“La izquierda uruguaya tiene que aprender a poder decirse sin lastimarse. Creo que hay una diferencia sustancial entre ser un partido histórico y ser un partido tradicional. La izquierda hasta ahora ha logrado ser un partido histórico, pero puede llegar a ser un partido tradicional, con lo cual dejaría de ser la esperanza de aquellos que creen en un cambio real de una sociedad”, afirmó el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira. Ayer la Fundación Friedrich Ebert organizó el conversatorio “¿Quién dijo que todo está perdido?”, en el que participó el líder frenteamplista junto con Giorgio Jackson, futuro ministro de la Secretaría General de la Presidencia de Chile.
Pereira dijo que existe “un divorcio” con “los movimientos disruptivos de la sociedad”, a los que definió como “lo que precisa el progresismo para vivir”. “El conservadurismo puede vivir en cualquier circunstancia, el progresismo necesita disrupciones permanentes. Quienes la generan tienen alguna lejanía con el Frente Amplio; esto no quiere decir que no lo voten, algunos lo votan ‒otros no‒ pero con molestia, sin decírselo ni siquiera a su madre”, comentó. Alertó que al alejarse de estos movimientos se está en peligro de convertirse en un “partido tradicional”.
Si bien destacó que “no se puede dejar de reconocer las transformaciones profundas” que realizó la fuerza política en los 15 años de gobierno, también dijo que lo que “siempre faltó fue la pregunta de si esas eran las transformaciones que nuestro pueblo quería”. “Hicimos la transformación en la salud más importante del continente, duplicamos el presupuesto educativo, bajamos la pobreza de 40% a 9%, generamos mejor distribución de la riqueza, hicimos una reforma tributaria. El problema es que lo hicimos sin la gente”, enfatizó.
El presidente del Frente Amplio ‒que asumió el puesto el sábado, tras ganar las elecciones internas en diciembre‒ manifestó que se comenzó una serie de cambios y citó como ejemplo que la mesa política sea paritaria. “¿Ese cambio en sí mismo es mucho? No, pero son señales. Mañana, apenas unos días después de asumir la presidencia, se van a reunir todas las juventudes acá. ¿Para decirles lo que tienen que hacer? No, para escuchar cómo quieren ser parte del partido”, afirmó.
Durante su ponencia, hizo especial hincapié en el rol de los jóvenes y cómo el partido está en un momento en que tiene que elegir “si los queremos dentro o no”. “Yo los quiero dentro. Es más, los quiero siendo disruptivos, molestos, igual que los feminismos. Si no entendemos eso, ya no va a haber progresismo, habrá un tercer partido tradicional ‒tal vez muy potente‒ pero que no va a representar ni a los jóvenes, ni a los feminismos, ni al medioambiente y probablemente ni a mí”, aseguró. También recordó que en el país hubo dos movimientos juveniles ‒No a la Baja y No a la Reforma, en contra de los plebiscitos de 2014 y 2019‒ y que el Frente Amplio los dejó pasar. Sumó que “la izquierda se generó por el movimiento y resulta que cuando se provoca un movimiento todos nos ponemos nerviosos”.
El Mercosur y las izquierdas
En su disertación, Pereira también se refirió al rol del Mercosur y a cómo Uruguay, “un país de tres millones y medio de habitantes que no se puede mudar del planeta, que se encuentra entre un gigante como Brasil y un gigante como Argentina”, sólo tiene una opción para la inserción en el mercado internacional: “El regionalismo”.
“Las izquierdas que siempre se definieron internacionalistas, cuando llegaron a los gobiernos actuaron como nacionalistas. Estuvimos 15 años en el gobierno, el PT [Partido de los Trabajadores de Brasil] diez, Cristina [Fernández en Argentina] todavía anda por ahí y no fortalecimos el Mercosur. Estuvimos 15 años diciendo que tenía que haber un Mercosur político, social y cultural. No fue ni político, ni social, ni cultural. La complementación productiva fue un fracaso total y completo. Sí, lo anunciamos muchas veces, pero nunca lo concretamos”, declaró Pereira.
Aseguró que en este contexto es “muy fácil” para un “gobierno conservador” decir que el Mercosur es “una porquería” sin que “nadie se asuste”. Para finalizar, subrayó: “En verdad es el único instrumento real de incursión internacional de Uruguay, todo lo demás es humo. El humo a la gente le gusta, yo no digo que no, pero al minuto desaparece”.