hecho toda su campaña previa, hasta 2019, hablando de que mi padre “le dijo”, pero cuando llega la largada ya no es más Jorge Batlle, es Talvi el que dice. En ese momento fue tal vez mi gran calentura, por una nota en la que seguía hablando de Batlle y de Sanguinetti, de Batlle y de Sanguinetti y de los viejos cucos del pasado, porque en buena medida basó su campaña en eso, y para mí no está bueno dividir. Estuve tres años con la boca callada, sin creer que fuera el descendiente ideario, pero llega un momento en que ya está, paremos. Lo que más me dolió fue cuando hizo todo un speech de que estaba al lado [de Jorge Batlle] en el CTI, que había entrado a despedirse y que le decía “ahora te podés morir tranquilo porque el PC está en buenas manos”. Dije ya está, la Divina comedia es un poroto...

Comentabas las veces que el batllismo y la 15 se presentaron con listas únicas al Senado, pero siempre hubo alguna que otra diferencia. De hecho, todo lo que derivó en que ahora estés en el Senado tiene que ver con una puja interna, ¿no?

No, nada tiene que ver con eso. Es como cuando venís por la rambla y hay cuatro coches atravesados, todos dados vuelta, que decís cómo pasó todo esto. Fue un tipo que de repente sólo se corrió un cachito de la ruta, entonces, le pega al otro y el otro le pega al otro, como en los bolos, y yo estaba en el medio de todo ese berenjenal. No hay intencionalidad ni nada por el estilo. Cuando pasaron todos esos choques, y me tocó estar ahí, no podía decir que no. Julio [María Sanguinetti] me llamó para preguntarme qué iba a hacer.

¿No te llamó para decirte que no asumieras?

No, me preguntó qué iba a hacer y me dijo “contestame”. Le dije que me lo dejara pensar. Tuve mucha más presión de la 15 para que no renunciara que del otro lado. En esos dos días apagué el celular y traté de no escuchar a la prensa, se filtraban cosas que iba viendo, de que me pedían la renuncia... Mucho pudo ser de la otra hinchada, que obviamente quiere su lugar, pero yo estaba ahí. Para mí sería mucho más difícil estar acá explicando por qué no acepté y me fui, que decir por qué acepté y me quedé. Yo siempre quiero conciliar, no quiero separar. 

¿Pensás que el PC actuó bien en el tema Cardoso? Porque Pérez Banchero dijo que, más allá de la 15, dentro del partido no le dieron cabida a sus denuncias.

Martín intentó zurcir o explicar lo que estaba pasando, en una desavenencia que tuvieron, porque no estaba dispuesto a firmar determinadas cosas. O sea que ahí terminó la vida de Martín... Lo más grave es que a Martín desde el arranque se lo destrató, pero él simplemente se defendió, y nosotros lo defendimos. Cuando estudiamos la situación, entendimos que estaba en lo correcto, y sigo pensando que estuvo en lo correcto. Yo respaldo a Martín, obviamente. 

Yendo a tu nuevo rol como senador, llegaste justo con el debate sobre el proyecto de Rendición de Cuentas. ¿Qué postura tenés sobre el fideicomiso para regularizar los asentamientos, financiado con la reasignación de recursos del Instituto Nacional de Colonización (INC)?

Estamos de acuerdo en que los asentamientos son un problema, y la pandemia lo agudizó, eso se nota. Hay que buscar recursos y, por otro lado, allí hay una fuente de recursos importante. Todavía hay campos sin asignar, hay que ver bien un montón de cosas administrativas. Pero para mí no es una mala idea obtener, tal vez por un tiempo, recursos de ahí para afrontar lo más inmediato, que hay un problema fuerte de asentamientos. Un ejemplo: tenés terrible campo, al cual le ponés plata todos los años, pero tenés a tus hijos viviendo abajo de un techo de lata; entonces, durante un período, un buen recurso es este. No digo que se va a abandonar eso para siempre, pero hoy, ¿dónde hay más necesidad? Ahí. Al mismo tiempo que hay un montón de cosas que tendríamos que mirar sobre la administración del INC: tiene equis cantidad de funcionarios, de gerencias y demás, que a veces pregunto si son realmente necesarios para manejar una cosa que debería ser mucho menor. Hay que ver cuánto de ese dinero que se recauda termina simplemente en pagar funcionarios públicos. 

