El domingo Gonzalo Civila irá por la reelección como secretario general del Partido Socialista (PS) y para adelante se plantea varios desafíos, aunque “el principal” es “el fortalecimiento de la estructura partidaria, de su organización de base”.

El diputado del Frente Amplio (FA) asegura que no está “peleado con nadie” y que, por tanto, las discusiones dentro del PS entre las distintas corrientes no deben vivirse “como una pelea”. Y, si bien recalca que su rendición de cuentas “fue aprobada por más de 80%” en el último congreso del sector y que “no hubo” intenciones de excluir a los que no pensaran como la mayoría, reconoce que hay “muchos errores para enmendar”.

Lo que sigue es un resumen de la entrevista que mantuvo con la diaria en su despacho del edificio anexo del Palacio Legislativo, en la que se mantuvo reticente a hablar de las próximas elecciones nacionales porque entiende que “la enorme mayoría de la sociedad uruguaya hoy no está pensando en 2024”.

¿Cuáles son los principales aciertos y errores en la gestión que se te vienen a la mente?

En mi rendición de cuentas hablaba de luces y sombras, que es para mí un ejercicio muy importante. Uno hace todo este balance sobre lo que pasó y puede quedarse con decir “lo logramos” en términos de transformación de la línea política del partido, pero hay muchos temas pendientes. Yo creo que el principal elemento a trabajar –y esto es independiente de cuál sea la próxima dirección partidaria– es el fortalecimiento de la estructura partidaria, de su organización de base, y a su vez la generación de espacios de diálogo amplio más estables. La autocrítica mayor es que se requiere un cambio profundo de prácticas y un fortalecimiento de la discusión política en todos los niveles en el partido, conjuntamente con una apertura que no puede ser un evento o algunas decisiones, sino que tiene que ser un proceso de construcción en el seno de la sociedad, y ahí hay todo un trabajo pendiente en medios populares, en lo que refiere a la creación de usinas de ideas, de espacios de intercambio, de espacios de reflexión con actores de la academia, de la cultura. En los logros hay una vocación de fortalecer lo colectivo por sobre lo individual y de llevar adelante una línea política nítidamente socialista. En los debes está la débil construcción desde el punto de vista del fortalecimiento de las tramas organizacionales, que tienen que fluir y abrirse más.

En el partido, no en las alianzas.

En las alianzas yo te diría que el partido viene transitando el camino que definió. Ahora lo definió el congreso, marcó una línea clara en este sentido, es decir, consolidar un espacio que tenga algunas señas de identidad muy claras, un espacio de una izquierda social y política –porque no la pensamos solamente como un conjunto de sectores– que sea radicalmente democrático, que sea antiburocrático, que sea feminista por concepción y por práctica, que es lo más difícil, que tenga un fuerte compromiso con la justicia ambiental, que tenga una mirada autogestionaria.

Hoy hay un enorme desafío que es pensar un proyecto de transformación social más profundo, que retome el horizonte utópico del socialismo, no dicha la expresión “utopía” en el sentido de algo que no es viable, sino en el sentido de una meta, de una inspiración, y para eso es imprescindible una mirada mucho más puesta en la sociedad y asumir algo que yo creo que fue una debilidad en los procesos progresistas, que es que las sociedades se transforman a sí mismas o no se transforman. Es decir, no las transforma un Estado diseñando una estrategia de transformación social. Eso ya fracasó, eso es una experiencia fracasada. El camino que implica al Estado generando políticas públicas, sin duda, es muy importante, por eso nos importa y mucho ganar elecciones, pero solamente con el Estado no basta. Es imprescindible la participación popular, la gestación de poder popular.

¿Sentís que el FA esté proponiendo una utopía para 2025?

Para proponer una utopía hay que mirar más acá y más allá de 2025. Lo primero es ubicarse en el aquí y en el ahora, y la enorme mayoría de la sociedad uruguaya hoy no está pensando en 2024. Los discursos que sistemáticamente apelan a 2024, a ganar la elección, a cambiar el gobierno, etcétera, son discursos desfasados de lo que le pasa a la enorme mayoría de la sociedad, que no está mirando eso. Eso es muy importante, pero es como caer en posición adelantada. No es el momento. Cuando digo “más acá” es porque creo que esa utopía se construye, en primer lugar, estando al lado del sufrimiento de la gente real y concreta, es decir, en los movimientos de ollas, en el movimiento cooperativo, en el movimiento sindical, en el movimiento feminista, en las luchas sociales, en los movimientos culturales, en las mil cosas que están pasando en el Uruguay hoy y que no son solamente las políticas del gobierno, son gente que está haciendo cosas desde una perspectiva orientada por valores de dignidad, de solidaridad, de libertad. Y cuando digo “más allá” es porque necesitamos un proyecto de largo plazo para el país.

