Kilos y kilos de pollo congelado, papas, zanahorias, cebolla, boniato, zapallo, azúcar, harina, cocoa, entre otros tantos insumos, descansaban en la sede de Uruguay Adelante (UA) el viernes, a media cuadra del acceso peatonal del Hipódromo de Maroñas, donde gestores de ollas populares iban a buscar los alimentos para cocinar de cara a la semana a quienes más lo necesitan. Por segunda vez, luego del entredicho que se generó entre el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y la Coordinadora Popular y Solidaria (CPS), las Fuerzas Armadas (FFAA) hicieron entrega de los alimentos en distintas “iniciativas”.

la diaria visitó el amplio galpón de la ONG, donde decenas de trabajadores iban y venían con carros con insumos para repartir a lo largo y ancho de la capital. En una charla informal con los efectivos, que trabajarán en esto al menos hasta febrero de 2023, evaluaron que el trabajo que estaban haciendo era “bueno”, incluso “espectacular”, y en el marco de las tareas subsidiarias que están establecidas en el reglamento de organización del Ejército.

Carolina Murphy, directora territorial departamental de Montevideo del Mides, señaló a la diaria que valoran “muchísimo” el “apoyo” que están recibiendo desde las FFAA, dado que “permite llegar a cada una de las iniciativas, ollas y merenderos, con los insumos que ellos mismos solicitan a través de los canales que el Mides estableció para el contacto directo”. El comienzo de este proceso se dio luego de que el ministro de Defensa, Javier García, ofreciera ayuda de las tres fuerzas en medio del conflicto entre los voluntarios que sostienen las ollas y las autoridades.

A través de esos canales, dijo Murphy, los referentes especifican qué días funcionan las iniciativas, como también los horarios y porciones que cocinan a la semana. Con base en esos requerimientos se les entregan los insumos por parte del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada.

Esto cambió a partir del “lamentable episodio”, en palabras de Murphy, entre la CPS y el Mides, donde “se le retiró la confianza”. Murphy indicó que ahora se hacen visitas en días y horarios que los gestores establecieron que se sirven esas porciones, y fue en ese marco que se dio el episodio con la olla de Marconi: “Este tema nos resulta bastante penoso, que se nos soliciten insumos que no se necesitan y que se esté, de alguna forma, mintiendo con respecto a la situación de la alimentación”, fustigó.

Por su parte, Santiago Pérez, ahora exdirector de UA (ver recuadro), felicitó y agradeció por la “dedicación” que los efectivos le dan “al trabajo, porque todo viene siendo predisposición”. Si bien sabe que hubo “reticencias” a que las fuerzas salieran a hacer esta tarea, dijo que reciben un “montón de agradecimientos porque lo que se pudo poner por delante de todo es el interés de que nadie se quede sin un plato de comida”.

Respecto del conflicto, que derivó en una marcha de voluntarios de ollas y personas ajenas que se plegaron a la movilización, Pérez dijo que desde UA no hubiesen “querido llegar a este punto”. Sin embargo, sostuvo que no se podía “seguir manteniendo y sosteniendo” esta “situación de seguir con un manto de incertidumbre en cuanto al destino de algunos alimentos”.

Pérez afirmó en conversación con la diaria que intentaron mediar “varias veces” en el conflicto y que la última fue el jueves previo al sábado en que el Mides decidió, unilateralmente, dejar de trabajar con la CPS. Para el líder de UA “había un compromiso inicial” de todos, es decir de la ONG y CPS, de entregar los datos, y consideró que por parte de la CPS hubo “un filtro” porque “la información estaba”. “Los referentes habían entregado los datos pero nunca llegaron”, acusó.

Un día más

“Ahora si quieren les muestro. Pasen, pasen” le dice el gestor de la olla al inspector de UA que se encarga de que todo esté en orden para la entrega que hacen los efectivos militares. Junto a su pareja, el referente cocina 280 porciones y copas de leche tres días a la semana (martes, jueves y sábados a las 18.00). “¿Les puedo sacar una foto [a las ollas]?” les pregunta el inspector, para tener documentación. “¡Dale tranquilo!”, contesta el interlocutor.

La referente de la iniciativa le cuenta que hace panes caseros, bizcochuelos y a veces da fruta a los niños, pero “muchas veces” no puede porque es “mucha la cantidad de porciones que se dan”. “Hay un montón de niños, y yo empecé esto a pulmón”, asegura. El inspector le contesta que “lógicamente” nunca es la misma cantidad de gente que viene. “Tal cual”, le responde, mientras su pareja agarra el celular, empieza a mirar fotos y finalmente la encuentra: “¡Mirá! Acá están los pancitos caseros”, le muestra. “Vinimos mal, tenemos que venir cuando están los pancitos”, plantea en tono jocoso el integrante de UA, quien recibió una invitación para volver otro día.

Es la primera vez que a esta olla le entregan los insumos efectivos militares: “Cuando vino el camión dije: ¡pah, se viene la guerra!”, bromeó uno de los referentes de la olla. Tres soldados descargan el camión, mientras se hace el conteo del pollo congelado, las bolsas de arroz, papa, cebolla, zanahoria, entre otros insumos, de los que se suman también para el merendero. La descarga y entrega no demoró más de cuatro minutos.