Cabildo Abierto ya anunció que no votará el proyecto tal como viene, por más que fue acordado y votado por la coalición en la Cámara de Diputados.

Está bien, pero quizás es un discurso más mediático. Así como viene, no, pero capaz que le cambian dos cosas y lo votan. Entonces, no era tanto “así como viene, no”. Yo, así como viene, estoy mucho más inclinado a decir que sí que a decir que no. Ahora, que hay cosas para mejorar, sobre todo adentro del INC, seguro.

¿Qué opinión tenés sobre el proyecto de la nueva ley de medios?

No soy muy de la ley de medios... Soy de no ley de medios. [José] Mujica dijo la frase más liberal de todas las que yo he escuchado: “La mejor ley de medios es la que no existe”.

¿Y vos pensás eso?

Sí. Esencialmente, al cuarto poder cuanto más libre yo lo deje, mejor. Después, se puede hablar de leyes antimonopolios o antioligopolios, pero para todos. Si se quiere reforzar la ley antioligopolios, que se refuerce, incluso metiendo todas las empresas del Estado, ya que estamos. Obviamente que los medios tienen poder en la opinión pública y demás, pero creo que cada vez menos. Porque hoy en día está comprobado que las redes o Whatsapp tienen mucha más fuerza que cualquier conglomerado mediático al estilo Turner. 

¿Sos de la idea de que hay que desmonopolizar Ancap?

Iría contra lo que pienso decir que hay que mantener el monopolio de Ancap... Cuando iniciás una nueva empresa o un nuevo trabajo, hay miedo, el tema es cómo te preparás para ser mejor que el que viene a competir contigo. Y la propia competencia viene desde adentro, porque tenemos una fábrica de nafta esencialmente para los autos, porque todas las industrias se están reconvirtiendo a energías alternativas. Yo voy a ver cómo el parque automotor de este país va a ser eléctrico, tal vez con 86 años y en el CTI, pero lo voy a ver, porque el empuje del auto eléctrico es tremendo, cuando viajás lo ves y no se puede creer. Tesla, por ejemplo, te vende el auto y no tenés que cargar nunca más combustible. Eso va a pasar y UTE va a ser el competidor más fuerte de Ancap, y tenés que ver cómo te vas a reconvertir. Me parece que estás ideas desafiantes nos empujan a pensar, porque si no, siempre estás en tu zona de confort, todo el mundo te protege y al final todos pensamos que somos dueños de Ancap y resulta que son solamente sus empleados. Vos y yo no somos dueños de Ancap, es mentira.

¿A qué te referís estrictamente? Es una empresa del Estado.

¿Quiénes son los dueños de cualquier empresa? El accionista, los empleados, los proveedores, la sociedad de afuera, porque le exige cosas. Ahora, cuando vos mirás Ancap, de todos esos actores, el que siempre sale más perjudicado, porque pagamos una nafta más cara, es el consumidor, que es el verdadero dueño, porque en una empresa estatal los consumidores somos los que pagamos los impuestos. Entonces, al final, en esa ecuación los que más se benefician son los empleados, los gerentes y el presidente. Esos son los verdaderos dueños de Ancap.

Entonces, en resumen, te parece que habría que impulsar la desmonopolización de Ancap.

Sí, porque es la forma de que empecemos a pensar en lo que se viene. Si dentro de 30 años hay que cerrar Ancap, ¿qué hacemos? Porque esta discusión la tenemos hace 20 o 30 años. Un amigo mío siempre dice: “yo llego a Uruguay y siempre están discutiendo lo mismo: las patentes y la nafta”. Por lo menos ya no discutimos más sobre las patentes, pero ahora quiero que venga y me diga que solucionamos lo de la nafta.

¿Te parece que sería bueno para el PC que Pedro Bordaberry vuelva a la actividad política?

Sí, por supuesto, que vuelva. 

¿Te ves como candidato para las próximas elecciones?

[Se ríe con fuerza] No. Voy a estar donde el PC me pida, y si hay que poner un granito de arena más, lo pongo, pero no creo que sea el momento de pensar en esas cosas. Hay que pensar solamente en cómo sacar al país adelante; esta pandemia nos dejó complicados por todos lados, sin laburo, con más necesidades de techo, con la apertura de fronteras mediante y una temporada que muchos estamos pensando si va a ser buena o no. Hay muchísimas cosas más importantes, y al PC le sobran candidatos, tiene tremendos candidatos. No voy a dar nombres, pero le sobran.