Las utopías módicas no existen, las utopías mínimas no existen. Los proyectos de transformación que motivan, que mueven, que generan sentido son proyectos de transformación que proponen grandes horizontes, y esos grandes horizontes implican cambios estructurales y un cambio en las mentalidades también. Eso no es 2024/2025. 2024/2025 es parte de un proceso, no hay que separarlo mecánicamente, pero hay que concebir esto dialécticamente y como un proceso continuado que viene más acá y va más allá. Yo creo que en esto, como FA, nos falta mucho. Nos falta mucho. Y creo que el desafío fundamental es elaborar un proyecto, que no es un programa solamente, es más. Necesitamos reinstalar la idea de un proyecto de transformación social y eso lleva trabajo, sobre todo en una organización en la que conviven distintas miradas, ideologías, objetivos finalistas.

El PS plantea una reforma constitucional. ¿De qué se trata?

Dentro de esa reforma lo primero que va es la convicción de que un orden constitucional que tiene como primera referencia la propiedad y como segunda, en todo caso, la vida humana es injusto. Esto hay que repensarlo. Después viene la discusión sobre los cambios concretos. Nuestra propuesta, más allá de que tenemos insumos de reforma constitucional elaborados desde hace mucho tiempo, es escuchar a la sociedad, que seamos parte de un proceso de discusión y de debate que dé lugar a que esos contenidos surjan de la construcción colectiva. Yo podría enumerarte cosas como la consagración constitucional de algunos derechos que fueron garantizados por ley pero que no están en la Constitución y que, por lo tanto, son más fáciles de mover; la preservación de algunos bienes públicos que hoy se están arrasando, debilitando o mercantilizando por la vía de decisiones administrativas o legislativas; la participación política.

Foto del artículo 'Civila: “Los discursos que sistemáticamente apelan a 2024 están desfasados de lo que le pasa a la enorme mayoría de la sociedad”'

Foto: Mara Quintero

¿Es todo una cuestión de que gobierne tal partido o tal otro o tenemos algunos problemas más de fondo estructurales, jurídicos, políticos, sociales? Si los tenemos, discutámoslos más a fondo, más globalmente, que no nos ganen los reflejos conservadores. Si vos asumís que hay cosas que no se puede hacer o que no vale la pena ni siquiera discutir, ya estás de por sí renunciando a la posibilidad de cualquier cambio, aunque sea menos ambicioso que el que vos te plantearías. Y yo creo que mucho de eso nos ha pasado. Sin caer en el voluntarismo de creer que cualquier cosa se puede hacer, yo creo que nosotros estamos muy acorralados en nuestro discurso y en nuestra acción política, estamos muy recortados como izquierda, como movimiento popular. Tenemos que animarnos a hacer planteos que seguramente van a conectar más con mucha gente que no está muy interesada en lo que se está discutiendo a nivel político y el debate sobre un proyecto de ley o sobre quién va a ganar las elecciones en el 2024.

¿Qué margen tienen para plantear este tipo de cosas en el FA?

Para el FA, lo mismo que para la sociedad, las condiciones se construyen luchando. Si no las planteamos va a ser muy difícil que alguna vez tengamos eco. A veces estamos un poco solos con algunos grupos que somos parte de este espacio que estamos tratando de conformar en el contexto de la coalición FA; en el movimiento es un poco distinto, hay muchas voces a nivel de base del FA que por ahí están muy de acuerdo con algunas de estas líneas. Cómo se traduce eso en la concreción de la toma de decisiones es más complejo, pero no me gusta tampoco prejuzgar si se va a poder o no se va a poder. Defendiendo la unidad, que es muy importante para la izquierda, no podemos dejar de discutir, no podemos dejar de decir lo que creemos lealmente, frontalmente, sinceramente y sin entrar en la historieta de la competencia entre personas por lugares. Reducir la política a eso es lo peor que le puede pasar a la izquierda.

Está todo bien con las discusiones sobre personas, que también son importantes porque las personas después expresan proyectos, pero necesitamos discutir el proyecto, y en ese plano podemos equivocarnos, podemos acertar; no tenemos la verdad en un puño, no somos los iluminados de nada, pero si hay cosas que creemos, que pensamos y que por ahí no son mayoritarias, en el marco de una organización como el FA, que no solamente es plural, sino que es una coalición de partidos y además un movimiento amplio, las tenemos que plantear. No sólo tenemos derecho, tenemos el deber de plantearlas.

¿Qué opinión tenés respecto del discurso de algunos sectores del FA, como la Convocatoria Seregnista Progresistas, que buscan apuntar a “los votantes de centro”?