Ante la pregunta de qué balance hacen del trabajo que vienen realizando, los soldados contestaron sintéticamente: “Bien de bien, ya nos ha tocado. No es la primera vez. Son gajes del oficio” y “está previsto el apoyo a la comunidad”.

Menos insumos

La CPS denunció que la distribución ha sido “bastante compleja” por “varias razones” pero, principalmente, porque la cantidad de insumos que se están entregando “ni se compara con la redistribución que se hacía antes, cuando el método era ir todos los vecinos, recibir los insumos y redistribuir entre nosotros”, dijo a la diaria la integrante de la coordinadora Cecilia Sarasola.

A modo de ejemplo, citó a una vecina que da 198 meriendas por día, de lunes a viernes, y esta semana recibió un kilo de azúcar, y así con el resto de los insumos. “Sabemos de otros errores que ha habido. Por ejemplo, que quien tiene un merendero recibe cajas de gallinas o lentejas. Eso son errores corregibles, que pueden ser propios de la distribución, pero las cantidades están siendo muy magras, muchísimas más bajas que lo que se redistribuía antes”. Esto fue confirmado por UA: Pérez afirmó que bajaron la cantidad de porciones de insumos y la cantidad de iniciativas. En ese sentido, dijo que para fin de octubre van a tener un “panorama más claro”.

Para el gestor de UA “había situaciones que rompían los ojos, por eso ese tire y afloje. Pruebas no teníamos, pero tampoco teníamos dudas. El día a día nos viene confirmando la teoría inicial de que había cosas que no estaban bien y de que necesitábamos menos insumos”, acusó. Sarasola, en tanto, no encuentra explicación de por qué los insumos disminuyen, sabiendo que “la gente se está desesperando”.

Según recabó la diaria, a la hora de la entrega se reciben remitos de UA para cada iniciativa, por lo tanto no debería haber errores si es lo que la o el referente pidió. “La CPS somos los vecinos que cocinamos en las ollas, esto es algo que hemos tratado de reafirmar bastante estos días porque se montó un relato de que somos intermediarios y no lo somos. Nos hemos sentido atacados y atacadas porque con el ministro [de Desarrollo Social, Martín Lema] no hemos tenido la posibilidad de tener ninguna comunicación formal. Lo que sabemos de él lo sabemos por Twitter”, criticó Sarasola.

“Sólo nos recibió Murphy. Nos resulta bastante desconcertante porque hemos tenido una reunión con ella en donde acordamos algunas cosas respecto a los datos, de las informaciones que ellos pretendían recibir y no había obligación de entregar datos, sí hubo un compromiso en el primer convenio que firmamos con el Mides de unos remitos que teníamos que firmar de las diferentes redes de ollas”, aclaró Sarasola.

Finalmente, insistió en que la información “siempre fue pública”, en Solidaridad Uy, por lo que “no hay nada oculto”.

Datos “inflados” de los referentes salen “de un miedo”

La semana pasada se conoció un estudio realizado por un equipo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República que reveló que pese a que ya transcurrieron más de dos años desde el inicio de la pandemia las porciones de comida servidas en ollas y merenderos populares “permanecen con poca variación”, si se las compara con las de 2020. Esto valió una crítica de Pérez.

Si bien aclaró que su opinión “no es para nada científica, desde lo que podría ser un sociólogo o analista de estadística”, dijo que desde lo cualitativo el informe “aporta muchísimo” pero en lo cuantitativo aseguró que “tienen el mismo error que se tiene cada vez que se le pregunta a un referente y no se va a confirmar efectivamente a la olla que los números que se dan sean reales”.

“Si vos vas y agarrás los números que te da cada referente puedo asegurar que ese número va a estar muy inflado. No pongamos un manto de dudas de los referentes sino que salen de un miedo frente a una situación. De los datos que te dan al inicio hacia los datos que se terminan confirmando hay una diferencia sustancial. No estamos hablando de 10% de diferencia, sino muy importantes”, aseguró Pérez.

Salarios

Hace unas semanas, trascendió que Pérez recibe un salario, proveniente de donaciones privadas, de la ONG desde julio de 2021 por ser directivo de UA, pero esto no está permitido por ley. El Estatuto de Asociaciones Civiles del Uruguay en su artículo 26, que trata sobre limitaciones especiales, señala que “es incompatible la calidad de miembro de todo órgano de carácter electivo de la institución, con la de empleado o dependiente de la misma por cualquier concepto”. Esto quiere decir que al presidente de una organización de la sociedad civil no se lo puede contratar con un sueldo fijo, según consignó MVD Noticias. Además, la hermana de Pérez, que también integra la dirección de la ONG, recibe asimismo un salario. Ambas situaciones fueron regularizadas el viernes pasado.

Finalmente, tras varias idas y vueltas, Pérez se salió del directorio para evitar esta incompatibilidad. El cofundador de UA señaló que “desde hace tiempo” quiso hacer el cambio pero que no lo hicieron antes porque “había cosas de la dinámica de UA que quedan dependiendo” de su firma. “Si esa firma pasaba a no estar había trámites que se reiniciaban, por ejemplo, las rendiciones de cuentas con el Mides” y esto podría determinar “que la gente se quede sin comida”.

Aclaración: En el recuadro de esta nota se informaba que Pérez recibía un sueldo del Mides, pero en realidad era de donaciones privadas. Al involucrado y a los lectores, las disculpas del caso.