Yo no creo que ese discurso sea sólo de Convocatoria Seregnista Progresistas, me parece que es un discurso muy generalizado entre los partidos políticos. Se ha instalado como una verdad esta idea, primero, de que la política se trata de ganar elecciones, y, segundo, de que ganar elecciones es disputar el centro. Cuando vos preguntás qué es el centro, en general lo que aparece es un gran signo de interrogación. Yo no voy a juzgar la opinión o la mirada de Convocatoria Seregnista ni de ningún otro grupo del FA, creo que todos tenemos derecho a expresar nuestras miradas y también es muy lícito que todos hagamos apuestas que sean coherentes con nuestra identidad, y caben muchas identidades distintas dentro del FA. Lo que sí creo, y esto va mucho más allá de Convocatoria Seregnista e interpela al propio PS en primer lugar, es que tenemos que esforzarnos en caracterizaciones más cuidadosas de la realidad y de la sociedad.

La sociedad no se divide en una izquierda, un centro y una derecha, tenemos que poder caracterizar a los distintos sectores sociales, ver dónde y cómo vive la gente, qué valores tiene. Si vos embolsás en el centro todo lo que no se define como izquierda y derecha, todo lo más reactivo a la política, todo lo que no tiene una filiación política demasiado clara, obviamente la conclusión va a ser “tenemos que ir por el centro”. Sí, tenemos que ir por mucha gente que no se siente identificada con nuestra propuesta para que se pueda sentir identificada o pueda enriquecer nuestra propuesta y transformarla. Ahora, ¿dentro de eso que llamamos “centro” qué hay? ¿Hay gente que piensa que necesitamos construir una sociedad que esté menos basada en privilegios y en impunidades y que quiere efectivamente generar lógicas de mayor justicia y está convencida de que los trabajadores y las trabajadoras de este país tienen que mejorar sus condiciones de vida y que la gente organizada puede hacer cosas buenas, importantes, aunque no sea a través de partidos políticos? ¿O todo eso que llamamos “centro” es un conjunto de gente que a veces termina siendo identificada de manera muy sumaria con sectores medios, profesionales, etcétera, que no quieren ningún cambio significativo porque sienten que su piso de condiciones de vida puede ser alterado? Es un tema complejo. Me parece que simplificar en categorías politológicas el tema, abordado de ese modo, además, es obturador del debate, cierra la discusión. Es como “ta, no propongas nada demasiado grande porque hay todo un sector que capaz se llena de miedo y se aleja de nosotros”. Lo veo más como algo que cierra la discusión que como algo que la abre.

Volviendo a la interna del PS, las corrientes minoritarias critican la gestión interna alegando que hubo dirigentes excluidos. ¿Hay una autocrítica sobre eso?

Podría darte una respuesta fácil que sería decir que salimos de un congreso en el que la gestión de la dirección, la mía como secretario general, fue aprobada por más de 80% del congreso, y una línea política que difícilmente alguien pudiera pensar hace unos años que fuera la del PS, con un apoyo de más de 85% del congreso, etcétera, y terminar la respuesta ahí. Pero yo creo que hay mucho para reflexionar y seguramente muchos errores para enmendar y corregir. Te puedo decir que intención de excluir no hubo, pero la vida y los procesos no están hechos solamente de intenciones y yo tomo nota de la percepción, de los planteos, de la visión que puedan tener otros compañeros y compañeras. Nosotros no somos un partido monolítico, nunca lo fuimos y no lo queremos ser. El partido tiene que cambiar para ser más abierto, más participativo y más incluyente, sin que esto implique diluir el debate de ideas y jugar a la lógica del empate, es decir, “tenemos distintas miradas, todos tenemos razón” y no decimos nada o decimos algo que nadie entiende lo que es.

¿Está pensado algún cambio que logre terminar con esta suerte de pelea interna que existe entre las distintas corrientes del partido?

Yo no estoy peleado con nadie, así que no lo vivo como una pelea. El problema es si la dinámica del partido se cierra en un conflicto autorreferencial y eso anula su capacidad de acción y de incidencia política y social. Eso no puede pasar y yo creo que ha sido un problema en distintos momentos de la vida del partido. Entonces, trabajar para que eso no pase sí, trabajar para que las diferencias y las diversidades que existan dentro del partido se puedan expresar de la mejor manera posible y hacer síntesis también, y eso en ningún caso va a depender de una persona. Por eso insisto: no lo digo como un planteo propio de una candidatura, lo digo como una necesidad política y como un compromiso político que creo que tenemos que asumir todos y todas y también me alegra escuchar a otros compañeros y compañeras que han planteado esto, la necesidad de buscar marcos más sanos y más constructivos para procesar las diferencias.